(Día 24)
Otro de los mandamientos que Jesús mencionó en el Sermón del
Monte es la Ley de la Retribución:
* Ley de Retribución
(Mateo 5:38) Habéis oído que se dijo: "Ojo por ojo y diente por diente."
Esta ley se encuentra en:
(Levítico 24:19-22) Si un hombre hiere a su prójimo, según hizo, así se le hará: (20) fractura por fractura, ojo por ojo, diente
por diente; según la lesión que haya hecho a otro, así se le hará. (21)
El que mate un animal, lo restituirá, pero el que mate a un hombre, ha
de morir. (22) Habrá una misma ley para vosotros; será tanto
para el forastero como para el nativo; porque yo soy el SEÑOR vuestro Dios.
La Ley de la Retribución tiene como objetivo la restitución,
no la venganza. Cuando alguien daña o
pierde la propiedad de otra persona, está obligado a restituirla. Las cortes de justicia eran las encargadas de
determinar la retribución justa en caso de que el objeto exacto no pudiera ser
reemplazado.
Algunos han tomado estos versículos como una “licencia para
la venganza”, pero ese no es el espíritu de la Ley. La Biblia habla de justicia, pero no de
justicia a manos propias. Debemos dejar
la venganza en manos de Dios, y la justicia en manos de las autoridades
competentes.
La Torá misma dice claramente que no debemos vengarnos.
(Levítico 19:18) No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino que
amarás a tu prójimo como a ti mismo; yo soy el SEÑOR.
Si alguien ha sido malo o injusto con uno, ¿acaso eso nos da
derecho a serlo también? Jesús nos
enseña cómo debemos actuar:
(Mateo 5:39-42)
Pero yo os digo: no resistáis
al que es malo; antes bien, a cualquiera que te abofetee en la mejilla derecha,
vuélvele también la otra. (40) Y al que quiera ponerte pleito y quitarte la
túnica, déjale también la capa. (41) Y cualquiera que te obligue a ir una milla,
ve con él dos. (42) Al que te pida, dale; y al que desee pedirte
prestado no le vuelvas la espalda.
Jesús nos enseña a sobreponernos a la ofensa, no vengándonos
o bajándonos al nivel de los ofensores, sino actuando correctamente. La venganza en manos propias o pagar “mal por
mal”, no borra el mal sino lo multiplica.
(Romanos 12:17-21) Nunca paguéis a nadie mal por mal. Respetad lo bueno delante de todos
los hombres. (18) Si es posible, en cuanto de vosotros dependa,
estad en paz con todos los hombres.
(19) Amados, nunca os venguéis
vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mía es
la venganza, yo pagaré, dice el Señor.
(20) Pero si tu enemigo tiene
hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber, porque haciendo esto,
carbones encendidos amontonarás sobre su cabeza. (21)
No seas vencido por el mal, sino vence con el bien el mal.
(1 Tesalonicenses 5:15)
Mirad que ninguno devuelva a otro mal por mal, sino
procurad siempre lo bueno los unos para con los otros, y para con todos.
(Proverbios 20:22) No digas: Yo pagaré mal por mal; espera en el SEÑOR, y El te salvará.
ORACIÓN
Señor, debo admitir
que en mi corazón a veces he deseado “venganza” cuando alguien ha hecho algo en
mi contra. Pero reconozco que no debo
tomar venganza en manos propias. Tuya es
la venganza, Señor.
No levantaré mi mano
contra mi prójimo, para que el mal no se multiplique. No pagaré mal por mal; más bien, decido hacer
el bien. Enséñame, Señor, a amar a mi
prójimo como Tú lo haces. Enséñame a ser
humilde y misericordioso.
Esperaré en Ti,
Señor, porque Tú me salvarás. Confío en
que Tú harás justicia. Sé mi Juez, Señor.
Defiende mi causa y líbrame del mal.
[1 Samuel 24:12,15; Prov. 20:22; 1 Tes. 5:15]
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