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viernes, 3 de octubre de 2014

Salmo 119:169-176. TAV

Salmo 119:169-176. TAV
(Día 39)

Llegamos a la última estrofa del Salmo 119, la cual está relacionada con la letra final del alfabeto hebreo: Tav (ת).

Salmo 119: 169-176. TAV
(169) Llegue mi clamor delante de ti, oh Jehová; dame entendimiento conforme a tu palabra [Dabar].
(170) Llegue mi oración delante de ti; líbrame conforme a tu dicho [Imra].
(171) Mis labios rebosarán alabanza cuando me enseñes tus estatutos [Jukim].
(172) Hablará mi lengua tus dichos [Imra], porque todos tus mandamientos [Mitzvot] son justicia.
(173) Esté tu mano pronta para socorrerme, porque tus mandamientos [Pikudim] he escogido.
(174) He deseado tu salvación, oh Jehová, y tu ley [Tora] es mi delicia.
(175) Viva mi alma y te alabe, y tus juicios [Mishpatim] me ayuden.
(176) Yo anduve errante como oveja extraviada;  busca a tu siervo, porque no me he olvidado de tus mandamientos [Mitzvot].


El tema central de esta última estrofa es: la salvación.  Primero, el salmista pide salvación del Señor: “llegue mi clamor delante de Ti”; “líbrame conforme a tu dicho”; “esté ti mano pronta para socorrerme”; “he deseado tu salvación”. 

El salmista reconoce que en un tiempo era como “oveja perdida”, pero el Señor lo salvó y le dio vida.  Esta es una oración que todos podríamos levantar, porque todos hemos pecado y nos hemos apartado del Buen Camino.
(Isaías 53:6)  Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.

El Cordero de Dios cargó con nuestros pecados y murió en nuestro lugar para que pudiéramos ser reconciliados con Dios y pudiéramos tener vida eterna.
(Isaías 53:5)  Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
(Isaías 53:10-11)  Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje,  vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.  (11) Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.



Nuestra respuesta ante el regalo de salvación de Dios debe ser el siguiente:
a. Desearlo, y creer en Él
(Salmo 119:174)  He deseado tu salvación, oh Jehová, y tu ley es mi delicia.

b.  Alabanza
(Salmo 119:171) Mis labios rebosarán alabanza cuando me enseñes tus estatutos.
(Salmo 119:175) Viva mi alma y te alabe, y tus juicios me ayuden.

c. Obediencia:
(Salmo 119:173) Esté tu mano pronta para socorrerme, porque tus mandamientos he escogido.
(Salmo 119:176) Yo anduve errante como oveja extraviada; busca a tu siervo, porque no me he olvidado de tus mandamientos.

Curiosamente, en el hebreo antiguo la letra Tav se dibujaba como una cruz.  La palabra “Tav” significa: marca, señal, firma.  Esta letra apareció en una visión que Dios le dio al profeta Ezequiel.  Él vio que el Señor había mandado a marcar con una “Tav” a aquellos que habían permanecido fieles en Israel; cuando llegara el juicio a Jerusalén, sólo los sellados se iban a salvar (Ezequiel 9).  Esto sucedió en tiempos del Primer Templo, y también es sombra del juicio final; los que estén cubiertos con la sangre del Cordero, que murió en la cruz por nuestros pecados, ellos serán salvos.   


Oremos…
Señor, quiero comenzar dándote gracias por haberme redimido.  Yeshua, Tú moriste por mí en la cruz, pagando por mi deuda de pecado.  Gracias, porque la salvación pertenece a Ti, Dios que estás sentado en el trono y al Cordero.  La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza son para Ti, Yehová, por los siglos de los siglos.
Te estoy eternamente agradecido, pues te debo mi vida eterna; y como respuesta, me dispongo a dedicar mi vida a Ti.  Procuraré con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse,  que usa bien la palabra de verdad.  Por lo tanto, ceñiré los lomos de mi entendimiento, seré sobrio, y esperaré por completo en la gracia que vendrá cuando Yeshua sea manifestado.  Como hijo obediente, no me conformaré a los deseos que antes tenía estando en mi ignorancia; sino, Tú eres santo, también yo seré santo en toda mi manera de vivir; porque escrito está: “Sed santos, porque yo soy santo.”
Señor, quiero vivir conforme a Tu Voluntad.  Me conduciré en el temor de Dios todo el tiempo de mi vida, sabiendo que fui rescatado de mi vana manera de vivir.  El pago de mi rescate no fue con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, el cual ya estaba destinado desde antes de la fundación del mundo, pero se ha manifestado en los postreros tiempos por amor de nosotros.  Por lo tanto,  yo purifico mi alma por la obediencia a la verdad, no por mis propias fuerzas sino mediante el Espíritu, siendo renacido de simiente incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Amén.

