(Exodo 19:1-6) Al tercer mes de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, ese mismo día, llegaron al desierto de Sinaí. (2) Partieron de Refidim, llegaron al desierto de Sinaí y acamparon en el desierto; allí, delante del monte, acampó Israel. (3) Y Moisés subió hacia Dios, y el SEÑOR lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob y anunciarás a los hijos de Israel: (4) "Vosotros habéis visto lo que he hecho a los egipcios, y cómo os he tomado sobre alas de águilas y os he traído a mí. (5) "Ahora pues, si en verdad escucháis mi voz y guardáis mi pacto, seréis mi especial tesoro entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra; (6) y vosotros seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa." Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.
Allí en el Monte Sinaí, Dios invitó a Israel a ser su “especial tesoro” (heb. Segula, lit. propiedad o posesión).
¿Qué deben hacer los israelitas para poder ser el pueblo especial de Dios?
>> Escuchar Su voz y guardar el Pacto (Exo. 19:5).
¿Qué respondió al pueblo ante tal oferta?
(Exo. 19:7-8) Entonces Moisés fue y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso delante de ellos todas estas palabras que el SEÑOR le había mandado. (8) Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Haremos todo lo que el SEÑOR ha dicho. Y llevó Moisés al SEÑOR las palabras del pueblo.
Después de aceptar ser el pueblo especial de Dios, ellos recibieron la revelación de la sabiduría de Dios. Él les enseñó los secretos de una buena vida. Si obedecían los mandamientos, les iría bien a ellos y a sus hijos.
Pedro hace referencia a esto.
(1 Ped. 2:9-16) Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios , a fin de que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; (10) pues vosotros en otro tiempo no erais pueblo, pero ahora sois el pueblo de Dios; no habíais recibido misericordia, pero ahora habéis recibido misericordia. (11) Amados, os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de las pasiones carnales que combaten contra el alma. (12) Mantened entre los gentiles una conducta irreprochable, a fin de que en aquello que os calumnian como malhechores, ellos, por razón de vuestras buenas obras, al considerarlas, glorifiquen a Dios en el día de la visitación. (13) Someteos, por causa del Señor, a toda institución humana, ya sea al rey, como autoridad, (14) o a los gobernadores, como enviados por él para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen el bien. (15) Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis enmudecer la ignorancia de los hombres insensatos. (16) Andad como libres, pero no uséis la libertad como pretexto para la maldad, sino empleadla como siervos de Dios.
SEÑOR Y SALVADOR
Cuando uno entrega su vida al Señor, por lo general comienza reconociendo que Jesús es su Salvador. Pero, ¿cuántos lo reconocen como su SEÑOR, su amo? ¿Quiénes le obedecen a todo lo que Él dice?
Jesús también explicó lo que significa ser “Señor”.
(Mat. 7:21-29) No todo el que me dice: "Señor, Señor", entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. (22) Muchos me dirán en aquel día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" (23) Y entonces les declararé: "Jamás os conocí; apartaos de mí, los que practicais la iniquidad." (24) Por tanto, cualquiera que oye estas palabras mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca; (25) y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; pero no se cayó, porque había sido fundada sobre la roca. (26) Y todo el que oye estas palabras mías y no las pone en práctica, será semejante a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena; (27) y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; y cayó, y grande fue su destrucción. (28) Cuando Jesús terminó estas palabras, las multitudes se admiraban de su enseñanza; (29) porque les enseñaba como uno que tiene autoridad, y no como sus escribas.
¿Quién ha reconocido a Dios como “Señor” de su vida? No es el que hace milagros ni el que cumple con ritos, sino el que oye la Palabra de Dios la pone en práctica (7:24).
SE COMPLETA LA REDENCIÓN
La liberación que comenzó en Egipto encuentra su culminación en el Monte Sinaí. El escape de la esclavitud en la Pascua no sería completo si no hubieran recibido la Torá en el Monte Sinaí, la cual representa la “constitución” de la nación de Israel. No sólo se trata de librarnos de la esclavitud, sino de aprender a vivir una vida en libertad.
El propósito de la Ley no es “esclavizarnos” sino enseñarnos a vivir una mejor vida.
De la misma forma, el escape del pecado no sería completo si no nos hemos sometido a la obediencia de la Palabra de Dios.
Lindo mensaje Anita!!! gracias :)
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