Me llegó este artículo por e-mail sobre la controversia del ataque a la flotilla en las costas de Israel y Palestina. Aquí se los comparto...
Proporcionada respuesta israelí a la agresión turca
por Ricardo Angoso
(Porisrael.org)
Sin ánimo de caer en planteamientos maniqueos y simplemente con el deseo de hacer ver la luz en la oscuridad que rodea a la reciente agresión turca a Israel, tenemos que tener en cuenta, en primer lugar, que la organización que lideraba el convoy de carácter supuestamente humanitario estaba liderado por un grupo islamista turco, IHH, de sobra conocido, y que tiene conocidos lazos con bandas terroristas de carácter integrista que incluso financia.
Esta banda, pues no merece otro nombre, trabajó activamente en el pasado para enviar guerrilleros yihadistas a Bosnia y Herzegovina y a otras zonas de “combate”, como Chechenia y Pakistán, donde los grupos terroristas de esta ideología tratan de derribar a los gobiernos pro-occidentales de estos países y construir regímenes de carácter fundamentalista, utilizando la violencia política para imponer sus fines. Como señalaban las autoridades de Israel en una nota informativa, “la actuación no pacífica de los activistas pro-Hamás en los barcos es una prueba más de sus verdaderos objetivos. La organización que está detrás de esta flotilla, la ONG turca IHH, tiene contactos con bandas terroristas fundamentalistas islámicas y les envía regularmente fondos económicos”.
Aparte de estas consideraciones, que no son rebatibles y son reconocidas por casi todos los medios comunicación bien informados del mundo, el Gobierno del Estado de Israel ha actuado siempre con absoluta buena voluntad, y fueron los activistas de la flotilla y sus organizadores los que rechazaron los reiterados ofrecimientos del ejecutivo hebreo para hacer llegar la ayuda humanitaria a Gaza a través del puerto de Ashdod y poner fin a la provocación. También queda meridianamente claro, a tenor de las pruebas gráficas irrefutables, que los soldados israelíes que subieron a los barcos fueron atacados de forma violenta y agresiva con armas (pistolas, cócteles molotov, cuchillos y palos) por lo que tuvieron que defenderse. El ataque por parte de los activistas había sido planificado previamente.
Los barcos navegan en este momento rumbo al puerto de Ashdod, que es donde inicialmente tenían que haberse dirigido, pero en aras de contribuir a la estrategia de tensión y conflicto –que era su verdadero objetivo político-mediático- provocaron este incidente internacional para desacreditar al Estado de Israel. Una vieja historia, las mismas mentiras de siempre.
Ocultar los verdaderos peligros en la zona: la alianza turco iraní y el programa nuclear de Teherán.
Luego, conviene recordar el contexto en que se produce esta agresión al Estado de Israel, que por cierto ningún país del mundo hubiera tolerado, ni siquiera Turquía. Desde hace unos años, pero sobre todo tras la llegada del integrista islámico Recep Tayip Erdogan, el hombre que más ha hecho por alejar a Turquía del mundo occidental y democrático, la hostilidad hacia Israel es clara, notoria y existen numerosas pruebas que lo atestiguan, como la ruptura de la tradicional cooperación militar entre ambos países y el acercamiento e intensificación de relaciones con la satrapía persa. La alianza turco-iraní ya preocupa a numerosos aliados occidentales, pues no olvidemos que Turquía pertenece a la OTAN, y son ya muchos los que piensan que el Estado islamizado turco actúa como una quinta columna dentro de la Alianza Atlántica. En este clima de hostilidad, el envío de esta flotilla, atizada por uno de los grupos más integristas de la escena político-religiosa turca, constituye una agresión inadmisible para cualquier Estado en cualquier parte del mundo. No hay justificación ni ninguna excusa posible; Israel está en guerra con Hamas y esa zona es sensible y muy ligada a la seguridad del Estado hebreo.
Luego la reacción de lo más florido y radical del mundo islámico refleja quienes eran los aliados y los amigos de los agresores al Estado de Israel, puros terroristas y simpatizantes de las organizaciones anti-sionistas que llevan más de cuatro décadas repitiendo sin cesar las conocidas consignas antisemitas –no merecen otro nombre- y clamando por borrar del mapa a la que denominan como "entidad sionista". A este corifeo de conocidos enemigos de Israel se le han venido a unir los “democráticos” gobiernos de Irán, Libia e incluso Venezuela, tres de los países oficialmente más antisemitas del mundo. Venezuela, no lo olvidemos, financia, apoya y colabora con las organizaciones terroristas Hamas y Hizbulá, según aseguran fuentes de la inteligencia norteamericana.
En definitiva, y conocidos estos antecedentes y la forma en que ha actuado la flotilla turca, tolerada por el Gobierno de Ankara e incluso atizada para provocar una crisis que justifique una ruptura definitiva con Israel, la respuesta del ejército y las fuerzas de seguridad hebreas se nos juzga como absolutamente proporcionada, sujeta a un racional uso de la fuerza y totalmente legítima y acorde al derecho internacional. Israel tiene el derecho a defenderse de sus enemigos con todos los medios a su alcance y este principio es algo que no deberían de olvidar nunca sus vecinos, entre los que se encuentra la cada vez más hostil Turquía, enemiga declarada ya de la “entidad sionista” y quizá también del mundo libre y democrático. Allá Turquía en su impredecible viaje hacia ninguna parte.
Y también, no lo olvidemos, el ejecutivo de Erdogan se ha convertido en el principal aliado en el mundo del incalificable régimen iraní, que sigue negando el Holocausto y que incumple las resoluciones de las Naciones Unidas relativas a su programa nuclear. El ataque turco a Israel no ha ocurrido casualmente, es tan sólo una cortina de humo para encubrir la principal amenaza a la seguridad internacional hoy en día, que no es más que un Irán con capacidad nuclear y capaz de desestabilizar todo Oriente Medio. O, como se ha advertido en reiteradas veces desde Teherán: capaz de “borrar de la faz de la tierra a la entidad sionista”.
[RICARDO ANGOSO es periodista y analista internacional.]
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