Salmo 119: Introducción

(Día 1)

Hoy damos inicio al estudio del Salmo 119.  En los primeros días haremos una introducción que nos ayudará a entender el salmo de una mejor manera.

INTRODUCCIÓN

El Salmo 119 es el capítulo más largo de la Biblia, que consta de 176 versículos.  El Salmo está dividido en 22 estrofas, y cada estrofa contiene 8 versos.  Cada estrofa representa una letra de las 22 letras del alfabeto hebreo, y los ocho versículos de cada estrofa comienzan con su correspondiente letra hebrea (este detalle se pierde en las traducciones, ya que sólo se aprecia en hebreo, el idioma original del salmo).

A continuación les muestro la imagen de una estrofa en hebreo; es la estrofa de la primera letra del alfabeto hebreo: Alef (א).  Cada versículo de esta estrofa comienza con la letra Alef, lo cual se puede apreciar en el área sombreada (tomen en cuenta que el idioma hebreo se lee de derecha a izquierda).

A diferencia de otros salmos, en éste no se señala quién lo escribió.  Algunos se lo atribuyen al rey David, y otros dicen que lo escribió Esdras. En realidad, no se sabe quien fue su autor, pero en el caso de este Salmo lo importante no es quién lo escribió sino el tema central: la Ley de Dios.

El Salmo 119 es un canto de agradecimiento a Dios por habernos regalado sus mandamientos; también es el reconocimiento del efecto positivo que la Ley de Dios tiene sobre nuestras vidas.  Para el mundo, la “ley” es vista como una carga o un estorbo, pero en la perspectiva del Reino de Dios es todo lo contrario.  La Biblia nos dice que la Ley es una bendición…es el regalo que Dios le dio a Su Pueblo en el Monte Sinaí para que les vaya bien. 

(Jeremías 7:23) Esto es lo que les mandé, diciendo: "Escuchad mi voz y yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo, y andaréis en todo camino que yo os envíe para que os vaya bien."

La Ley de Dios es lo que se conoce en hebreo como: Torá, que en español se le llama: “Pentateuco”.  Consiste de los primeros cinco libros de la Biblia: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.  La Torá es la base, el fundamento sobre el cual está edificada toda la Biblia.

La Torá no es un reglamento hecho por hombres, sino son las instrucciones de vida dictadas por Dios mismo.  El Señor sabe qué es lo que nos conviene, pues Él es nuestro Creador.  En la Torá, Dios nos revela qué es lo bueno para nuestras vidas.  No tenemos que ir por la vida “adivinando” lo que nos conviene porque Dios ya nos dio el secreto para que nos vaya bien. 

(Deuteronomio 4:40)  Así pues, guardarás sus estatutos y sus mandamientos que yo te ordeno hoy, a fin de que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y para que prolongues tus días sobre la tierra que el SEÑOR tu Dios te da para siempre.

(Deuteronomio 5:31-33) Y tú quédate aquí conmigo, y te diré todos los mandamientos y estatutos y decretos que les enseñarás, a fin de que los pongan ahora por obra en la tierra que yo les doy por posesión. (32) Mirad, pues, que hagáis como Jehová vuestro Dios os ha mandado; no os apartéis a diestra ni a siniestra. (33) Andad en todo el camino que Jehová vuestro Dios os ha mandado,  para que viváis y os vaya bien, y tengáis largos días en la tierra que habéis de poseer.

Oremos…

En el inicio de este estudio abro mi corazón para recibir tu Palabra.  Creo que la Biblia es verdadera y es la Palabra de Dios.  Por lo tanto, abro mi mente para que sea renovada según Tu entendimiento. No quiero adaptarme a este mundo, sino quiero ser transformado mediante la renovación de mi mente, para saber cuál es Tu Voluntad, Señor, la cual es buena, aceptable y perfecta.

Señor, Tu Palabra dice que si necesitamos sabiduría, la pidamos y la darás con abundancia y sin reproche.  Por lo tanto, hoy te la pido, porque sé que Tú das sabiduría, de Tu boca vienen el conocimiento y la inteligencia.

Señor, recibo Tus palabras y atesoro Tus mandamientos dentro de mí.  Daré oído a Tu sabiduría e inclinaré mi corazón al entendimiento.  Tu Palabra dice que si clamo a la inteligencia y alzo mi voz al entendimiento buscándola como plata y procurándola como tesoro escondido, entonces entenderé el temor de Dios y descubriré el conocimiento de Dios.  Señor, muéstrame tus caminos, y enséñame tus sendas.  Guíame en tu verdad y enséñame, porque Tú eres el Dios de mi salvación; en ti espero todo el día.

[Rom. 12:2; Salmo 25:4-5; Proverbios 2:1-6; Santiago 1:5]