Ayer vimos que la Palabra de Dios también es LUZ al mundo. Hicimos mención de la Biblia, la palabra escrita de Dios, pero también está la Palabra revelada.
En griego se hace clara la distinción entre los dos tipos de Palabra divina:
Logos es la palabra escrita
(Gálatas 1:12) Pues ni lo recibí de hombre, ni me fue enseñado, sino que lo recibí por medio de una revelación de Jesucristo.
(Efesios 3:3-5) … por revelación me fue dado a conocer el misterio, tal como antes os escribí brevemente. (4) En vista de lo cual, leyendo, podréis comprender mi discernimiento del misterio de Cristo, (5) que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora ha sido revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu.
La Biblia, la palabra escrita, nos habla “acerca” de Dios, pero para conocerlo a El en una forma más íntima y persona necesitamos revelación. (2 Corintios 4:6) Pues Dios, que dijo que de las tinieblas resplandeciera la luz, es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Cristo.
La revelación va más allá que el conocimiento intelectual. Es la verdad puesta directamente en el corazón y en nuestro espíritu. Un ejemplo de esto es la palabra profética.
(2 Pedro 1:19) Y así tenemos la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en prestar atención como a una lámpara que brilla en el lugar oscuro, hasta que el día despunte y el lucero de la mañana aparezca en vuestros corazones.
Para vivir una vida sobrenatural, necesitamos revelación espiritual.
(Salmo 4:6-8) Muchos dicen: ¿Quién nos mostrará el bien? ¡Alza, oh SEÑOR, sobre nosotros la luz de tu rostro! (7) Alegría pusiste en mi corazón, mayor que la de ellos cuando abundan su grano y su mosto. (8) En paz me acostaré y así también dormiré; porque sólo tú, SEÑOR, me haces habitar seguro.
¿Cómo podemos vivir confiados en un mundo de oscuridad, violencia e inseguridad? Conociendo a Dios. Si ponemos la vista en las circunstancias, nos dará miedo. Pero si volvemos la vista al Rostro de Dios y vemos a Sus ojos, nos sentiremos confiados porque sabremos quién es Él y de lo que es capaz. En lugar de que el miedo nos derrumbe, el amor de Dios nos derritirá y el temor huirá.
No nos conformemos con la luz de la palabra escrita. Pidamos también al Señor tener la luz de la revelación.
Esta es nuestra oración en esta Fiesta de las Luces…
(Efesios 1:16-19) no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo mención de vosotros en mis oraciones; (17) pidiendo que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en un mejor conocimiento de El. (18) Mi oración es que los ojos de vuestro corazón sean iluminados, para que sepáis cuál es la esperanza de su llamamiento, cuáles son las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, (19) y cuál es la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, conforme a la eficacia de la fuerza de su poder.
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