viernes, 25 de junio de 2010

17 de Tamuz: Pecado del Becerro de Oro

Según la tradición, el día 17 de este mes (Tammuz) se guarda un ayuno. La razón es porque se cree que en esa fecha el pueblo de Israel levantó el Becerro de Oro.
Cuarenta días antes, Moisés había subido al Monte Sinaí para recibir las Tablas que daban testimonio del Pacto entre Dios e Israel, el cual el pueblo acababa de ratificar en una ceremonia.

El problema es que Moisés pareció tardar demasiado tiempo, y el pueblo creyó que había muerto. Si ellos no habían podido aguantar ni siquiera unos momentos ante la Presencia del Señor, pues se sentían morir, ¿cómo podría aguantar Moisés estar ante tal Presencia por cuarenta días?
(Exo. 20:18-21)  Y todo el pueblo percibía los truenos y relámpagos, el sonido de la trompeta y el monte que humeaba; y cuando el pueblo vio aquello, temblaron, y se mantuvieron a distancia. (19) Entonces dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros y escucharemos; pero que no hable Dios con nosotros, no sea que muramos. (20) Y respondió Moisés al pueblo: No temáis, porque Dios ha venido para poneros a prueba, y para que su temor permanezca en vosotros, y para que no pequéis. (21) Y el pueblo se mantuvo a distancia, mientras Moisés se acercaba a la densa nube donde estaba Dios.

El pueblo había preferido tener relación con Dios a través de un intermediario en lugar de tratar con Él directamente. Por esa razón, cuando parecía que Moisés no iba a descender del Monte Sinaí en esa ocasión, el pueblo sintió quedarse sin intermediario…por lo tanto, decidieron “hacer uno”.
(Exodo 32:1) Y vio el pueblo que Moisés tardaba mucho en bajar del monte, y se reunió el pueblo junto a Aarón, y le dijeron: Levántate y haz para nosotros dioses (heb. elohim) que vayan delante de nosotros, porque a este Moisés, el varón que nos hizo subir de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido.

El pueblo no sabía qué podía hacer sin Moisés. Necesitaban un líder, alguien que “fuera delante de ellos”. El problema es que ellos habían endiosado a Moisés. Ahora sentían su ausencia y necesitaban un sustituto.

En lugar de confrontar al pueblo en su falta, Aarón les siguió el rumbo y respondió a su petición.
(Ex. 32:2-5)  Y Aarón les dijo: Quitad los pendientes de oro de las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos. (3) Entonces todo el pueblo se quitó los pendientes de oro que tenían en las orejas y los llevaron a Aarón. (4) Y él los tomó de sus manos y les dio forma con buril, e hizo de ellos un becerro de fundición. Y ellos dijeron: Este es tu dios, Israel, que te ha sacado de la tierra de Egipto. (5) Cuando Aarón vio esto, edificó un altar delante del becerro. Y Aarón hizo una proclama, diciendo: Mañana será fiesta para el SEÑOR.

Es impresionante que Aarón haya hecho lo que le pidieron. Pero no debería sorprendernos porque eso mismo se ve el día de hoy en algunas congregaciones. La gente da oro para que los líderes hagan lo que ellos quieren. Los líderes religiosos hacen lo que la congregación quiere, en lugar de buscar la voluntad de Dios y hacer lo que la Palabra dice.

MÁS QUE IDOLATRÍA
Bajo una mirada superficial, se podría creer que el Becerro de Oro es un ídolo al estilo de las naciones paganas. Pero ante un análisis más detenido del texto, podremos apreciar algo más profundo y engañoso.

La palabra “dios o dioses” (32:1,4) en hebreo es Elohim, que también es un nombre de Dios. El pueblo de Israel no pidió que el sumo sacerdote les hiciera “otro dios”, sino querían una “imagen” del Dios que los sacó de Egipto.

En realidad Israel no se había olvidado de Dios tan pronto. El Becerro no estaba “reemplazando” a Dios, sino lo estaba “representando”.

El pecado del Becerro de Oro no consistía en que desear a otro dios, sino en que hicieron una FALSA IMAGEN de Dios, YHVH, quien los sacó de Egipto.

DOS PERSPECTIVAS
Los rabinos explican este pecado desde dos puntos de vista:

a.  Intermediario
El Ramban (Rabbi Moshe ben Nachman, España, 1194-1274) sugiere que el becerro de oro tenía como propósito servir de reemplazo a Moisés, no a Dios.

Ante la falta de Moisés, creyeron necesitar otro intermediario, pues tenían miedo de comunicarse directamente con Dios. Quieren a alguien que vaya delante de ellos—un líder. Pero en cierta forma, ven a su líder como “su dios”. De igual manera sucede hoy cuando los creyentes “endiosan” a sus líderes religiosos.

b.  Imagen falsa de Dios
Rabbi Yehuda Halevi (España, 1075-1141) explica que los israelitas no creían que el becerro era un dios, sino que era una representación simbólica de Dios, YHVH que los había sacado de Egipto.

