Éste es el final de la estrofa He:
(Salmo 119:37-40)
(37) Aparta mis ojos, que no vean
la vanidad; avívame en tu camino [Derej].
(38) Confirma tu palabra [Imra] a tu
siervo, que te teme.
(39) Quita de mí el oprobio que he
temido, porque buenos son tus juicios [Mishpatim].
(40) He aquí yo he anhelado tus
mandamientos [Pikudim]; vivifícame
en tu justicia.
La palabra que se traduce como “vanidad” no es
la misma que encontramos en el libro de Eclesiastés (1:2, heb. Hebel). El salmista usa la palabra “Shav”,
que significa: falso, ilusorio, mentira; en un sentido figurado: idolatría.
El salmista le pide a Dios que aparte sus ojos
para no dejarse llevar por lo falso o lo ilusorio. El enemigo presenta las cosas de tal forma
que parecen como “buenas” a la vista, cuando en realidad no lo son. Así le pasó a Eva, quien se dejó llevar por la
codicia de sus ojos en el Edén, y luego vino su caída (Gen. 3:1-6).
El apóstol Juan nos advirtió sobre esto:
(1 Juan 2:16-17) Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de
la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del
Padre, sino del mundo. (17) Y el mundo
pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para
siempre.
En la oración que Jesús nos enseñó (el Padre
Nuestro), él dijo que pidiéramos ser librados de la tentación (Mateo
6:13). Job conocía la debilidad del
hombre, y por eso hizo pacto con sus ojos para no ver lo que podría hacerlo pecar
(Job 31:1). También Santiago nos animó
a que superemos las tentaciones, muchas de las cuales entran por los ojos:
(Santiago 1:12-16) Bienaventurado el varón que soporta la
tentación; porque cuando haya resistido
la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le
aman. (13) Cuando alguno es tentado, no
diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el
mal, ni él tienta a nadie; (14) sino que
cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y
seducido. (15) Entonces la
concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado,
siendo consumado, da a luz la muerte. (16)
Amados hermanos míos, no erréis.
El salmista reconoce que el pecado trae
vergüenza, mientras que la obediencia, la rectitud y la justicia dan vida.
Oremos…
Señor, te pido que apartes mis ojos de mirar la
vanidad, porque ello trae vergüenza y muerte.
Mis ojos humanos no siempre aprecian el engaño, y por eso necesito que
abras mis ojos espirituales para ver la realidad, según Tu Palabra. Padre, líbrame de toda tentación y todo mal.
Como Job, haré un pacto con mis ojos, para no pecar contra Ti.
Señor, ya no quiero andar como andan los
gentiles, en la vanidad de su mente, entenebrecidos en su entendimiento,
excluidos de la vida de Dios por causa de la ignorancia que hay en ellos, por
la dureza de su corazón. Ellos llegaron
a ser insensibles, y se entregaron a la sensualidad para cometer con avidez
toda clase de impurezas. Pero yo no he
aprendido de esta manera, oí y fui enseñado conforme a la verdad de Tu
Palabra. Por ello, en cuanto a mi anterior
manera de vivir, me despojo del viejo hombre, que se corrompe según los deseos
engañosos, y seré renovado en el
espíritu de mi mente, para vestirme del nuevo hombre, el cual, en la semejanza
de Dios, ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad.
[Salmo 119:37-40; Efesios 4:17-24]
Me parecio muy bueno ya que estas cosas asi nos ayudan a corregurnos y aprendemos mas sobre la biblia
ResponderEliminarQue Dios los bendiga😇