En tiempo
de los reyes en Israel, hubo un líder que se inventó una fiesta para ser
celebrada en el octavo mes bíblico.
(I Reyes
12:32-33) Y Jeroboam instituyó una fiesta en el mes octavo, en el día quince del
mes, como la fiesta que hay en Judá, y subió al altar. Así hizo en Betel,
ofreciendo sacrificio a los becerros que había hecho. Y puso en Betel a los
sacerdotes de los lugares altos que él había construido. (33)
Entonces subió al altar que había hecho en Betel el día quince del mes
octavo, es decir en el mes que él había planeado en su propio corazón; e
instituyó una fiesta para los hijos de Israel, y subió al altar para quemar
incienso.
El Señor no
convocó a ninguna fiesta en el mes octavo.
El rey se inventó esta fiesta, imitando la del mes séptimo
(Tabernáculos, heb. Sucot). El cambio lo hizo por conveniencia política, y
esto tuvo consecuencias.
Para
entender por qué razón el rey hizo esto, daremos un paso atrás para ver el
contexto histórico…
ISRAEL SE DIVIDE EN DOS REINOS
Antes de
morir Salomón, Dios le envió palabra profética para decirle que su reino sería
partido en dos. Esta sería una de las
consecuencias por haberse apartado de los caminos de Dios.
(I Reyes
11:1-8) Pero el rey Salomón, además de la hija de Faraón, amó a muchas mujeres
extranjeras, moabitas, amonitas, edomitas, sidonias e hititas, (2) de
las naciones acerca de las cuales el SEÑOR había dicho a los hijos de Israel:
No os uniréis a ellas, ni ellas se unirán a vosotros, porque ciertamente
desviarán vuestro corazón tras sus dioses. Pero Salomón se apegó a ellas con
amor. (3) Y tuvo setecientas mujeres que eran princesas
y trescientas concubinas, y sus mujeres desviaron su corazón. (4)
Pues sucedió que cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres desviaron su
corazón tras otros dioses, y su corazón no estuvo dedicado por entero al SEÑOR
su Dios, como había estado el corazón de David su padre. (5)
Porque Salomón siguió a Astoret, diosa de los sidonios, y a Milcom,
ídolo abominable de los amonitas.
(6) Salomón hizo lo malo a los
ojos del SEÑOR, y no siguió plenamente al SEÑOR, como le había seguido su padre
David. (7) Entonces Salomón edificó un lugar alto a
Quemos, ídolo abominable de Moab, en el monte que está frente a Jerusalén, y a
Moloc, ídolo abominable de los hijos de Amón.
(8) Así hizo también para todas
sus mujeres extranjeras, las cuales quemaban incienso y ofrecían sacrificios a
sus dioses.
Esta
desviación tendría sus serias consecuencias:
(I Reyes
11:11-13) Y el SEÑOR dijo a Salomón: Porque has hecho esto, y no has guardado mi
pacto y mis estatutos que te he ordenado, ciertamente arrancaré el reino de ti,
y lo daré a tu siervo. (12) Sin embargo, no lo haré en tus días, por amor
a tu padre David, sino que lo arrancaré de la mano de tu hijo. (13)
Tampoco arrancaré todo el reino, sino que daré una tribu a tu hijo por
amor a mi siervo David y por amor a Jerusalén la cual he escogido.
Dios envió al
profeta Ahías para hablar con el hombre que sería el otro rey de Israel: Jeroboam.
