Las
Fiestas del Señor son siete, y empiezan en el mes 1 con la Pascua (heb. Pesaj),
y culminan en el mes 7 con Tabernáculos (heb. Sucot). El número 7 representa lo perfecto y
completo. El número 8 representa un
nuevo inicio. Luego que se cierra el
ciclo de las 7 fiestas de redención en el mes séptimo, comienza el mes octavo,
el cual representa un nuevo inicio.
En
la historia bíblica, en este mes octavo, Dios envió el diluvio. Fue un “borrón y cuenta nueva para la
humanidad”, borrando el mal del mundo y dándole al único hombre justo la
oportunidad de comenzar de nuevo (Gen. 7:11).
El
diluvio ocurrió en el mes que en hebreo se conoce como Jesvan o Bul. Actualmetne, éste es el octavo mes del
calendario bíblico, pero antes del Éxodo era el segundo mes. [Nota:
Dios cambió el orden del calendario cuando Israel salió de Egipto, en Exo.
12:1-2]
(Gen.
7:11) El año seiscientos
de la vida de Noé, el mes segundo, a los diecisiete días del mes, en ese mismo
día se rompieron todas las fuentes del gran abismo, y las compuertas del cielo
fueron abiertas.
Curiosamente,
en este mes inicia la época lluviosa en Israel.
Pero a diferencia del Diluvio, que fue un juicio, la lluvia en Israel es
considerada como una bendición (Deu. 11:13-17; Isa. 30:23; Isa. 55:10-11).
Toda
la Tierra estuvo cubierta de agua por casi un año. Pero en Rosh Hashaná del año
siguiente al Diluvio, se secaron las aguas (Gen. 8:13). Un mes después, en el mes de Jesvan,
Noé y su familia salieron del Arca, junto con todos los animales (Gen.
8:14-18). Esto marcó un nuevo inicio para
la humanidad.
(Gen.
8:14-16) Y en el mes segundo,
el día veintisiete del mes, estaba seca la tierra. (15)
Entonces habló Dios a Noé, diciendo: (16) Sal del arca tú, y contigo tu mujer, tus
hijos y las mujeres de tus hijos.
Luego
del período de arrepentimiento, éste mes que marca un nuevo inicio también para
nosotros. La pregunta es: ¿Qué vamos a
hacer con esta nueva oportunidad? Podemos
aprovecharla para mejorar o podemos desperdiciarla y retroceder…
LA OBRA COMPLETA
Históricamente,
en este mes se terminó la construcción del Templo de Salomón.(1 Reyes 6:38) y en el año undécimo, en el mes de Bul, que es el mes octavo, la casa fue acabada en todas sus partes y conforme a todos sus planos. La edificó, pues, en siete años.
También
en relación al Templo en Jerusalén, este mes representa un nuevo inicio.
PERSPECTIVA DE LA ETERNIDAD
En
el mundo se nos enseña a contar nuestros días sobre la tierra, pensando que
esto es lo único que cuenta. Pero lo que
la Biblia nos enseña no es a “contar” los días, sino “hacer que cuenten”, es
decir, que valgan la pena. Porque lo que
hacemos acá determinará cómo pasaremos la eternidad. (Salmo 90:12) Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría.
Ciertamente,
Dios quiere que tengamos éxito, seamos prósperos y nos vaya bien en esta vida.
(Deu.
4:39-40) Reconoce pues, hoy,
y reconsidera en tu corazón que Jehová, Él es Dios arriba en el cielo, y abajo
sobre la tierra; no hay otro. (40) Y guarda sus estatutos y sus mandamientos que
yo te mando hoy, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y
prolongues tus días sobre la tierra que Jehová tu Dios te da para siempre.
(Deu.
5:33) Andad en todo camino
que Jehová vuestro Dios os ha mandado, para que viváis, y os vaya bien, y
tengáis largos días en la tierra que habéis de poseer.
Sin
duda todos deseamos ser prósperos y que nos vaya bien. Pero, la pregunta es: ¿Qué es tener éxito?
¿Acaso el éxito verdadero se mide sólo con fama y fortuna?
Si
ese fuera el caso, la vida de Jesús se consideraría un “fracaso”, porque murió
joven sin fortunas. Pero sabemos que con
Su vida y Su muerte tuvo el mayor triunfo de la historia, venciendo al pecado y
a la muerte, y regalando vida eterna a todo el que crea en Él.
Si
nuestra medida de éxito sólo está enfocada en la fama y la fortuna, viviremos
sólo para el día de hoy. Pero si nuestra medida de éxito es una prosperidad
integral (cuerpo, alma y espíritu), pondremos los ojos en algo más eterno.
