Hoy
inicia el mes 11, que en hebreo se conoce como “Shevat”.
Según
la tradición, en este mes se celebra el “año nuevo de los árboles”. Tal vez esto suene extraño, pero tiene un
significado especial.
Para
este tiempo, el agua de la lluvia que ha caído sobre la Tierra de Israel durante
el invierno, finalmente comienza a ascender por los troncos de los árboles, en
la forma de la nueva savia. Es
una nueva fuerza de vida para los árboles, y por eso se considera esta época
como “el año nuevo de los árboles”.
Exteriormente,
todavía es invierno. Pero por dentro ya
comienza a fluir la vida. La savia comienza
a subir, de las raíces hacia el tronco y
las ramas, donde aparecerán pronto nuevos brotes que darán fruto en las puntas
de sus ramas.
En
este tiempo inicia el despertar de la naturaleza y de la vida, trayendo
esperanza de algo nuevo.
La
palabra para “árbol” en hebreo es “Etz”, y está compuesta de dos letras: “Ayin”
que significa “ojo o manantial” y “Tzadik” que significa “justo”. La Biblia compara al hombre justo con un
árbol plantado junto a aguas.
(Salmo 1:1-3) ¡Cuán bienaventurado es el
hombre que no anda en el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de
los pecadores, ni se sienta en la silla de los escarnecedores, (2)
sino que en la ley del SEÑOR está su deleite, y en su ley medita de día
y de noche! (3) Será como árbol firmemente plantado junto a
corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no se marchita; en
todo lo que hace, prospera.
(Jeremías 17:7-8) Bendito es el hombre que confía en el SEÑOR, cuya confianza es el SEÑOR. (8) Será como árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces junto a la corriente; no temerá cuando venga el calor, y sus hojas estarán verdes; en año de sequía no se angustiará ni cesará de dar fruto.
La
Palabra de Dios es la lluvia del cielo que, al beberla—al estudiarla—trae vida
y nos dar nueva fuerza a nuestra vida
espiritual. No es la palabra que
escuchamos el año pasado, sino el agua y la revelación fresca; ésa es la nueva
savia que empezará a correr con
fuerza, trayendo nuevos brotes en nuestras vidas, para que demos nuevos frutos.
El Señor tiene nuevos frutos para cada año, pues los del año pasado ya
los comimos se secaron.
(Isaías 55:10-13) Porque
como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que
riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y
pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí
vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la
envié. Porque con alegría saldréis, y
con paz seréis vueltos; los montes y los collados levantarán canción delante de
vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso.
La Torá es el “Árbol de la Vida”.
(Proverbios 3:1-18; 21-23) Hijo mío, no te olvides de mi ley, y tu
corazón guarde mis mandamientos; porque largura de días y años de vida y
paz te aumentarán. Nunca se aparten de
ti la misericordia y la verdad; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de
tú corazón; y hallarás gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los
hombres. Fíate de Yahweh de todo tu
corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia.
Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; teme a
Yahweh, y apártate del mal, porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para
tus huesos. Honra a Yahweh con tus viene, y con las primicias de todos tus
frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de
mosto. No menosprecies, hijo mío, el castigo de Yahweh, ni te fatigues de su
corrección; porque Yahweh y al que ama castiga, como el padre al hijo a quien
quiere. Bendito el hombre que halla la sabiduría, y que obtiene la
inteligencia; porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, y sus
frutos más que el oro fino. Más preciosa
es que las piedras preciosas; y todo lo que puedes desear, no se puede comparar
a ella. Largura de días está en su mano
derecha; en su izquierda, riquezas y honra.
Sus caminos son caminos deleitosos, y todas sus veredas paz. Ella es árbol de vida a los que de ella echan
mano, y bendito son los la retiene.
El justo alarga su mano al árbol de vida
y echa mano de la Torá. Al ponerla en
práctica y aplicarla en su vida, viene bendición.
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