(Día 36)
Hoy leeremos la estrofa que está relacionada
con la letra Kuf (ק)…
Salmo 119: 145-151. Kuf
(145) Clamé con todo mi corazón; respóndeme, Jehová, y guardaré tus
estatutos [Jukim].
(146) A ti clamé; sálvame, y guardaré tus testimonios [Edot].
(147) Me anticipé al alba, y clamé; esperé en tu palabra [Dabar].
(148) Se anticiparon mis ojos a las vigilias de la noche, para meditar en
tus mandatos [Imra].
(149) Oye mi voz conforme a tu misericordia; oh Jehová, vivifícame
conforme a tu juicio [Mishpat].
(150) Se acercaron a la maldad los que me persiguen; se alejaron de tu ley
[Tora].
(151) Cercano estás tú, oh Jehová, y todos tus mandamientos [Mitzvot] son
verdad.
La estrofa Kuf se levanta como un
clamor del salmista. Él clama buscando
una respuesta y pidiendo salvación. Seguramente
todos nos identificamos con el salmista, ya que hay momentos en la vida en que las
cosas parecen estar fuera de control. En
esos momentos es difícil mantener la fe y la obediencia. Pero es precisamente en esos momentos en que
probamos si realmente creemos en Dios o no.
No siempre podemos cambiar las circunstancias
de nuestra vida, pero sí cómo respondemos ante ellas; es decir, lo que sí
podemos controlar es nuestra reacción ante las circunstancias. Aunque el mundo esté patas arriba, nosotros
debemos continuar haciendo las cosas como Dios manda…y todo esto hacerlo con
una buena actitud. Esto lo podemos hacer cuando tenemos la esperanza
puesta en Dios, ya que sabemos con certeza que Él es bueno y justo, y está en
control.
(Jeremías 29:11-13) Porque yo sé los planes que tengo
para vosotros—declara Jehová—planes de bienestar y no de calamidad, para daros
un futuro y una esperanza. (12) Me
invocaréis, y vendréis a rogarme, y yo os escucharé. (13) Me buscaréis y me encontraréis, cuando me
busquéis de todo corazón.
Mientras el Señor establece justicia en la
Tierra, debemos buscar a Dios de noche y de día, tal como lo hizo el salmista.
(Salmo 119:147-148) Me anticipo al alba y clamo; en tus
palabras espero. Mis ojos se anticipan a
las vigilias de la noche, para meditar en tu palabra.
(Salmo 42:8) De día mandará Jehová su
misericordia, y de noche su cántico estará conmigo; elevaré una oración al Dios
de mi vida.
Oremos…
Oye, oh Dios, mi clamor; atiende a mi oración. Desde los confines de la tierra te invoco,
cuando mi corazón desmaya. Condúceme a la roca que es más alta que yo. Porque tú has sido refugio para mí, torre
fuerte frente al enemigo. Que more yo en
tu tienda para siempre; y me abrigue en el refugio de tus alas.
Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y
Dios mío, porque es a ti a quien oro.
De mañana oirás mi voz, Señor; de mañana
presentaré mi oración a ti, y con ansias esperaré. Porque tú no eres un Dios
que se complace en la maldad; el mal no mora contigo. En la noche te desea mi alma, en verdad mi
espíritu dentro de mí te busca con diligencia; porque cuando la tierra tiene
conocimiento de tus juicios, aprenden justicia los habitantes del mundo. Se alegrarán todos los que en ti se refugian;
para siempre cantaremos con júbilo, porque tú nos proteges. Regocíjense en ti los que aman tu nombre, porque
tú, oh Yehová, bendices al justo, como con un escudo lo rodeas de tu favor.
[Salmo 5:2-4,11-12; Salmo 61:1-4; Isaías 26:9; Salmo
119:145-151]
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