viernes, 21 de septiembre de 2012

LA REGLA DE ORO (Mat. 7:12)


(Día 34)


Una de las normas de convivencia más conocidas es la que se conoce como la “Regla de Oro”, y dice: “No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti.”

Jesús mencionó este mismo principio en el Sermón del Monte, pero en forma positiva:
(Mateo 7:12)  Por eso, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos, porque esta es la ley y los profetas.

No es casualidad que Jesús haya mencionado la “Regla de Oro” después de hablar de juzgar.  Esto se debe a que uno tiende a juzgar más fuerte a los demás, mientras que espera más misericordia para uno mismo.  Pero Jesús nos dice: “traten a los demás de la forma en que quieren que los traten a ustedes.”

Aunque éste es un principio conocido en el mundo, su origen está en la Torá en la forma de un mandamiento.  Este principio de respeto y consideración al prójimo se expresa directamente en el mandamiento: Amarás al prójimo como a ti mismo (Lev. 19:18)

Pablo explicó que en este mandamiento se resume toda la ley:
(Gálatas 5:14)  Porque toda la ley en una palabra se cumple en el precepto: amarás a tu prójimo como a ti mismo.

(Romanos 13:8-10)  No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama a su prójimo, ha cumplido la ley.  (9)  Porque esto: No cometerás adulterio, no matarás, no hurtarás, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en estas palabras se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.  (10)  El amor no hace mal al prójimo; por tanto, el amor es el cumplimiento de la ley.

Jesús fue aún más explícito que Pablo, y explicó que toda la ley se puede resumir en dos mandamientos: amar a Dios y amar al prójimo. 
(Mateo 22:36-40)  Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley?  (37)  Y El le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.  (38)  Este es el grande y el primer mandamiento.  (39)  Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.  (40)  De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.

Amar a Dios y amar al prójimo son las dos caras de la misma moneda.  Por eso Juan dijo:
(1 Juan 4:20-21)  Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto.  (21)  Y este mandamiento tenemos de El: que el que ama a Dios, ame también a su hermano.


ORACION
Señor, reconozco que debo aprender a amar más a mi prójimo.  Quiero aprender a amar tal como Tú nos has amado.  Pues no hay amor mayor que éste: que uno dé su vida por sus amigos.

Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor, he llegado a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe.  Y si tuviera el don de profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe como para trasladar montañas, pero no tengo amor, nada soy.  Y si diera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me aprovecha. 

Señor, necesito aprender a amar, como Tu Palabra dice: El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante;  no se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido; no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.  El amor nunca deja de ser.

[Juan 15:12-13; Juan 13:34-35; 1 Corintios 13:1-8]

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