sábado, 27 de septiembre de 2014

Salmo 119:121-128. AYIN

(Día 33)

La estrofa relacionada con la letra Ayin (ע) lee así…

Salmo 119:121-128. Ayin
(121)  Juicio [Mishpat] y justicia [Tzedek] he hecho; no me abandones a mis opresores.
(122)  Afianza a tu siervo para bien; no permitas que los soberbios me opriman.
(123)  Mis ojos desfallecieron por tu salvación, y por la palabra de tu justicia [Tzedek].
(124)  Haz con tu siervo según tu misericordia, y enséñame tus estatutos [Jukim].
(125)  Tu siervo soy yo, dame entendimiento para conocer tus testimonios [Edot].
(126)  Tiempo es de actuar, oh Jehová, porque han invalidado tu ley [Torá].
(127)  Por eso he amado tus mandamientos [Mitzvot] más que el oro, y más que oro muy puro.
(128)  Por eso estimé rectos todos tus mandamientos [Pikudim] sobre todas las cosas, y aborrecí todo camino de mentira.

En esta estrofa, el salmista nos presenta un concepto que está intrínsecamente relacionado con la Ley de Dios: la justicia (en hebreo Tzedek).

La justicia del hombre está basada en lo que el hombre considera como bueno y justo; pero sabemos que el hombre se equivoca, y al final la justicia es muy inestable, y hasta puede llegar a ser pervertida.  En las cortes de justicia humana, los malhechores pueden salirse con la suya si encuentran una “buena defensa”, y el justo paga por pecador.  Pero no es así en la justicia de Dios.  En el Reino de Dios la justicia es muy simple: quien comete un acto de injusticia debe pagar, ya sea en la forma de una retribución o de un castigo, mientras que los justos son recompensados.

El salmista cree en la justicia de Dios, y no en la humana. Por eso le pide a Dios que lo libre del camino de mentira y no permita que los soberbios le opriman.  Aun más importante, muestra su voluntad de actuar en la Ley de Dios y ser afianzado en el bien. 
(Deuteronomio 6:25)  Y tendremos justicia cuando cuidemos de poner por obra todos estos mandamientos delante de Jehová nuestro Dios,  como él nos ha mandado.


Oremos…
Gracias, Señor, porque Tú eres Justo.  Con el misericordioso te mostrarás misericordioso, y recto para con el hombre íntegro.  Limpio te mostrarás para con el limpio, y severo serás para con el perverso.  Por esto, yo he decidido guardar Tus caminos, oh Yehová.  Me he apartado de la maldad y me he acercado a tu Ley.  Amo tus mandamientos más que el oro, estimo rectos todos tus preceptos, y aborrezco todo camino de mentira. 
Señor, he tratado de vivir una vida recta delante de ti, y por ello me has recompensado.  Me has premiado cuando he sido justo, y conforme a la limpieza de mis manos me ha recompensado. Desfallecen mis ojos por tu salvación, y por la promesa de tu justicia.
Reconozco que no he sido perfecto, y a veces te he fallado, pero Tú perdonas a quien se arrepiente. Por tu misericordia, he sido libertado del pecado y hecho siervo de Dios, teniendo por fruto la santificación. Yo soy tu siervo, dame entendimiento para que conozca tus testimonios.  Haz con tu siervo según tu misericordia, y enséñame tus estatutos.

[Salmo 18:20-26; Romanos 6:22-23; Salmo 119:121-128]



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