(Día 18)
Ya terminamos de ver lo que se conoce como “las
Bienaventuranzas”. Pero ése no es el fin
del discurso, sino tan sólo el inicio…
Como vimos, las Bienaventuranzas son las virtudes que se
esperan de un ciudadano del Reino de Dios (Mat. 5:3-12), y éstas son:
* Reconocimiento de
la pobreza espiritual;
* Libertad para
llorar;
* Humildad;
* Hambre y sed de
justicia;
* Misericordia;
* Limpio de corazón;
* Buscador de paz;
* Dispuesto a ser
perseguido.
Cuando uno pone en práctica estas virtudes, uno recibirá
bendición espiritual, y también bendecirá a los demás. El Señor dijo que así es como uno puede ser “sal
de la Tierra” y “luz al mundo”.
Hoy veremos lo que significa la primera analogía, y mañana
la segunda…
SAL DE LA TIERRA
(Mateo 5:13) Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se ha vuelto insípida,
¿con qué se hará salada otra vez? Ya para nada sirve, sino para ser echada
fuera y pisoteada por los hombres.
Jesús comparó a los creyentes que practican las
Bienaventuranzas en sus vidas con la “Sal”.
La sal tiene varios efectos:
a. Da sabor a la comida.
Tal vez todos hemos tenido la oportunidad de probar comida
sin sal, y ciertamente en insípida. La
sal ayuda a que salga el sabor de los alimentos.
De la misma manera, si un creyente sólo practica una “religión”,
pero no pone en práctica la Palabra ni permite que Dios transforme su corazón y
su alma, entonces su vida será tan insípida como la sal que ha perdido su
sabor.
¿Cuántos cristianos “insípidos” hay en el mundo? Profesan ser “hijos de Dios”, pero viven al
estilo del mundo. No es de extrañar que
los impíos no se sientan atraídos a Dios si lo que miran es lo mismo que en el
mundo.
Por el contrario, la práctica de una verdadera vida
cristiana, acentuada por las virtudes de las Bienaventuranzas, trae bendición a
quien las practica, y también sirve de testimonio al mundo.
Pablo hizo una analogía entre la sal y una buena actitud de
los creyentes.
(Colosenses 4:5-6) Andad sabiamente para con los de afuera, aprovechando bien el
tiempo. (6) Que vuestra conversación sea siempre con
gracia, sazonada como con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada
persona.
b. Ayuda a conservar los alimentos.
La sal previene que ciertos alimentos se descompongan. En tiempos antiguos, cuando aún no habían
inventado el congelador, la gente usaba la sal para conservar la carne.
La Biblia habla que la levadura contamina la masa. En contraste, la sal previene la contaminación.
En un sentido espiritual, el creyente que practica las
Bienaventuranzas “purifica” su vida, y sirve de ejemplo a su casa, familia, y comunidad.
Por el contrario, si una persona ha creído en el Señor, pero
no transforma su vida, corre el riesgo de volver a contaminarse.
(2 Pedro 2:20-21) Porque si después de haber escapado de las contaminaciones del mundo por
el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, de nuevo son enredados
en ellas y vencidos, su condición postrera viene a ser peor que la
primera. (21) Pues hubiera sido mejor para ellos no haber
conocido el camino de la justicia, que habiéndolo conocido, apartarse del santo
mandamiento que les fue dado.
ORACIÓN
Señor, yo no
quiero vivir como el mundo, sino quiero que mi vida sea transformada por medio
de la renovación de mi entendimiento, para hacer Tu voluntad. No quiero que mi vida sea inútil e insípida,
sino quiero ser “sal de la Tierra”. Ayúdame y revélame cómo puedo poner en
práctica las “Bienaventuranzas” en mi vida, no sólo para mi bendición sino para
beneficio de mi prójimo. Pero, sobre todo,
porque quiero que Tu Nombre sea glorificado a través de mi vida.
Señor, quiero
ser sal de la Tierra.
[Rom. 12:1-2; Mat. 5:13]
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