Salmo 119:152-160. RESH
(Día 37)
La estrofa relacionada a la letra Resh (ר) lee de la siguiente manera:
Salmo 119: 152-160. Resh
(153) Mira mi aflicción, y líbrame, porque de tu ley [Torá] no me he
olvidado.
(154) Defiende mi causa, y redímeme; vivifícame con tu palabra [Imra].
(155) Lejos está de los impíos la salvación, porque no buscan tus
estatutos [Jukim].
(156) Muchas son tus misericordias, oh Jehová; vivifícame conforme a tus
juicios [Mishpat].
(157) Muchos son mis perseguidores y mis enemigos, mas de tus testimonios [Edot] no me he apartado.
(158) Veía a los prevaricadores, y me disgustaba, porque no guardaban tus
palabras [Imra].
(159) Mira, oh Jehová, que amo tus mandamientos [Pikudim]; vivifícame
conforme a tu misericordia.
(160) La suma de tu palabra [Dabar]
es verdad, y eterno es todo juicio [Mishpat] de tu justicia.
Desde el principio del Salmo 119, hemos visto
el compromiso firme que el salmista hace para guardar la Palabra de Dios.
(Salmo 119:152) Hace ya mucho que he entendido tus
testimonios, que para siempre los has establecido.
(Salmo 119:159-160) Mira, oh Jehová, que amo tus
mandamientos; vivifícame conforme a tu misericordia. (160) La suma de tu
palabra es verdad, y eterno es todo juicio de tu justicia.
Pero, a la par de declarar su compromiso, muchas
veces el salmista manifiesta su frustración, ya que no siempre es fácil vivir
como Dios manda pues implica ir en contra de la corriente.
(Salmo 119:155,158) Lejos está de los impíos la
salvación, porque no buscan tus estatutos… (158) Veía a los prevaricadores, y
me disgustaba, porque no guardaban tus palabras.
Seguramente muchos creyentes se identificarán
con el salmista. El deseo de obedecer
está en nuestro corazón, pero tenemos que luchar contra la oposición del mundo.
En momentos así, tenemos que tomar la
decisión de con quién queremos quedar bien: Con Dios o con los hombres.
(Gálatas 1:10)
Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de
agradar a los hombres? Pues si todavía
agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.
(Efesios 6:6-7)
no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón
haciendo la voluntad de Dios; (7) sirviendo de buena voluntad, como al Señor y
no a los hombres,
Aunque tengamos que ir en contra de la
corriente, debemos seguir firmes porque el esfuerzo no será en vano.
(Filipenses 2:12-16) Por tanto, amados míos, como siempre habéis
obedecido, no como en mi presencia
solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación
con temor y temblor, (13) porque Dios es el que en vosotros produce así el
querer como el hacer, por su buena voluntad. (14) Haced todo sin murmuraciones
y contiendas, (15) para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin
mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual
resplandecéis como luminares en el mundo; (16)
asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda
gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado.
Oremos…
Dios mío, se han multiplicado mis
adversarios. Muchos son los que se
levantan contra mí. Muchos son los que dicen de mí: “No hay para él salvación
en Dios”. Mas tú, Yehová, eres escudo
alrededor de mí; eres quien levanta mi cabeza. Mira mi aflicción y líbrame,
porque no me olvido de tu ley.
Con mi voz clamé a Ti, Yehová, y me respondiste
desde tu monte santo. Yo me acosté y
dormí, y desperté, sabiendo que Tú me sustentabas. La salvación viene de Ti, Señor, y sobre tu pueblo
habrá bendición. Yo pondré mis ojos en Ti,
y esperaré en el Dios de mi salvación. Aunque
caiga, yo me levantaré; aunque more en
medio de tinieblas, Yehová es mi luz. La
indignación del Señor soportaré, porque he pecado contra El, hasta que defienda
mi causa y establezca mi derecho. Señor,
Tú me sacarás a la luz, y yo veré tu justicia.
Defiende mi causa y redímeme; vivifícame conforme a tu palabra. Levántate, Dios mío, y sálvame.
Te doy gracias, Dios mío, porque nos has dado
la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por lo tanto, estaré firme y seré constante, creciendo
en la obra del Reino siempre, sabiendo que mi trabajo en Dios no será en vano.
[Miqueas 7:7-10; Salmo 3; 1 Corintios 15:57-58;
Salmo 119:152-160]
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