Ruinas en Laodicea |
HISTORIA DE LAODICEA
Laodicea era una de las ciudades más prósperas de la región gracias a su comercio. Estaba estratégicamente localizada en el encuentro de dos importantes rutas comerciales, la del este-oeste y la del norte-sur; por eso se convirtió en una ciudad banquera, donde se intercambiaba todo tipo de moneda. Además, era conocida por varias industrias, entre las cuales estaba la fabricación de prendas de lana negra al igual que un ungüento especial para los ojos hecho de rocas pulverizadas de la región. La ciudad era tan rica que se dieron el lujo de rechazar la ayuda del imperio romano cuando un terremoto devastó la región en el año 60 a.C., pues ellos contaban con suficientes recursos propios para la reconstrucción.
Laodicea era un pueblo rico, orgulloso y autosuficiente…pero había algo que no tenía: agua. Ellos se vieron forzados a comprar agua de los pueblos vecinos, la cual era transportada a través de acueductos. A Colosa le compraban aguas frescas de manantiales. Por el contrario, el agua de Hierápolis era caliente, ya que provenía de fuentes termales; pero para el tiempo en que el agua llegaba a Laodicea, ésta se volvía tibia. Antes de beberla, debían esperar a que el agua se enfriara, ya que si la tomaban tibia producía náusea pues estaba cargada de minerales que debían sedimentarse.
MENSAJE A LA IGLESIA
En contraste con la iglesia de Filadelfia, la cual no recibió reprensión del Señor, esta última iglesia no recibió ninguna afirmación sino sólo un llamado de atención. Aun así, el Señor aun los consideraba como parte de Su iglesia. A pesar del estado en que se encontraba esta iglesia, todavía tenían esperanza—tenían tiempo para arrepentirse y salir victoriosos.
La iglesia de Laodicea también era rica, como lo era toda la ciudad. Esto no tiene nada de malo, pues Dios quiere que sus hijos sean prósperos en todo. El peligro llega cuando la gente se olvida de Dios, distraído por sus riquezas. Esto es lo que Dios advirtió a los israelitas antes de entrar a la Tierra Prometida:
(Deuteronomio 8:17-18) No sea que digas en tu corazón: "Mi poder y la fuerza de mi mano me han producido esta riqueza." Mas acuérdate del SEÑOR tu Dios, porque El es el que te da poder para hacer riquezas, a fin de confirmar su pacto, el cual juró a tus padres como en este día.
La prosperidad material debe ir de la mano con la espiritual (3 Juan 1:2). Pero si la riqueza material se convierte en el objetivo de la vida, entonces perdemos la perspectiva de lo que es verdaderamente importante: Dios. Esto es lo que le sucedió a la iglesia de Laodicea, y Jesús se los hizo ver:
(Apocalipsis 3:17) Porque dices: "Soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad"; y no sabes que eres un miserable y digno de lástima, y pobre, ciego y desnudo.
La iglesia de Laodicea se creía “rica”, pero en realidad era muy pobre. Al final de la carta (Apoc. 3:20) vemos que Jesús no estaba con ellos. Tal vez no se habían dado cuenta, pero habían dejado al Señor afuera, y por eso él tuvo que tocar a la puerta para que le permitieran entrar.
CIEGOS Y DESNUDOS
El Señor también describe a esta iglesia como “ciega y desnuda”. Esta descripción tuvo que pegarles fuerte a los creyentes de Laodicea, ya que era algo que no pensaban carecer. Como mencionamos antes, Laodicea era famosa por un colirio fabricado localmente, el cual curaba enfermedades de los ojos. Tampoco creían estar desnudos porque en esta ciudad fabricaban vestimentas de lana. En un sentido espiritual, Jesús les hace ver que eran ciegos porque no podían ver la realidad de Dios ni el ámbito espiritual. Y estaban desnudos espiritualmente porque estaban vestidos de sus propias obras, pero no de la justicia de Dios.
