Jesús
habló de otra señal de Su Segunda Venida.
(Mat
24:37-39) Y como en los días de
Noé, así también será la venida del Hijo del Hombre. (38)
Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo,
casándose y dándose en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el
arca, (39) y no entendieron hasta que vino el diluvio y
se los llevó a todos; así también será la venida del Hijo del Hombre.
El
gran evento que sucedió en los días de Noé fue el Diluvio, las aguas cubrieron
toda la Tierra.
(Génesis 6:5-8) Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. (6) Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le pesó en su corazón. (7) Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra, a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo, porque me arrepiento de haberlos hecho. (8) Pero Noé halló gracia en los ojos de Jehová.
(Génesis
6:12-13) Y miró Dios a la
tierra, y he aquí que estaba corrompida, porque toda carne había corrompido su
camino sobre la tierra. (13) Entonces Dios dijo a Noé: He decidido poner
fin a toda carne, porque la tierra está llena de violencia por causa de ellos;
y he aquí, voy a destruirlos juntamente con la tierra.
[Nota: Curiosamente, la palabra “violencia”
en hebreo es Hamas.]
Esto
no es para asustarnos, sino para que podamos prepararnos. ¿Cómo?
Pedro sigue diciendo:
(II
Pedro 3:11-14) Puesto que todas estas
cosas han de ser destruidas de esta manera, ¡qué clase de personas no debéis
ser vosotros en santa conducta y en piedad,
(12) esperando y apresurando la venida
del día de Dios, en el cual los cielos serán destruidos por fuego y los
elementos se fundirán con intenso calor!
(13) Pero, según su promesa,
nosotros esperamos nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la
justicia. (14) Por tanto, amados, puesto que aguardáis estas
cosas, procurad con diligencia ser hallados por El en paz, sin mancha e
irreprensibles.
Así
como en los tiempos de Noé la humanidad llegó al colmo de la maldad, de igual
forma será en los tiempos antes de la venida del Señor.
(II
Timoteo 3:1-5) Sabe también esto; que
en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. (2)
Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos,
soberbios, blasfemos, desobedientes a sus padres, malagradecidos, sin
santidad, (3) sin afecto natural, desleales, calumniadores,
incontinentes, crueles, aborrecedores de los que son buenos, (4)
traidores, impulsivos, vanidosos, amadores de placeres más que amadores
de Dios; (5) teniendo apariencia de piedad, mas negando la
eficacia de ella; a éstos evita.
No responden al
llamado
El
juicio en tiempos de Noé no vino repentinamente, sin advertencia. Más bien, en los cien años que Noé estuvo
construyendo el Arca, estuvo llamando a la gente al arrepentimiento.(II Pedro 2:5) y si no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, la octava persona, pregonero de justicia, trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos;
Noé
estuvo “pregonando”, llamando al arrepentimiento…pero no lo hubo.
De
igual forma sucederá en los últimos tiempos... Dios enviará plagas, no sólo
como juicio sino sobre todo para dar la oportunidad a todos para que se
arrepientan. Lamentablemente no muchos
lo harán, tal como dice en Apocalipsis. (Apocalipsis 9:20-21) Y el resto de la humanidad, los que no fueron muertos por estas plagas, no se arrepintieron de las obras de sus manos ni dejaron de adorar a los demonios y a los ídolos de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, que no pueden ver ni oír ni andar; (21) y no se arrepintieron de sus homicidios ni de sus hechicerías ni de su inmoralidad ni de sus robos.
Dios
no espera que seamos “perfectos”, pero si espera que reconozcamos nuestros
pecados, pues sólo así nos puede justificar. Para poder llegar al arrepentimiento,
uno debe reconocer que ha pecado. El problema
es que, tanto en aquel tiempo como al final, no hay convicción de pecado (Juan
16:8). Esto se debe a que no reconocen
la ley de Dios ni se someten a Su orden.
Cada quien hace lo que quiere. A
lo bueno llaman malo, y a lo malo, bueno.
(Isaías
5:20-24) ¡Ay de los que llaman al
mal bien y al bien mal, que tienen las tinieblas por luz y la luz por
tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo! (21)
¡Ay de los sabios a sus propios ojos e inteligentes ante sí mismos! (22)
¡Ay de los héroes para beber vino y valientes para mezclar bebidas, (23)
que justifican al impío por soborno y quitan al justo su derecho! (24)
Por tanto, como consume el rastrojo la lengua de fuego, y la hierba seca
cae ante la llama, su raíz como podredumbre se volverá y su flor como polvo
será esparcida; porque desecharon la ley del SEÑOR de los ejércitos, y
despreciaron la palabra del Santo de Israel.
¿Acaso
estamos en “tiempos como los de Noé”?
Ciertamente vemos indicios de corrupción y
violencia extrema que se
propaga cada día más y que se ha hecho universal, no sólo limitada a ciertas
regiones del globo. Igual que en los
tiempos de Noé, si el Señor no interviene, el hombre acabaría con el hombre. ¿Qué
nos queda hacer? Prepararnos y
santificarnos...
Cada día estamos más cerca del Día del Señor, ya no se ve justicia, ni paz, los tiempos peligrosos ya llegaron, que Dios nos ayudé.
ResponderEliminarGloria a Dios por sus vida y por darle la sabiduría de poder inpartirnos estos estudios de mucha edificación los bendigo en el nombre de jesus
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