(Día 34)
Una de las normas de convivencia más conocidas es la que se conoce
como la “Regla de Oro”, y dice: “No hagas
a otros lo que no quieres que te hagan a ti.”
Jesús mencionó este mismo principio en el Sermón del Monte,
pero en forma positiva:
(Mateo 7:12) Por eso, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también haced
vosotros con ellos, porque esta es la ley y los profetas.
No es casualidad que Jesús haya mencionado la “Regla de Oro”
después de hablar de juzgar. Esto se
debe a que uno tiende a juzgar más fuerte a los demás, mientras que espera más
misericordia para uno mismo. Pero Jesús
nos dice: “traten a los demás de la forma en que quieren que los traten a
ustedes.”
Aunque éste es un principio conocido en el mundo, su origen está
en la Torá en la forma de un mandamiento.
Este principio de respeto y consideración al prójimo se expresa directamente
en el mandamiento: Amarás al prójimo como a ti mismo
(Lev. 19:18)
Pablo explicó que en este mandamiento se resume toda la ley:
(Gálatas 5:14) Porque toda la ley en una palabra se cumple en el precepto: amarás a tu
prójimo como a ti mismo.
(Romanos 13:8-10) No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama a
su prójimo, ha cumplido la ley. (9) Porque esto: No cometerás adulterio, no
matarás, no hurtarás, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en estas
palabras se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. (10)
El amor no hace mal al prójimo; por tanto, el amor es el cumplimiento de
la ley.
Jesús fue aún más explícito que Pablo, y explicó que toda la
ley se puede resumir en dos mandamientos: amar a Dios y amar al prójimo.
(Mateo 22:36-40) Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley? (37) Y
El le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y
con toda tu mente. (38) Este es el grande y el primer
mandamiento. (39) Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu
prójimo como a ti mismo. (40) De estos dos mandamientos dependen toda la
ley y los profetas.
Amar a Dios y amar al prójimo son las dos caras de la misma
moneda. Por eso Juan dijo:
(1 Juan 4:20-21) Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso;
porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a
quien no ha visto. (21) Y este mandamiento tenemos de El: que el que
ama a Dios, ame también a su hermano.
ORACION
Señor, reconozco
que debo aprender a amar más a mi prójimo.
Quiero aprender a amar tal como Tú nos has amado. Pues no hay amor mayor que éste: que uno dé
su vida por sus amigos.
Si yo hablara
lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor, he llegado a ser como metal
que resuena o címbalo que retiñe. Y si
tuviera el don de profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento,
y si tuviera toda la fe como para trasladar montañas, pero no tengo amor, nada
soy. Y si diera todos mis bienes para
dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, pero no
tengo amor, de nada me aprovecha.
Señor, necesito
aprender a amar, como Tu Palabra dice: El amor es paciente, es bondadoso; el
amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante; no se porta indecorosamente; no busca lo
suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido; no se regocija de la
injusticia, sino que se alegra con la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo
lo espera, todo lo soporta. El amor
nunca deja de ser.
[Juan 15:12-13; Juan 13:34-35; 1 Corintios 13:1-8]
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