(I Reyes
11: 29-40) Aconteció, pues, en
aquel tiempo, que saliendo Jeroboam de Jerusalén, le encontró en el camino el
profeta Ahías silonita, y éste estaba cubierto con una capa nueva; y estaban
ellos dos solos en el campo. Y tomando Ahías
la capa nueva que tenía sobre sí, la rompió en doce pedazos. Y dijo a Jeroboam: Toma para ti los 10 pedazos; porque así dijo
El Eterno Dios de Israel: He aquí que yo
rompo el reino de la mano de Salomón, y a ti te daré 10 tribus; y él tendrá una
tribu por amor a David mi siervo, y por amor a Jerusalén, ciudad que yo he
elegido de todas las tribus de Israel; por cuanto me han dejado, y han adorado
a Astoret diosa de los sidonios, a Quemos dios de Moab, y a Moloc dios de los
hijos de Amón; y no han andado en mis caminos para hacer lo recto delante de
mis ojos, y mis estatutos y mis decretos, como hizo David su padre. Pero no quitaré nada del reino de sus manos,
sino que lo retendrá por rey todos los días de su vida, por amor a David mi siervo,
al cual yo elegí, y quien guardó mis mandamientos y mis estatutos. Pero quitaré el reino de la mano de su hijo,
y lo daré a ti, las diez tribus. Y a su
hijo daré una tribu, para que mi siervo David tenga lámpara todos los días
delante de mí en Jerusalén, ciudad que yo me elegí para poner en ella mi
nombre. Yo, pues, te tomaré a ti, y tú
reinarás en todas las cosas que desare tu alma, y serás rey sobre Israel. Y si prestares oído a todas las cosas que te
mandare, y anduvieres en mis caminos, e hicieres lo recto delante de mis ojos,
guardando mis estatutos y mis mandamientos, como hizo David mi siervo, yo
estaré contigo y te edificaré casa firme, como la edifiqué a David, y yo te
entregaré a Israel. Y yo afligiré a la
descendencia de David a causa de esto, mas no para siempre. Por esto Salomón procuró matar a Jeroboam,
pero Jeroboam se levantó y huyó a Egipto, a Sisac rey de Egipto, y estuvo en
Egipto hasta muerte de Salomón.
Al morir
Salomón, su hijo Roboam subió al trono.
Pero él no prestó atención a las peticiones del pueblo para bajar los
altos impuestos; más bien les puso una carga más pesada.
(I Rey.
12:13-15) Y el rey respondió al
pueblo duramente, dejando el consejo que los ancianos le habían dado; y les
habló conforme a consejo de los jóvenes, diciendo: Mi padre agravó vuestro
yugo, pero yo añadiré a vuestro yugo, mi padre os castigó con azotes, mas yo os
castigaré con escorpiones. Y no oyó el
rey al pueblo; porque era designio de El Eterno para confirmar la palabra que
El Eterno había hablado por medio de Ahías silonita a Jeroboam hijo de Nabat.
Cuando el
pueblo oyó que Jeroboam había vuelto de su exilio, enviaron a llamarle del
norte de Israel para hacerlo rey. Para
contrarrestar la rebelión, Roboam reunió 180,000 hombres de la casa de Judá y
de la tribu de Benjamín con el fin de hacer guerra a las tribus rebeldes del
norte y hacerlas volver bajo su autoridad (1 Reyes 12: 20-21). Pero Dios frenó a Roboam, y no le permitió apagar
la rebelión del norte?
(I Reyes
12:22-24) Pero vino palabra de
El Eterno a Semaías varón de Dios, diciendo:
Habla a Roboam hijo de Salomón, rey de Judá, y a toda la casa de Judá y
de Benjamín, y a los demás del pueblo, diciendo: Así ha dicho El Eterno: No vayáis, ni peleéis contra vuestros
hermanos los hijos de Israel; volveos cada uno a su casa, porque esto lo he
hecho yo. Y ellos oyeron la palabra de
Dios, y volvieron y se fueron, conforme a la palabra del Eterno.
Diez Tribus
del Norte se rebelaron contra Roboam, y nombraron a Jeroboam como su rey. Solamente las tribus de Benjamín y Judá permanecieron fieles a la casa de David, con
Roboam como su rey. De esa forma, la
nación de Israel se dividió en dos reinos: Reino del Sur (Casa de Judá), y Reino
del Norte (Casa de Efraín).
[Nota: En el blog Estudio Biblia pueden encontrar un estudio completo de
la historia y el futuro profético de las Dos
Casas]
REINO DEL
NORTE
¿Qué pasó con Jeroboam cuando comenzó a fungir
como el rey de las diez tribus del norte en Israel?
(I Reyes 12:25-27) Entonces reedificó Jeroboam a Siquem en el monte de Efraín, y habitó en
ella; y saliendo de allí, reedificó a Penuel.
