viernes, 3 de septiembre de 2010

Joel (Día 25): ¿Quién podrá soportarlo?


GRANDE Y TERRIBLE
Si el Día del Señor es el día en que Él se manifestará al mundo, ¿por qué lo describen como un “día temible”? ¿Acaso no es esto maravilloso?
(Joel 2:11)  El SEÑOR da su voz delante de su ejército, porque es inmenso su campamento, porque poderoso es el que ejecuta su palabra. Grande y terrible es en verdad el día del SEÑOR, ¿y quién podrá soportarlo?

Ese día va a ser grande (heb. Gadol), pero también terrible (heb. Norá, del verbo Yaré, que significa temer o reverenciar). Va a ser maravilloso porque borrará toda maldad de sobre la faz de la Tierra y establecerá un reino de justicia y paz. Pero será temible, porque aquellos que no se hayan humillado ni arrepentido, tendrán que dar cuentas por sus pecados. Este será el fuego que quemará lo malo y purificará lo valioso.
(Malaquías 3:2)  ¿Pero quién podrá soportar el día de su venida? ¿Y quién podrá mantenerse en pie cuando El aparezca? Porque El es como fuego de fundidor y como jabón de lavanderos.

El Señor se va a manifestar ante los hombres de una forma en que pocas veces lo ha hecho. Una de esas ocasiones fue en el Monte Sinaí. Cuando el Señor descendió sobre el monte, todo el pueblo temió y tembló. Ellos sintieron que iban a morir, a pesar que se habían preparado por tres días para el encuentro (Ex. 20:18-21). La realidad es que no tenemos idea de la Santidad de Dios. Por eso debemos prepararnos.

En Su Segunda Venida vamos a conocer otra faceta del Señor que no conocíamos. En su primera venida conocimos su lado humilde, pero ahora veremos su lado glorioso y poderoso. El va a venir como Juez que perdonará al humilde pero condenará al rebelde y al altivo. Vendrá como Rey y Jefe del Ejército de los cielos, sometiendo a todas las naciones bajo Su autoridad. Vendrá como Novio, esperando a una Novia sin macha ni arruga que esté a Su altura.
(Salmo 76:7-9)  Tú, sólo tú, has de ser temido; ¿y quién podrá estar en pie en tu presencia en el momento de tu ira? (8) Hiciste oír juicio desde los cielos; temió la tierra y enmudeció (9) al levantarse Dios para juzgar, para salvar a todos los humildes de la tierra.

¿Quién se salvará? Los humildes. Los que se han arrepentido. Los que hayan entregado todo a los pies del Señor.
(Nahum 1:3-7)  El SEÑOR es lento para la ira y grande en poder, y ciertamente el SEÑOR no dejará impune al culpable. En el torbellino y la tempestad está su camino, y las nubes son el polvo de sus pies. (4) El reprende al mar y lo hace secar, y todos los ríos agota. Languidecen Basán y el Carmelo, y las flores del Líbano se marchitan. (5) Los montes tiemblan ante El, y los collados se derriten; sí, en su presencia se levanta la tierra, el mundo y todos los que en él habitan. (6) En presencia de su indignación, ¿quién resistirá? ¿Quién se mantendrá en pie ante el ardor de su ira? Su furor se derrama como fuego, y las rocas se despedazan ante El. (7) Bueno es el SEÑOR, una fortaleza en el día de la angustia, y conoce a los que en El se refugian.

También Isaías profetizó acerca del Día:
(Isaías 13:6-11)  Gemid, porque cerca está el día del SEÑOR; vendrá como destrucción del Todopoderoso. (7) Por tanto todas las manos se debilitarán, el corazón de todo hombre desfallecerá, (8) y se aterrarán; dolores y angustias se apoderarán de ellos, como mujer de parto se retorcerán; se mirarán el uno al otro con asombro, rostros en llamas serán sus rostros. (9) He aquí, el día del SEÑOR viene, cruel, con furia y ardiente ira, para convertir en desolación la tierra y exterminar de ella a sus pecadores. (10) Pues las estrellas del cielo y sus constelaciones no destellarán su luz; se oscurecerá el sol al salir, y la luna no irradiará su luz. (11) Castigaré al mundo por su maldad y a los impíos por su iniquidad; también pondré fin a la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los despiadados.

Ese es el día en que Dios acabará con toda la iniquidad del mundo y establecerá justicia. Esto suena maravilloso. El problema es que todos hemos pecado, y no aguantaríamos estar en la presencia del Santo de Israel. Por eso los profetas dicen: ¿Quién podrá soportar ese día?

Mañana hablaremos de la respuesta que el Pueblo de Dios debe tener en ese Día…

ORACIÓN
Hoy oraremos con las palabras del Salmo 130:3-8:
Señor, si Tú tuvieras en cuenta las iniquidades, ¿quién podría permanecer? Pero en Ti hay perdón, para que seas temido. Espero en el Señor.
En Ti, Señor, espera mi alma, y en Tu palabra tengo mi esperanza. Mi alma Te espera más que los centinelas a la mañana. Espero en Ti, Señor, porque Tú eres misericordioso, y en Ti hay abundante redención. Tú me redimirás de todas mis iniquidades.

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