[Apocalipsis 7:10-12; 2 Timoteo 2:15; 1 Pedro 1:13-23]


Aquí terminamos el estudio del Salmo 119.
Gracias por haber participado.  Bendiciones a todos.


jueves, 2 de octubre de 2014

Salmo 119:161-168. SHIN

Salmo 119:161-168. SHIN
(Día 38)

La penúltima letra del alfabeto hebreo es Shin (ש), y esta es la estrofa relacionada con dicha letra…

Salmo 119: 161-168. Shin
(161) Príncipes me han perseguido sin causa, pero mi corazón tuvo temor de tus palabras [Dabar].
(162) Me regocijo en tu palabra [Imra] como el que halla muchos despojos.
(163) La mentira aborrezco y abomino; tu ley [Torá] amo.
(164) Siete veces al día te alabo a causa de tus justos juicios [Mishpatim].
(165) Mucha paz tienen los que aman tu ley [Torá], y no hay para ellos tropiezo.
(166) Tu salvación he esperado, oh Jehová, y tus mandamientos [Mitzvot] he puesto por obra.
(167) Mi alma ha guardado tus testimonios [Edot], y los he amado en gran manera.
(168) He guardado tus mandamientos [Pikudim] y tus testimonios [Edot], porque todos mis caminos están delante de ti.


En esta estrofa sale a relucir el amor que el salmista tiene por la Palabra de Dios. 
“La mentira aborrezco pero tu Ley amo”; “Mucha paz tienen los que aman tu ley”;
“Mi alma ha guardado tus testimonios, y los he amado en gran manera”. (119:163,165,167)

Es difícil entender este amor por la Ley a menos que uno lo haya experimentado.  Por la naturaleza pecaminosa del hombre, éste tiende a rechazar las leyes y las normas en general, porque siente que lo limitan.  Pero cuando conocemos a Dios, el corazón del creyente cambia y llega a apreciar la Ley.  Primero obedece para honrar a Dios, y luego llega a amar la Torá porque aprecia el beneficio de ésta.  Jesús dijo:
(Juan 14:21)  El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama;  y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.
(Juan 14:23-24)  Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará;  y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.  (24)  El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.

Amar a Dios nos lleva a amar su Ley, porque en ella está plasmada la mente y el corazón de Dios.  Al leer la Palabra de Dios y ponerla en práctica en la vida, descubrimos la bendición que viene a través de ella.  Como consecuencia, llegamos a apreciar la Ley no como una carga sino como un regalo.  Esto es lo que expresó el salmista en el siguiente versículo:
(Salmo 119:162) Me regocijo en tu palabra como el que halla muchos despojos.

Los “despojos” es el botín y la recompensa que resulta de una batalla.  A veces la obediencia a los mandamientos parece una batalla ya que cuesta, pero la recompensa es grande.



Oremos…
Señor, primero quiero pedirte perdón si en algún momento he rechazado tu Torá.  Si lo hice fue por ignorancia, ya que yo te amo.  Pero hoy entiendo que el amor se expresa con hechos, y si digo que te amo, también amaré tu Palabra y la guardaré.  Inclino mi corazón a cumplir tus estatutos. 
Me regocijo en tu palabra, como quien halla un gran botín; lo veo como un regalo al cual recibo con los brazos abiertos. Por heredad he tomado tus testimonios para siempre. Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que la que destila del panal.  Tus juicios son verdad,  todos justos.  Tu siervo es además amonestado con ellos; en guardarlos hay grande galardón.  ¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos.  Preserva también a tu siervo de la soberbia; que no se enseñoree de mí; entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión.  Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Yehová, roca mía, y redentor mío. Mi escondedero y mi escudo eres tú; en tu palabra esperaré.


