En la entrada anterior,
leímos la afirmación que Jesús le hizo a la iglesia de Tiatira, por todas las
cosas buenas que hacían. Pero ahora leeremos el llamado de atención que necesitaban
recibir del Señor por la desviación en la que habían caído…
EN CONTRA
Lo que Jesús criticó de
esta iglesia es lo siguiente:
(Apocalipsis 2:20) Pero tengo esto contra ti: que toleras a esa mujer Jezabel, que
se dice ser profetisa, y enseña y seduce a mis siervos a que cometan actos
inmorales y coman cosas sacrificadas a los ídolos.
En la historia, Jezabel
era una princesa de Sidón que se casó con Acab rey de Israel como una alianza
política. Dios había advertido en contra de este tipo de alianzas (Deu. 7:3-4),
pero el rey Acab no era un hombre temeroso de Dios (1 Reyes 16:30-31). Ella no
sólo tuvo una influencia negativa sobre su esposo, sino sobre todo el pueblo de
Israel.
(1 Reyes 21:25-26) Ciertamente no hubo ninguno como Acab que se vendiera para hacer lo malo
ante los ojos del SEÑOR, porque Jezabel su mujer lo había incitado. Su conducta
fue muy abominable, pues fue tras los ídolos conforme a todo lo que habían
hecho los amorreos, a los que el SEÑOR había echado de delante de los hijos de
Israel.
Jezabel era una mujer
fuerte y manipuladora, que se deleitaba en hacer el mal. También se
caracterizó por procurar la destrucción y muerte de los profetas de Dios (1
Reyes 18:4; 19:2).
Jesús usa la imagen de
Jezabel para hacer ver a la iglesia de Tiatira que algo similar estaba
ocurriendo entre ellos, al haber permitido entrar a alguien con ese espíritu.
En un sentido figurado Jezabel es una persona que tiene un
espíritu manipulador que incita al pecado. Y es importante entender que
“Jezabel” no era alguien que estaba “fuera” de la iglesia tratando de hacer
caer a los creyentes, sino que era alguien dentro de la iglesia. Con sus
doctrinas y falsas profecías enseñaba a los creyentes a que no se sintieran condenados
por pecar. La Biblia enseña que “no hay condenación” para los que creen en el
Señor (Rom. 8:1); pero esa gracia no nos da “licencia para pecar”. Al
contrario, luego de aceptar el perdón, debemos proceder al arrepentimiento, que
implica regresar a vivir como Dios manda.
La mayor amenaza a la
iglesia de Tiatira no venía de afuera, sino de adentro. A diferencia
de otras iglesias que eran perseguidas por el estado, los paganos o los
religiosos, el peligro de destrucción de esta iglesia provenía de una
descomposición interna. Esto es semejante a lo que pasa en la iglesia moderna
en los países libres, que no sufren persecución externa, pero que corren el
riesgo de destruirse desde adentro por la falta de enseñanza bíblica, por
doctrinas falsas y por liderazgo permisivo que no se opone al pecado de sus
miembros.
Este peligro fue el que
Pablo señaló también de la iglesia de Corinto. Habían permitido que
el pecado infiltrara la iglesia, y no habían hecho nada al respecto.
(1 Corintios
5:1-2) En efecto, se oye que entre vosotros hay
inmoralidad, y una inmoralidad tal como no existe ni siquiera entre los
gentiles, al extremo de que alguno tiene la mujer de su padre. Y os habéis
vuelto arrogantes en lugar de haberos entristecido, para que el que de entre
vosotros ha cometido esta acción fuera expulsado de en medio de vosotros.
Como Pablo explica: “la
levadura contamina toda la masa”. Por lo tanto, debe sacarse lo malo de la
iglesia, ya sea por arrepentimiento o por expulsión del pecador entre ellos (1
Cor. 5).
Jesús señala que el
pecado de Tiatira fue haber “tolerado a Jezabel” y el pecado que ella promovía.
Si uno toma el camino de la complacencia y la tolerancia, el camino es
resbaladizo, que nos lleva al pecado, tal como le pasó a la iglesia de Tiatira.
Esta es una de las advertencias que el Señor da a las iglesias de los últimos
tiempos.
