(Día 9)
La cuarta de las bendiciones en el Reino de los Cielos es:
(Mateo 5:6)
Benditos los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán
saciados.
Hambre y sed es un deseo físico intenso que nos lleva a buscar
alimento y bebida, que el cuerpo necesita.
Cuando uno NO siente hambre ni sed es básicamente por dos razones:
1. porque uno acaba
de comer y beber,
2. porque uno está
enfermo.
Jesús usó la analogía del hambre y la sed para que entendiéramos
mejor la necesidad espiritual que todos tenemos. Lamentablemente no todos la sienten como
deberían, ya sea porque creen estar llenos o porque están enfermos
espiritualmente.
UN EJEMPLO EN SAMARIA
En la Biblia encontramos una historia que ejemplifica “el
hambre y sed espiritual”. Jesús se lo
explicó a una mujer samaritana que llegó a buscar agua a un pozo. Leamos la historia:
(Juan 4:7-10) Una mujer de Samaria vino a sacar agua, y Jesús le dijo: Dame de
beber. (8) Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a
comprar alimentos. (9) Entonces la mujer samaritana le dijo: ¿Cómo
es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? (Porque
los judíos no tienen tratos con los samaritanos.) (10)
Respondió Jesús y le dijo: Si tú conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: "Dame de
beber", tú le habrías pedido a El, y El te hubiera dado agua viva.
Jesús tenía sed física, y por eso pidió agua. Pero él vio más allá, y reconoció que la
mujer tenía sed espiritual; sin embargo, ella no pedía porque no conocía “el
don de Dios” (la justicia) ni reconocía su necesidad espiritual.
(Juan 4:11-14) Ella le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de
dónde, pues, tienes esa agua viva?
(12) ¿Acaso eres tú mayor que
nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo del cual bebió él mismo, y sus hijos,
y sus ganados? (13) Respondió Jesús y le dijo: Todo el que beba
de esta agua volverá a tener sed,
(14) pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que
el agua que yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna.
La mujer seguía pensando que Jesús se refería a “agua
natural”, cuando en realidad es espiritual.
En cierta forma, nos pasa lo mismo hoy en día. Muchas de nuestras oraciones se centran en
pedirle al Señor bendiciones materiales, cuando lo que necesitamos es más
profundo. Aunque el Señor nos bañe en
bendiciones materiales, si no hay un cambio espiritual, volveremos a sentir el
vacío interno. Volverá esa
insatisfacción—el hambre y sed del “Don de Dios” que no conocemos.
La mujer samaritana no conocía cuál era el regalo que Dios
tenía disponible para ella, pero si reconoció algo: tenía sed, y quería lo que
el Señor tenía para ofrecerle.
(Juan 4:15) La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga sed ni venga
hasta aquí a sacarla.
HAMBRE ESPIRITUAL
Más adelante, Jesús hizo también referencia al hambre…
(Juan 4:31-34) Mientras tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come. (32)
Pero El les dijo: Yo tengo para comer una comida que vosotros no
sabéis. (33) Los discípulos entonces se decían entre sí:
¿Le habrá traído alguien de comer?
(34) Jesús les dijo: Mi comida es
hacer la voluntad del que me envió y llevar a cabo su obra.
Los discípulos estaban pensando en la comida física, pero
Jesús se refería al alimento espiritual, al que llena más allá que el estómago.
¿Acaso no les ha pasado?
Cuando uno está tan concentrado haciendo algo importante, se le olvida
que tiene que comer. Es porque uno está
llenando un propósito mayor. Jesús dijo:
(Mateo 4:4) …Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que
sale de la boca de Dios.”
Pero no sólo es “oir” la Palabra, sino “hacerla”. Tal como Jesús dijo, la comida espiritual es
hacer la voluntad de Dios.
A Jesús lo buscaban mucho por la comida natural y por los
milagros, pero Él enseñaba que había algo más trascendental. Es más importante llenar el espíritu que
cubrir las necesidades físicas y temporales.
(Juan 6:26-35) Jesús les respondió y dijo: En verdad, en verdad os digo: me buscáis, no
porque hayáis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis
saciado. (27) Trabajad, no por el alimento que perece, sino
por el alimento que permanece para vida eterna, el cual el Hijo del Hombre os
dará, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello. (28)
Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras
de Dios? (29) Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra
de Dios: que creáis en el que El ha enviado.
(30) Le dijeron entonces: ¿Qué,
pues, haces tú como señal para que veamos y te creamos? ¿Qué obra haces? (31)
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito:
"Les dio a comer pan del cielo."
(32) Entonces Jesús les dijo: En
verdad, en verdad os digo: no es Moisés el que os ha dado el pan del cielo,
sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. (33)
Porque el pan de Dios es el que baja del cielo, y da vida al mundo. (34)
Entonces le dijeron: Señor, danos siempre este pan. (35)
Jesús les dijo: Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí no tendrá
hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed.
Mañana veremos lo que significa tener “hambre y sed de JUSTICIA”…
ORACIÓN
Señor, hoy
reconozco que te necesito. Como el
ciervo anhela las corrientes de agua, así mi alma suspira por Ti. Mi alma tiene sed del Dios viviente. Sólo Tú
puedes llenar el vacío que hay dentro de mí.
Señor, Tú
dijiste que “si alguno tiene sed, que venga a Tí y beba…y de lo más profundo de
su ser brotarán ríos de agua viva”. Eso
es lo que quiero. Necesito que Tu Espíritu
me vivifique.
Señor, dame Tu
agua, de ese “Don de Dios”, para no tener sed jamás.
[Salmo 42:1-2; Juan 7:37-39; Juan 4]
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