[Salmo 119:111-114; Salmo 19:9-14; Salmo 119:161-168]


miércoles, 1 de octubre de 2014

Salmo 119:152-160. RESH

Salmo 119:152-160. RESH
(Día 37)

La estrofa relacionada a la letra Resh (ר) lee de la siguiente manera:

Salmo 119: 152-160. Resh
(152) Hace ya mucho que he entendido tus testimonios [Edot], que para siempre los has establecido.
(153) Mira mi aflicción, y líbrame, porque de tu ley [Torá] no me he olvidado.
(154) Defiende mi causa, y redímeme; vivifícame con tu palabra [Imra].
(155) Lejos está de los impíos la salvación, porque no buscan tus estatutos [Jukim].
(156) Muchas son tus misericordias, oh Jehová; vivifícame conforme a tus juicios [Mishpat].
(157) Muchos son mis perseguidores y mis enemigos, mas de tus testimonios [Edot] no me he apartado.
(158) Veía a los prevaricadores, y me disgustaba, porque no guardaban tus palabras [Imra].
(159) Mira, oh Jehová, que amo tus mandamientos [Pikudim]; vivifícame conforme a tu misericordia.
(160) La suma de tu palabra [Dabar] es verdad, y eterno es todo juicio [Mishpat] de tu justicia.


Desde el principio del Salmo 119, hemos visto el compromiso firme que el salmista hace para guardar la Palabra de Dios.  
(Salmo 119:152) Hace ya mucho que he entendido tus testimonios, que para siempre los has establecido.
(Salmo 119:159-160) Mira, oh Jehová, que amo tus mandamientos; vivifícame conforme a tu misericordia. (160) La suma de tu palabra es verdad, y eterno es todo juicio de tu justicia.

Pero, a la par de declarar su compromiso, muchas veces el salmista manifiesta su frustración, ya que no siempre es fácil vivir como Dios manda pues implica ir en contra de la corriente.  
(Salmo 119:155,158) Lejos está de los impíos la salvación, porque no buscan tus estatutos… (158) Veía a los prevaricadores, y me disgustaba, porque no guardaban tus palabras.

Seguramente muchos creyentes se identificarán con el salmista.  El deseo de obedecer está en nuestro corazón, pero tenemos que luchar contra la oposición del mundo.   En momentos así, tenemos que tomar la decisión de con quién queremos quedar bien: Con Dios o con los hombres. 
(Gálatas 1:10)  Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres?  Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.
(Efesios 6:6-7)  no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres,  sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; (7) sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres,

Aunque tengamos que ir en contra de la corriente, debemos seguir firmes porque el esfuerzo no será en vano.
(Filipenses 2:12-16)  Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido,  no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, (13) porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. (14) Haced todo sin murmuraciones y contiendas, (15) para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; (16)  asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado.



Oremos…
Dios mío, se han multiplicado mis adversarios.  Muchos son los que se levantan contra mí. Muchos son los que dicen de mí: “No hay para él salvación en Dios”.  Mas tú, Yehová, eres escudo alrededor de mí; eres quien levanta mi cabeza. Mira mi aflicción y líbrame, porque no me olvido de tu ley.
Con mi voz clamé a Ti, Yehová, y me respondiste desde tu monte santo.  Yo me acosté y dormí, y desperté, sabiendo que Tú me sustentabas.  La salvación viene de Ti, Señor, y sobre tu pueblo habrá bendición.  Yo pondré mis ojos en Ti, y esperaré en el Dios de mi salvación.  Aunque caiga, yo me levantaré;  aunque more en medio de tinieblas, Yehová es mi luz.  La indignación del Señor soportaré, porque he pecado contra El, hasta que defienda mi causa y establezca mi derecho.  Señor, Tú me sacarás a la luz, y yo veré tu justicia.  Defiende mi causa y redímeme; vivifícame conforme a tu palabra.  Levántate, Dios mío, y sálvame. 
Te doy gracias, Dios mío, porque nos has dado la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.  Por lo tanto, estaré firme y seré constante, creciendo en la obra del Reino siempre, sabiendo que mi trabajo en Dios no será en vano.

