sábado, 8 de octubre de 2011

Nehemías 10:28-29: Día de Expiación

En el calendario bíblico, hoy es una cita divina: es el Día de Expiación (heb. Yom Kipur).  Esta es una fiesta que representa el Día del Señor en el cumplimiento mesiánico.  Es el día en que el Señor vendrá a juzgar, perdonando a todo aquel que se haya arrepentido.  La sangre del Cordero de Dios cubre los pecados de aquellos que hayan creído en Él.  Pero quienes no hayan creído ni se hayan arrepentido, tendrán que dar cuentas ante el Juez y Rey eterno. 

El Señor nos ha citado en este día para tener un encuentro con Él. 
(Lev. 23:27-32)  A los diez días de este séptimo mes será el día de expiación; será santa convocación para vosotros, y humillaréis vuestras almas y presentaréis una ofrenda encendida al SEÑOR.  (28)  Tampoco haréis ningún trabajo en este día, porque es día de expiación, para hacer expiación por vosotros delante del SEÑOR vuestro Dios. 

¿Qué se hace en este día, en esta cita divina?  Es un día de reposo, no para divertirse sino para ponerse a cuentas con Dios. 
(Levítico 23:31-32)  No haréis, pues, trabajo alguno. Estatuto perpetuo será para vuestras generaciones dondequiera que habitéis.  (32)  Será día de completo reposo para vosotros, y humillaréis vuestras almas; a los nueve días del mes por la tarde, de una tarde a otra tarde, guardaréis vuestro reposo.

En un sentido espiritual, el trabajo representa nuestras obras, y el reposo representa el descanso que encontramos al saber que no son nuestras propias obras las que nos salvan, sino la obra de Dios en nuestras vidas.  Nadie es lo suficientemente justo para salvarse a sí mismo (Rom. 3:24; Gal. 2:16).  En los días de reposo y en las fiestas esto es lo que reconocemos, y nos presentamos a Dios con una actitud de humildad y agradecimiento por todo lo que Él ha hecho por nosotros.  El reposo físico es una manifestación externa del reposo espiritual (Heb. 4:8-10). 



Arrepentimiento del Pueblo
En tiempos de Nehemías, todo el pueblo se arrepintió cuando escucharon la ley de Dios.  La Palabra confronta, y por eso muchos no la leen ni mucho menos la estudian porque no les gusta sentirse condenados.  Pero eso es un grave error.  Como ya mencionamos, la confrontación de la Biblia no es para condenarnos sino para enderezarnos e instruirnos…para que nos vaya bien.  Es una tristeza que trae alegría, como dice Pablo:
(II Corintios 7:8-11)  Porque si bien os causé tristeza con mi carta, no me pesa; aun cuando me pesó, pues veo que esa carta os causó tristeza, aunque sólo por poco tiempo; (9) pero ahora me regocijo, no de que fuisteis entristecidos, sino de que fuisteis entristecidos para arrepentimiento; porque fuisteis entristecidos conforme a la voluntad de Dios, para que no sufrierais pérdida alguna de parte nuestra. (10) Porque la tristeza que es conforme a la voluntad de Dios produce un arrepentimiento que conduce a la salvación, sin dejar pesar; pero la tristeza del mundo produce muerte. (11) Porque mirad, ¡qué solicitud ha producido en vosotros esto, esta tristeza piadosa, qué vindicación de vosotros mismos, qué indignación, qué temor, qué gran afecto, qué celo, qué castigo del mal! En todo habéis demostrado ser inocentes en el asunto. 

La tristeza del día de hoy producirá un gozo profundo y duradero. 



Renovación del Pacto
El arrepentimiento del pueblo de Dios en tiempos de Nehemías, los llevó a renovar el pacto con Dios. 
(Nehemías 9:38)  A causa de todo esto, nosotros hacemos un pacto fiel por escrito; y en el documento sellado están los nombres de nuestros jefes, nuestros levitas y nuestros sacerdotes.

Arrepentimiento no es sólo sentir “cargo de conciencia”.  Más bien, es una conciencia que nos lleva al cambio.  En hebreo es “Teshuvá”, que literalmente significa: “Regresar”. 

El arrepentimiento comienza con reconocer que nos hemos desviado, y luego nos lleva a dar los pasos necesarios para regresar al Buen Camino.  Es regresar a vivir de la forma que Dios quiere, dejando nuestros propios deseos y voluntades.

¿Es esto lo que hemos hecho en estos 40 días de ayuno?  Si nuestro arrepentimiento ha sido genuino y firme, el paso que nos toca es renovar el pacto con el Señor como lo hicieron en tiempos de Nehemías.
(Nehemías 10:28-29)  Y el resto del pueblo, los sacerdotes, los levitas, los porteros, los cantores, los sirvientes del templo, y todos los que se han apartado de los pueblos de las tierras a la ley de Dios, sus mujeres, sus hijos y sus hijas, todos los que tienen conocimiento y entendimiento,  (29)  se adhieren a sus parientes, sus nobles, y toman sobre sí un voto y un juramento de andar en la ley de Dios que fue dada por medio de Moisés, siervo de Dios, y de guardar y cumplir todos los mandamientos de DIOS nuestro Señor, y sus ordenanzas y sus estatutos.

Si no conocemos los mandamientos de Dios, entonces propongámonos hacerlo este año.  Pero aun así no está de más renovar el pacto con Dios.  Los israelitas aceptaron los mandamientos en el Monte Sinaí, aun antes de conocerlos, porque confiaban que Dios es bueno y que cualquier cosa que venga de Él es para nuestro bien. 

Mañana cerramos el ayuno y concluimos el estudio de Nehemías…

Oremos…
En este Día de Expiación vengo delante de Ti, Señor, a presentarme en la cita a la cual Tú me has convocado.  Vengo con mucha humildad, reconociendo Tu Santidad, que contrasta con mi debilidad.  A la luz de Tu Palabra, me doy cuenta que te he fallado y me he fallado a mí mismo.  Pero el día de hoy me acerco con confianza al Trono de la Gracia para recibir  Tu misericordia, que has prometido al que se arrepiente. 

Hoy me arrepiento y regreso a Ti.  Así como Nehemías dedicó el muro dando una vuelta alrededor del muro con alabanzas (cap. 12), también hoy re-dedico mi vida a Ti.  Hoy renuevo el pacto que he hecho Contigo para ser tu pueblo y que Tú seas mi Dios. Guardaré tus mandamientos, no sólo por temor, sino por amor.  Andaré en Tus caminos y guardaré Tus mandamientos, estatutos y decretos, lo cual traerá bendición a mi vida, a mi familia y a mi sociedad.  Escojo hoy la vida, y no la muerte; la bendición, y no la maldición. 

[Hebreos 4:16; Deuteronomio 30:15-16]

(Isaías 60:18)  No se oirá hablar más de violencia en tu tierra, ni de desolación, ni de destrucción dentro de tus límites; sino que llamarás a tus murallas salvación y a tus puertas alabanza.

(Isaías 26:1-4)  En aquel día se cantará este cántico en la tierra de Judá: Ciudad fuerte tenemos; para protección El pone murallas y baluartes.  (2)  Abrid las puertas para que pueda entrar la nación justa, la que permanece fiel.  (3)  Al de firme propósito guardarás en perfecta paz, porque en ti confía.  (4)  Confiad en el SEÑOR para siempre, porque en DIOS el SEÑOR, tenemos una Roca eterna.


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