domingo, 28 de septiembre de 2014

Salmo 119:129-136. PE

(Día 34)

La siguiente estrofa está relacionada con la letra Pe (פ)

Salmo 119: 129-136. Pe
(129) Maravillosos son tus testimonios [Edot]; por tanto, los ha guardado mi alma.
(130) La exposición de tus palabras [Dabar] alumbra; hace entender a los simples.
(131) Mi boca abrí y suspiré, porque deseaba tus mandamientos [Mitzvot].
(132) Mírame, y ten misericordia de mí, como acostumbras con los que aman tu nombre.
(133) Ordena mis pasos con tu palabra [Imra], y ninguna iniquidad se enseñoree de mí.
(134) Líbrame de la violencia de los hombres, y guardaré tus mandamientos [Pikudim].
(135) Haz que tu rostro resplandezca sobre tu siervo, y enséñame tus estatutos [Jukim].
(136) Ríos de agua descendieron de mis ojos, porque no guardaban tu ley [Tora].

El salmista comienza reconociendo que los testimonios de Dios son maravillosos (heb. Pele, también: sorprendentes, admirables). Pero esa admiración no suele llegar a primera vista.  El salmista dice que los “guardó” (heb. Netzer) en su alma, que también podría traducirse como: proteger, mantener, conservar, esconder.  Los testimonios de Dios son muy ricos en significado, y siempre nos sorprenderán con mayor revelación cuando meditemos en ellos. Un ejemplo de ellos son las fiestas, que tienen una riqueza impresionante y cada año nos sorprende con mayor revelación.

Para entender la Ley de Dios no se necesita ser muy inteligente o un genio; simplemente se necesita un corazón humilde y dispuesto a aprender.   Por eso el salmista dice: La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples.” (119:130).
(Salmo 19:7La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.

El salmista sabe muy bien que a veces es difícil para el ser humano guardar los mandamientos.  Por eso él ora pidiendo que ninguna iniquidad se enseñoree de él (119:133).  Pablo entendía bien este conflicto interno del hombre, y escribió lo siguiente: 
(Romanos 6:12-14) No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; (13) ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. (14) Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.

Pablo explica que “estar bajo la gracia” no significa seguir en pecado, sino reconocer que Dios perdona a quien se arrepiente y le da la gracia para no pecar más.
(Romanos 6:15-18) ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera. (16) ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? (17)  Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; (18) y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.



Oremos…
Yehová, tú eres mi Dios; te exaltaré, alabaré tu nombre, porque has hecho maravillas;  tus consejos antiguos son verdad y firmeza.  Dichosos son los que guardan sus testimonios, y con todo el corazón te buscan.
Dios mío, te pido que me des un corazón nuevo, y pongas un espíritu nuevo dentro de mí.  Quita de mí el corazón de piedra, y dame un corazón de carne; pon dentro de mí tu Espíritu Santo, para que pueda andar en tus estatutos y guarde tus preceptos, y los ponga por obra.
Señor, reconozco que no he sido perfecto en mi camino, y me arrepiento.  Pero sé que Tú eres bueno y recto, y enseñarás a los pecadores el camino.  Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, y camino de vida las reprensiones que me instruyen. Encaminarás a los humildes por el juicio, y guiarás a los mansos su carrera.  La exposición de tus palabras me imparte luz, y me da entendimiento aunque yo fuese sencillo. Afirma mis pasos en tu palabra, y que ninguna iniquidad me domine. Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo, y enséñame tus estatutos.

[Isaías 25:1; Salmo119:2; Ezequiel 36:26-27; Salmos 25:8-10; Proverbios 6:23; Salmo 119:129-136]




1 comentario:

  1. Bendiciones
    Muy agradecida de este breve estudio de salmos 119 pues la meditacion ha sido muy clara la cual pude entender y aplicar a mi vida para compartirla con otras personas.

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