Y dijo Jeroboam en su corazón:
Ahora se volverá el reino a la casa de David, si este pueblo subiere a
ofrecer sacrificios en la casa de El Eterno en Jerusalén; porque el corazón de
este pueblo se volverá a su señor Roboam rey de Judá, y me matarán a mí, y se
volverán a Roboam rey de Judá.
Jeroboam tuvo miedo que las tribus sobre las
cuales gobernaba se volvieran de nuevo al rey Roboam, nieto de David. Esto podría suceder con facilidad, ya que todos
solían subir a Jerusalén tres veces al año para celebrar las Fiestas en el
Templo: Pascua (heb. Pesaj), Pentecostés (heb. Shavuot) y Tabernáculos (heb. Sucot). Para
evitar que su pueblo fuera a Jerusalén, introdujo reformas religiosas.
a. Otras opciones de adoración
(I Reyes 12:28-30) Y habiendo tenido consejo, hizo el
rey dos becerros de oro, y dijo al pueblo: Bastante habéis subido a Jerusalén;
he aquí tus dioses, oh Israel los cuales te hicieron subir de la tierra de
Egipto. Y puso uno en Bet-el, y el otro
en Dan. Y esto fue causa de pecado;
porque el pueblo iba a adorar delante uno hasta Dan.
El Becerro de Oro no era exactamente un ídolo
pagano, sino una falsa imagen de Dios.
El pueblo creía que estaba adorando a Yahweh, quien los sacó de Egipto…
y ese es el gran engaño. En realidad
estaba adorando a una falsa imagen de Dios.
¿Por qué aceptó esto el pueblo? Por conveniencia. Jeroboam puso los becerros de oro en lugares
estratégicos: uno al extremo norte del territorio, en Dan. Otro al extremo sur, en Betel, justo antes de
la frontera con Judá. Ahora los
israelitas ya no tendrían que viajar lejos para poder “adorar a Dios”.
Si alguien se opondría rotundamente a estos
cambios serían los levitas, quienes conocían bien las leyes y el orden de
Dios. Seguramente ellos protestaron, pero
Jeroboam los calló tomando otra medida político-religiosa:
b. Reemplazó a los sacerdotes
(I Reyes 12:31)
Hizo también casas sobre los lugares altos, e hizo
sacerdotes de entre el pueblo, que no eran de los hijos de Leví.
(II Crónicas 11:15) Y los sacerdotes y levitas que
estaban en todo Israel, se juntaron a él desde todos los lugares donde
vivían. Porque los levitas dejaban sus
ejidos y sus posesiones, y venían a Judá y a Jerusalén; pues Jeroboam y sus
hijos los excluyeron del ministerio de El Eterno. Y él designó sus propios sacerdotes para los
lugares altos, y para los demonios, y para los becerros que él había hecho.
c. Instituyó una nueva fiesta
Otro de los cambios radicales y estratégicos que
hizo Jeroboam fue cambiar el calendario bíblico. Se inventó una nueva fiesta en el mes
octavo. Ahora los israelitas ya no
tendrían que peregrinar a Jerusalén tres veces al año, pues ahora tenían su
propia fiesta local.
(I Reyes 12:32-33) Entonces instituyó Jeroboam fiesta
solemne en el mes octavo, a los quince días del mes, conforme a la fiesta
solemne que se celebraba en Judá; y sacrificó sobre un altar. Así hizo en
Bet-el, ofreciendo sacrificios a los becerros que había hecho. Ordenó también en Bet-el sacerdotes para los
lugares altos que él había fabricado.
Sacrificó, pues, sobre el altar que él había hecho en Bet-el, a los
quince días del mes octavo, el mes que él había inventado de su propio corazón;
e hizo fiesta a los hijos de Israel, y subió al altar para quemar incienso.
El nuevo sistema de adoración establecido en el
Norte fue convirtiendo poco a poco a la Casa de Israel en una nación alejada de
sus raíces hebreas y las costumbres instruidas por el Eterno en Su Torá. Los levitas huyeron al Sur, y el pueblo sólo
era instruido por los “nuevos sacerdotes” que servían al rey y a sus becerros
de oro.