(Mateo
6:19-21) No os hagáis tesoros
en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y
hurtan. (20) Mas haceos tesoros en el cielo, donde ni la
polilla, ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. (21)
Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.Como humanos, nos cuesta entender lo que significa “la eternidad”, porque estamos acostumbrados a vivir en un mundo finito. Pero Dios es eterno, sin principio ni fin. Aunque el ser humano tiene un principio, Dios lo diseñó para vivir para siempre. Él puso este deseo en el corazón del hombre.
(Eclesiastés 3:11) Él ha hecho todo apropiado a su tiempo. También ha puesto la eternidad en sus corazones; sin embargo, el hombre no descubre la obra que Dios ha hecho desde el principio hasta el fin.
El
mundo nos entrena a pensar sólo en términos de lo temporal. Los logros se miden en base a lo que hacemos
en esta vida, y después ya no hay nada.
En contraste, la iglesia tradicionalmente ha enseñado a pensar sólo en
la vida venidera, por lo tanto, “esta vida” no tiene mucho sentido y tenemos
que tragarla como una píldora.
Ambas
perspectivas son erradas. La Biblia nos enseña a vivir esta vida en plenitud,
pero en el contexto de una perspectiva eterna.
LA ELECCIÓN ETERNA
La
pregunta no es “si” vamos a vivir para siempre, sino “en dónde”. Cada uno escoge: ¿la vida eterna en el Reino de los Cielos, o
la muerte eterna en el lago de fuego?
¿Dónde
pasaremos la eternidad? La respuesta
dependerá de si creemos en Jesús o no.
¿Cómo
pasaremos la eternidad? Dependerá de lo que hagamos en esta vida.(Apocalipsis 22:12-13) Y he aquí, yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según fuere su obra. (13) Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el postrero.
Esta
vida es la oportunidad que tenemos para obtener tesoros eternos. Lo que hagamos en esta vida determinará la
forma en que viviremos por la eternidad.
(Mateo
6:19-21) No os hagáis tesoros
en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y
hurtan. (20) Mas haceos tesoros en el cielo, donde ni la
polilla, ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. (21)
Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Jesús
no vino a condenar, sino a salvar…porque nosotros ya estábamos condenados. Pero Él vino para salvarnos, pagando el precio
de nuestra deuda de pecado. Si creemos
en Él, somos perdonados y librados de la muerte eterna. Éste es el paso de fe,
pero sólo es el primer paso, el principio de la carrera. Es la primera piedra, el fundamento, sobre el
cual debemos sobreedificar. ¿Cómo? …con
buenas obras y obediencia.
(I Cor.
3:11-15) Pues nadie puede
poner otro fundamento que el que ya está puesto, el cual es Jesucristo. (12)
Ahora bien, si sobre este fundamento alguno edifica con oro, plata,
piedras preciosas, madera, heno, paja,
(13) la obra de cada uno se hará
evidente; porque el día la dará a conocer, pues con fuego será revelada; el
fuego mismo probará la calidad de la obra de cada uno. (14)
Si permanece la obra de alguno que ha edificado sobre el fundamento,
recibirá recompensa. (15) Si la obra de alguno es consumida por el
fuego, sufrirá pérdida; sin embargo, él será salvo, aunque así como por fuego.
Los
tesoros espirituales son el oro, la plata y las piedras preciosas que
aguantarán el fuego del juicio. Son los tesoros
que tienen valor para la eternidad, no sólo para este mundo. En contraste, el heno, la paja y la hojarasca
son los tesoros de este mundo, los cuales serán consumidos por el fuego del
juicio de Dios.
Cuando
venga el Señor, Él nos va a pedir cuentas de lo que hayamos hecho con nuestras
vidas. Ése no será el juicio de la
salvación o la perdición, sino el día de rendir cuentas.
Nuestra
motivación no debe ser tanto “el miedo al castigo”, sino “el deseo de la
recompensa” que le espera a los que han hecho las cosas como Dios manda.
(1
Corintios 9:24-27) ¿No sabéis que los
que corren en el estadio, todos en verdad corren, pero sólo uno obtiene el
premio? Corred de tal modo que ganéis.
(25) Y todo el que compite en los
juegos se abstiene de todo. Ellos lo hacen para recibir una corona corruptible,
pero nosotros, una incorruptible.
(26) Por tanto, yo de esta manera
corro, no como sin tener meta; de esta manera peleo, no como dando golpes al
aire, (27) sino que golpeo mi cuerpo y lo hago mi
esclavo, no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo sea descalificado.
Dios
no espera que seamos “perfectos”, pero sí espera que demos lo mejor de lo que
Él nos ha dado. Él nos va a juzgar por
lo que hayamos hecho basado en lo que Él nos ha dado a cada uno.
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