EL FINAL DE JEZABEL
En tiempos de los reyes,
el final de Jezabel fue terrible, ya que murió sin ser sepultada y los perros
comieron sus restos (2 Reyes 9:8-10). Jesús advierte a Tiatira que el final de
los que sigan la doctrina de Jezabel será también terrible…
(Apocalipsis
2:21-23) Le he dado tiempo para arrepentirse, y no
quiere arrepentirse de su inmoralidad. Mira, la postraré en cama, y a los que
cometen adulterio con ella los arrojaré en gran tribulación, si no se
arrepienten de las obras de ella. Y a sus hijos mataré con pestilencia, y todas
las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña las mentes y los corazones, y
os daré a cada uno según vuestras obras.
El Señor siempre da
tiempo para arrepentirse, aun a Jezabel. Pero llegará el tiempo de la
justicia—perdón para quien se arrepienta, y castigo para quien no lo haga.
Nótese que la maldición
no sólo afectará al pecador, sino a sus hijos—lo cual es un principio bíblico.
(Números 14:18) El SEÑOR es lento para la ira y abundante en misericordia, y perdona la
iniquidad y la trasgresión; mas de ninguna manera tendrá por inocente al
culpable; sino que castigará la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta
la tercera y la cuarta generación.
EL REMANENTE FIEL
Aunque muchos creyentes
en Tiatira siguieron la doctrina de Jezabel, debemos saber que otro grupo se
guardó y permaneció fiel a Dios. Para ellos, el Señor tiene palabras de ánimo:
(Apocalipsis
2:24-25) Pero a vosotros, a los demás que están en
Tiatira, a cuantos no tienen esta doctrina, que no han conocido las cosas
profundas de Satanás, como ellos las llaman, os digo: No os impongo otra carga.
No obstante, lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga.
La frase “a los demás”
(gr. Loipoi) también podría traducirse como “remanente”. El Señor
dice que este remanente no ha conocido “las cosas profundas de Satanás”.
Algunos comentaristas creen que esto se refiere a doctrinas que justifican el
pecado, es decir, “el mal disfrazado de bien”. Jezabel justificaba el pecado. Y
no hay mayor engaño que creerse justo cuando uno no lo es.
AL VENCEDOR
Finalmente, el Señor
señala cuál será la recompensa a todo el que salga vencedor de la prueba en
Tiatira:
(Apocalipsis
2:26-28) Y al vencedor, al que guarda mis obras
hasta el fin, le daré autoridad sobre las naciones; y las regirá con vara de
hierro, como los vasos del alfarero son hechos pedazos, como yo también he
recibido autoridad de mi Padre; y le daré el lucero de la mañana.
La recompensa para el
que salga vencedor será:
a. Autoridad
sobre las naciones
En su segunda venida,
Jesús vendrá como el Rey y Juez de todas las naciones. A quien se le
oponga, lo destruirá (Salmo 2:6-9). En ese tiempo, “toda rodilla se
doblará y toda lengua confesará que Jesús es el Rey” (Isa. 45:23). Después de
esto, el Señor va a delegar su autoridad a siervos que hayan probado ser
fieles.
(Mateo 19:28) Y Jesús les dijo: En verdad os digo que vosotros que me habéis seguido, en
la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria,
os sentaréis también sobre doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
Otras referencias: Lucas
22:28-30; Daniel 7:18,27.
b. El Lucero
de la mañana
En términos de la
astronomía, el “lucero de la mañana” se refiere al planeta Venus, que a nuestra
vista se aprecia como una estrella brillante en el Cielo. Recibe ese
nombre porque alcanza su mayor resplandor justo antes del amanecer.
En términos bíblicos, el
Lucero de la mañana se refiere a Jesús el Mesías. En forma simbólica, luego que
pase el momento más oscuro de la historia, entonces el Señor vendrá, como la
luz de la mañana.
(Apocalipsis
22:16) Yo, Jesús, he enviado a mi ángel a fin de
daros testimonio de estas cosas para las iglesias. Yo soy la raíz y la
descendencia de David, el lucero resplandeciente de la mañana.
El amanecer deja atrás
la oscuridad, y da paso a la luz del día. De la misma manera, ya no reinará más
sobre la tierra Lucifer con sus tinieblas, sino vendrá con la luz del Mesías,
el “Lucero de la Mañana”.
Más capítulos de este estudio en: Apocalipsis
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