(Oseas
8:11-12) Porque multiplicó
Efraín altares para pecar, tuvo altares para pecar. Le escribí las grandezas de mi ley [la Torá],
y fueron tenidas por cosa extraña.
ADVERTENCIA
Dios envió
profetas al Reino del Notye para llamarlos al arrepentimiento, y les advirtió
sobre las consecuencias si no atendían a este llamado.
(I Reyes
14:15) El Eterno sacudirá a
Israel al modo que la caña se agita en las aguas; y él arrancará a Israel de
esta buena tierra que había dado a sus padres, y los esparcirá más allá del Éufrates,
por cuanto han hecho sus imágenes de Asera, enojando a El Eterno. Y él entregará a Israel por los pecados de
Jeroboam, el cual pecó, y ha hecho pecar a Israel.
(Oseas
2:11) Haré cesar todo su
gozo, sus fiestas, sus nuevas lunas y sus días de reposo, y todas sus
festividades.
LA HISTORIA SE REPITE
Esta misma
situación se ha vuelto a repetir en la historia de la iglesia, lo cual ha
tenido repercusiones hasta el día de hoy.
El Cristianismo nació del Judaísmo.
Jesús y sus apóstoles eran judíos.
La Torá no les era “cosa extraña”, sino que la estudiaban y la ponían en
práctica.
Si esto era
así, ¿Qué hizo que los creyentes en el Mesías se apartaran de la Torá? La separación comenzó luego de la Destrucción
del Templo en el año 70 d.C., por la persecución de los romanos en contra de
los judíos. Pero se marcó oficialmente
en el siglo III con el emperador romano Constantino. Con el propósito de unificar al imperio
romano con fines políticos, Constantino declaró que el cristianismo sería la
religión oficial. Para realizar su plan
de unificación, el rediseñó el cristianismo y la transformó en una religión
nueva. Constantino mezcló el paganismo
popular con su nueva fe cristiana.
Rechazó la Torá y remplazó las
fiestas del Señor con las paganas que se celebraban en aquel tiempo en Roma. Cambió el calendario de Dios y se desconectó
de los tiempos establecidos por Dios.
Constantino
se había convertido al cristianismo, pero se divorció de las raíces hebreas de
la fe. Y no sólo él, sino obligó a todos
los creyentes del Imperio Romano a que hicieran lo mismo. Para probar su lealtad a la “religión oficial”,
se obligaba a los creyentes a pronunciar el siguiente creo, el cual revela lo
que la “iglesia oficial” creía:
Credo de Constantino
Renuncio a todas las
costumbres, ritos, legalismos, panes sin levadura, y fiestas de corderos de los
hebreos, sacrificios, oraciones, purificaciones, santificaciones y
propiciaciones, himnos y cánticos, observaciones y sinagogas, y las comidas y
bebidas de los hebreos. En un a sola
palabra, renuncio absolutamente a todo lo judío, toda ley, rito y costumbre...
Acepto todas las costumbres,
ritos, legalismos, fiestas romanas, sacrificios, oraciones, purificaciones con
agua, santificaciones por el Pontífice Máximo (el sumo sacerdote de Roma),
propiciaciones, fiestas y el sábado nuevo, "Sol dei" (día del sol),
todos los nuevas cánticos, observaciones, y todas las comidas y bebidas de los
romanos. En otras palabras, acepto
absolutamente todo lo que es romano, toda la ley nueva, rito y costumbre de
Roma, y de la nueva religión romana.
[Ref. Acta Sanctorum Martyrum
Orientalium at Occidentalium]
Las decisiones que tomó Constantino y el consejo de obispos
de ese tiempo afectaron el rumbo de la iglesia cristiana. Su influencia nos ha llegado hasta el día de
hoy. Entre las fiestas que se adoptaron de tradiciones paganas está la
“Semana Santa” y la Navidad. Hoy se
conocen como “fiestas cristianas”, pero su trasfondo y prácticas vienen de
fiestas paganas romanas.
Excelente articulo. Gracias!
ResponderEliminarMuy bueno, me ha servido para comprender bien acerca de las verdaderas fiestas cristianas
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