[Miqueas 7:7-10; Salmo 3; 1 Corintios 15:57-58; Salmo 119:152-160]



martes, 30 de septiembre de 2014

Salmo 119:145-151. KUF

(Día 36)

Hoy leeremos la estrofa que está relacionada con la letra Kuf (ק)

Salmo 119: 145-151. Kuf

(145) Clamé con todo mi corazón; respóndeme, Jehová, y guardaré tus estatutos [Jukim].
(146) A ti clamé; sálvame, y guardaré tus testimonios [Edot].
(147) Me anticipé al alba, y clamé; esperé en tu palabra [Dabar].
(148) Se anticiparon mis ojos a las vigilias de la noche, para meditar en tus mandatos [Imra].
(149) Oye mi voz conforme a tu misericordia; oh Jehová, vivifícame conforme a tu juicio [Mishpat].
(150) Se acercaron a la maldad los que me persiguen; se alejaron de tu ley [Tora].
(151) Cercano estás tú, oh Jehová, y todos tus mandamientos [Mitzvot] son verdad.


La estrofa Kuf se levanta como un clamor del salmista.  Él clama buscando una respuesta y pidiendo salvación.  Seguramente todos nos identificamos con el salmista, ya que hay momentos en la vida en que las cosas parecen estar fuera de control.  En esos momentos es difícil mantener la fe y la obediencia.  Pero es precisamente en esos momentos en que probamos si realmente creemos en Dios o no. 

No siempre podemos cambiar las circunstancias de nuestra vida, pero sí cómo respondemos ante ellas; es decir, lo que sí podemos controlar es nuestra reacción ante las circunstancias.  Aunque el mundo esté patas arriba, nosotros debemos continuar haciendo las cosas como Dios manda…y todo esto hacerlo con una buena actitud.   Esto lo podemos hacer cuando tenemos la esperanza puesta en Dios, ya que sabemos con certeza que Él es bueno y justo, y está en control.
(Jeremías 29:11-13) Porque yo sé los planes que tengo para vosotros—declara Jehová—planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza. (12)  Me invocaréis, y vendréis a rogarme, y yo os escucharé. (13)  Me buscaréis y me encontraréis, cuando me busquéis de todo corazón.

Mientras el Señor establece justicia en la Tierra, debemos buscar a Dios de noche y de día, tal como lo hizo el salmista.
(Salmo 119:147-148) Me anticipo al alba y clamo; en tus palabras espero.  Mis ojos se anticipan a las vigilias de la noche, para meditar en tu palabra.

(Salmo 42:8) De día mandará Jehová su misericordia, y de noche su cántico estará conmigo; elevaré una oración al Dios de mi vida.



Oremos…
Oye, oh Dios, mi clamor; atiende a mi oración.  Desde los confines de la tierra te invoco, cuando mi corazón desmaya. Condúceme a la roca que es más alta que yo.  Porque tú has sido refugio para mí, torre fuerte frente al enemigo.  Que more yo en tu tienda para siempre; y me abrigue en el refugio de tus alas.
Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque es a ti a quien oro.
De mañana oirás mi voz, Señor; de mañana presentaré mi oración a ti, y con ansias esperaré. Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; el mal no mora contigo.  En la noche te desea mi alma, en verdad mi espíritu dentro de mí te busca con diligencia; porque cuando la tierra tiene conocimiento de tus juicios, aprenden justicia los habitantes del mundo.  Se alegrarán todos los que en ti se refugian; para siempre cantaremos con júbilo, porque tú nos proteges.  Regocíjense en ti los que aman tu nombre, porque tú, oh Yehová, bendices al justo, como con un escudo lo rodeas de tu favor.

[Salmo 5:2-4,11-12; Salmo 61:1-4; Isaías 26:9; Salmo 119:145-151]


lunes, 29 de septiembre de 2014

Salmo 119:137-144. TZADE

(Día 35)

La siguiente estrofa del Salmo 119 está relacionada con la letra Tzade (צ)

Salmo 119: 137-144. Tzade
(137) Justo eres tú, oh Jehová, y rectos tus juicios [Mishpatim].
(138) Tus testimonios [Edot], que has recomendado, son rectos y muy fieles.
(139) Mi celo me ha consumido, porque mis enemigos se olvidaron de tus palabras [Dabar].
(140) Sumamente pura es tu palabra [Imra], y la ama tu siervo.
(141) Pequeño soy yo, y desechado, mas no me he olvidado de tus mandamientos [Pikudim].
(142) Tu justicia es justicia eterna, y tu ley [Tora] la verdad.
(143) Aflicción y angustia se han apoderado de mí, mas tus mandamientos [Mizvot] fueron mi delicia.
(144) Justicia eterna son tus testimonios [Edot]; dame entendimiento, y viviré.


