LA LUZ DEL MUNDO
Ayer vimos que Jesús (heb. Yeshua) es la Luz del mundo. El es quien ilumina nuestras vidas.
Sin embargo, él mismo dijo que “nosotros” somos la luz del mundo.
Esto no es una contradicción, sino una adicción. La luz original proviene del Señor, y luego nosotros podemos reflejar esa luz a otros.
(Mateo 5:14-16) Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar; (15) ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. (16) Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
¿Cómo podemos reflejar la luz de Dios a los demás?
Jesús explica que es con nuestras “buenas acciones”. El testimonio de una vida recta y una buena actitud es lo que llevará luz a las personas que nos rodean.
El testimonio no sólo se trata de “hablar” de Dios a los demás, sino de actuar. Como dice el refrán popular: “Nuestras acciones hablan más recio que nuestras palabras”.
Si vivimos un buen testimonio, atraeremos a los demás hacia Dios, y glorificaremos al Padre.
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