El becerro no fue un acto de rebelión contra Dios, sino una forma alternativa de adorarle. El problema es que crearon una imagen totalmente falsa de El.

Cualquiera que haya sido su intención, lo que en realidad estaban haciendo lo describe bien el salmista:
(Sal. 106:19-23)  Hicieron un becerro en Horeb, y adoraron una imagen de fundición; (20) cambiaron su gloria por la imagen de un buey que come hierba. (21) Se olvidaron de Dios su Salvador, que había hecho grandes cosas en Egipto, (22) maravillas en la tierra de Cam, y cosas asombrosas en el mar Rojo. (23) El dijo que los hubiera destruido, de no haberse puesto Moisés, su escogido, en la brecha delante de El, a fin de apartar su furor para que no los destruyera.


REPRISE DEL BECERRO DE ORO
Uno podría pensar que el pueblo de Dios aprendió la lección, y la idea del Becerro desaparecería para siempre…pero no fue así. Volvió a aparecer; y no sólo eso, sino que fue duplicado.

En tiempos del rey Jeroboam sucedió lo siguiente:
(1 Reyes 12:28-33) Y el rey tomó consejo, hizo dos becerros de oro, y dijo al pueblo: Es mucho para vosotros subir a Jerusalén; he aquí vuestros dioses, oh Israel, los cuales te hicieron subir de la tierra de Egipto. (29) Puso uno en Betel y el otro lo puso en Dan. (30) Y esto fue motivo de pecado, porque el pueblo iba aun hasta Dan a adorar delante de uno de ellos. (31) Hizo también casas en los lugares altos, e hizo sacerdotes de entre el pueblo que no eran de los hijos de Leví. (32) Y Jeroboam instituyó una fiesta en el mes octavo, en el día quince del mes, como la fiesta que hay en Judá, y subió al altar. Así hizo en Betel, ofreciendo sacrificio a los becerros que había hecho. Y puso en Betel a los sacerdotes de los lugares altos que él había construido. (33) Entonces subió al altar que había hecho en Betel el día quince del mes octavo, es decir en el mes que él había planeado en su propio corazón; e instituyó una fiesta para los hijos de Israel, y subió al altar para quemar incienso.

Con los dos becerros de oro, Jeroboam pretendía sustituir el verdadero servicio a Dios por uno hecho por el hombre. Creó nuevo lugares de adoración (en lugar de Jerusalén), nuevos sacerdotes (en lugar de los levitas) y una nueva fiesta (en lugar de las fiestas levíticas).

Como si fuera poco, esta desviación se volvió a repetir en la historia, unos trescientos años después de Cristo. El emperador Constantino se convirtió al cristianismo, lo cual parecería como algo positivo luego de tantos años de persecución a los creyentes. El problema es que después él transformó la fe cristiana en algo que no era originalmente. El fue un moderno “Jeroboam” que se inventó una nueva religión.

Con el fin de unificar al imperio romano, Constantino declaró al cristianismo como la religión oficial, pero la mezcló con costumbres paganas populares. Rechazó la Torá y reemplazó las fiestas del Señor con celebraciones paganas. Cambió el calendario bíblico.

Sobre todo, promulgó el siguiente credo que todos los creyentes del Imperio debían seguir y profesar:

Credo de Constantino

Renuncio a todas las costumbres, ritos, legalismos, panes sin levadura, y fiestas de corderos de los hebreos, sacrificios, oraciones, purificaciones, santificaciones y propiciaciones, himnos y cánticos, observaciones y sinagogas, y las comidas y bebidas de los hebreos. En un a sola palabra, renuncio absolutamente a todo lo judío, toda ley, rito y costumbre...

Acepto todas las costumbres, ritos, legalismos, fiestas romanas, sacrificios, oraciones, purificaciones con agua, santificaciones por el Pontífice Máximo (el sumo sacerdote de Roma), propiciaciones, fiestas y el sábado nuevo, "Sol dei" (día del sol), todos los nuevas cánticos, observaciones, y todas las comidas y bebidas de los romanos. En otras palabras, acepto absolutamente todo lo que es romano, toda la ley nueva, rito y costumbre de Roma, y de la nueva religión romana.


DÍA EN QUE DEBE CAER LA IDOLATRÍA
El ayuno del 17 de Tamuz no sólo sirve para traer a memoria el Pecado del Becerro de Oro, sino para que darnos la oportunidad de analizar nuestras vidas para ver si hemos levantado una falsa imagen de Dios hoy en día…también para analizar si hemos puesto la vista en intermediarios en lugar de tener una relación directa con el Señor.

En este año, el 17 de Tamuz caerá en la fecha de 29 de junio de 2010. 
Este es el día para echar a tierra todo ídolo que haya tomado el lugar de Dios.

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