El tema principal de esta estrofa es la justicia (heb. Tzedaka).  Este es uno de los conceptos acerca de Dios que al hombre más le cuesta comprender. 

Lo que es considerado “justo” no es igual para el hombre que para Dios.  El mundo define su propia justicia (tal como lo hicieron Adán y Eva en el Jardín del Edén); pero la verdadera justicia viene de Dios, quien hizo los cielos y la Tierra.  Dios es quien determina qué es bueno y justo.  Basado en ello, juzgará a todos y les pedirá cuentas, pero no lo hará sin antes darnos la oportunidad de arrepentirnos).
(Ezequiel 18:29-32) Pero la casa de Israel dice: "El camino del Señor no es recto." ¿No son rectos mis caminos, oh casa de Israel? ¿No son vuestros caminos los que no son rectos? (30) Por tanto, os juzgaré, a cada uno conforme a su conducta, oh casa de Israel—declara el Señor Dios. Arrepentíos y apartaos de todas vuestras transgresiones, para que la iniquidad no os sea piedra de tropiezo. (31) Arrojad de vosotros todas las transgresiones que habéis cometido, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué habéis de morir, casa de Israel? (32)  Pues yo no me complazco en la muerte de nadie –declara el Señor Dios. Arrepentíos y vivid.

Algo que confunde a mucha gente es por qué Dios permite que los impíos prosperen.  Si Dios es justo, ¿por qué no interviene en el mundo y castiga a los malos?  La razón es simple: porque a todos da la oportunidad de arrepentirse.  Dios no sólo es justo sino misericordioso. De hecho, todos nos beneficiamos de esta bondad divina, porque todos hemos fallado de una manera u otra, y todos hubiéramos muerto de no ser por la misericordia de Dios. 
(2 Pedro 3:9-13) El Señor no se tarda en cumplir su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con vosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento. (10) Pero el día del Señor vendrá como ladrón, en el cual los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos serán destruidos con fuego intenso, y la tierra y las obras que hay en ella serán quemadas. (11) Puesto que todas estas cosas han de ser destruidas de esta manera, ¡qué clase de personas no debéis ser vosotros en santa conducta y en piedad, (12) esperando y apresurando la venida del día de Dios, en el cual los cielos serán destruidos por fuego y los elementos se fundirán con intenso calor! (13) Pero, según su promesa, nosotros esperamos nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia.

La justicia y la misericordia de Dios van de la mano.  No hay una sin la otra.  Sólo Dios puede balancear ambas de forma tan perfecta.
(Salmo 145:17-20) Justo es Jehová en todos sus caminos, y misericordioso en todas sus obras. (18) Cercano está Jehová a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de veras. (19) Cumplirá el deseo de los que le temen; oirá asimismo el clamor de ellos, y los salvará. (20) Jehová guarda a todos los que le aman, mas destruirá a todos los impíos.

El salmista dice que la Palabra de Dios es sumamente “pura”.  En hebreo se usa la palabra: Tzaraf, que literalmente significa: refinada.  Los metales preciosos se purifican con fuego.  En las pruebas de la vida sale a luz la verdad de la Palabra de Dios; allí se prueba mejor que nunca que lo que Dios ha dicho es verdad. 



Oremos…
Gracias, Señor, por tu justicia, que es perfecta, más de lo que pueda yo entender.  Tú eres mi Roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectitud. 
Dios de verdad, ninguna iniquidad hay en Ti, pues eres justo y recto. 
Tú eres el Juez de toda la tierra, por lo tanto, ¿no harás lo que es justo?  Lejos de ti el hacer morir al justo con el impío, y que sea el justo tratado como el impío; nunca tal hagas.  Justo eres tú, Yehová, y rectos tus juicios. 
Aunque yo sea pequeño y despreciado, nunca me olvidaré de tus preceptos.  Aunque pase por angustia y aflicción, encontraré deleite en tus mandamientos.  Tus testimonios son justos para siempre; dame entendimiento para que yo viva.  Tu justicia es justicia eterna, y tu ley verdad.
Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso.  Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos. ¿Quién no te temerá, oh Señor,  y glorificará tu nombre?  Pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado.

[Deuteronomio 32:4; Génesis 18:25; Apocalipsis 15:3-4; Salmo 119:137-144]


domingo, 28 de septiembre de 2014

Salmo 119:129-136. PE

(Día 34)

La siguiente estrofa está relacionada con la letra Pe (פ)

Salmo 119: 129-136. Pe
(129) Maravillosos son tus testimonios [Edot]; por tanto, los ha guardado mi alma.
(130) La exposición de tus palabras [Dabar] alumbra; hace entender a los simples.
(131) Mi boca abrí y suspiré, porque deseaba tus mandamientos [Mitzvot].
(132) Mírame, y ten misericordia de mí, como acostumbras con los que aman tu nombre.
(133) Ordena mis pasos con tu palabra [Imra], y ninguna iniquidad se enseñoree de mí.
(134) Líbrame de la violencia de los hombres, y guardaré tus mandamientos [Pikudim].
(135) Haz que tu rostro resplandezca sobre tu siervo, y enséñame tus estatutos [Jukim].
(136) Ríos de agua descendieron de mis ojos, porque no guardaban tu ley [Tora].

El salmista comienza reconociendo que los testimonios de Dios son maravillosos (heb. Pele, también: sorprendentes, admirables). Pero esa admiración no suele llegar a primera vista.  El salmista dice que los “guardó” (heb. Netzer) en su alma, que también podría traducirse como: proteger, mantener, conservar, esconder.  Los testimonios de Dios son muy ricos en significado, y siempre nos sorprenderán con mayor revelación cuando meditemos en ellos. Un ejemplo de ellos son las fiestas, que tienen una riqueza impresionante y cada año nos sorprende con mayor revelación.

Para entender la Ley de Dios no se necesita ser muy inteligente o un genio; simplemente se necesita un corazón humilde y dispuesto a aprender.   Por eso el salmista dice: La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples.” (119:130).
(Salmo 19:7La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.

El salmista sabe muy bien que a veces es difícil para el ser humano guardar los mandamientos.  Por eso él ora pidiendo que ninguna iniquidad se enseñoree de él (119:133).  Pablo entendía bien este conflicto interno del hombre, y escribió lo siguiente: 
(Romanos 6:12-14) No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; (13) ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. (14) Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.

Pablo explica que “estar bajo la gracia” no significa seguir en pecado, sino reconocer que Dios perdona a quien se arrepiente y le da la gracia para no pecar más.
(Romanos 6:15-18) ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera. (16) ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? (17)  Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; (18) y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.



Oremos…
Yehová, tú eres mi Dios; te exaltaré, alabaré tu nombre, porque has hecho maravillas;  tus consejos antiguos son verdad y firmeza.  Dichosos son los que guardan sus testimonios, y con todo el corazón te buscan.
Dios mío, te pido que me des un corazón nuevo, y pongas un espíritu nuevo dentro de mí.  Quita de mí el corazón de piedra, y dame un corazón de carne; pon dentro de mí tu Espíritu Santo, para que pueda andar en tus estatutos y guarde tus preceptos, y los ponga por obra.
Señor, reconozco que no he sido perfecto en mi camino, y me arrepiento.  Pero sé que Tú eres bueno y recto, y enseñarás a los pecadores el camino.  Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, y camino de vida las reprensiones que me instruyen. Encaminarás a los humildes por el juicio, y guiarás a los mansos su carrera.  La exposición de tus palabras me imparte luz, y me da entendimiento aunque yo fuese sencillo. Afirma mis pasos en tu palabra, y que ninguna iniquidad me domine. Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo, y enséñame tus estatutos.

[Isaías 25:1; Salmo119:2; Ezequiel 36:26-27; Salmos 25:8-10; Proverbios 6:23; Salmo 119:129-136]