Pedro describe la ceguera como la carencia de las virtudes espirituales.
(2 Pedro 1:5-9) Por esta razón también, obrando con toda diligencia, añadid a vuestra fe, virtud, y a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio, al dominio propio, perseverancia, y a la perseverancia, piedad, a la piedad, fraternidad y a la fraternidad, amor. Pues estas virtudes, al estar en vosotros y al abundar, no os dejarán ociosos ni estériles en el verdadero conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Porque el que carece de estas virtudes es ciego o corto de vista, habiendo olvidado la purificación de sus pecados pasados.
Los creyentes de Laodicea eran pobres, ciegos y desnudos espiritualmente. Eran ciegos porque no habían permitido que las virtudes del Espíritu Santo transformaran su carácter. Su falta de virtud se hacía evidente “en la calle”, y así quedaban desnudos, con su pobreza espiritual expuesta ante todos.
CONSEJO
Para evitar la pobreza, la ceguera y la desnudez, Jesús les aconsejó hacerse de tesoros espirituales:
(Apocalipsis 3:18) Te aconsejo que de mí compres oro refinado por fuego para que te hagas rico, y vestiduras blancas para que te vistas y no se manifieste la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos para que puedas ver.
La iglesia de Laodicea creía tenerlo todo, pero en un sentido espiritual no tenían mucho. Habían creído en Jesús como su Salvador, pero no como su Señor. Eran salvos, pero no habían permitido que sus vidas fueran transformadas a la imagen de Jesucristo. Pablo lo explica de la siguiente manera:
(1 Corintios 3:11-15) Pues nadie puede poner otro fundamento que el que ya está puesto, el cual es Jesucristo. Ahora bien, si sobre este fundamento alguno edifica con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada uno se hará evidente; porque el día la dará a conocer, pues con fuego será revelada; el fuego mismo probará la calidad de la obra de cada uno. Si permanece la obra de alguno que ha edificado sobre el fundamento, recibirá recompensa. Si la obra de alguno es consumida por el fuego, sufrirá pérdida; sin embargo, él será salvo, aunque así como por fuego.
¿Cómo podemos “comprar” el tesoro espiritual? El profeta Isaías lo revela:
(Isaías 55:1-3) Todos los sedientos, venid a las aguas; y los que no tenéis dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad vino y leche sin dinero y sin costo alguno. ¿Por qué gastáis dinero en lo que no es pan, y vuestro salario en lo que no sacia? Escuchadme atentamente, y comed lo que es bueno, y se deleitará vuestra alma en la abundancia. Inclinad vuestro oído y venid a mí, escuchad y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros un pacto eterno, conforme a las fieles misericordias mostradas a David.
El tesoro espiritual es gratis. Todo lo que se necesita es tener hambre y sed de ello. Este deseo espiritual nos llevará a buscar a Dios y a escucharle, y Él saciará nuestra alma sin falta. Sin embargo, Él no nos da nada a la fuerza; debemos quererlo para recibirlo.
NOMBRE DE JESÚS
Jesús se presenta de la siguiente manera ante la iglesia de Laodicea:
(Apocalipsis 3:14) “…El Amén, el Testigo fiel y verdadero, el Principio de la creación de Dios…”
a. Amén
“Amén” es una palabra hebrea que significa: seguridad, fidelidad, verdad. Cuando uno dice: “amen” es porque uno está seguro de algo, confirma que es verdad. En español se podría traducir como: “¡Así es!”.
Lo que parece imposible, para Dios no es problema. Lo que Él promete, lo cumplirá. Esto mismo nos enseña Pablo.
(2 Corintios 1:20) Pues tantas como sean las promesas de Dios, en El todas son sí; por eso también por medio de El, Amén, para la gloria de Dios por medio de nosotros.
Jesús es el Amén. En él se cumplen todas las promesas de Dios. El las lleva a cabo y las lleva a su cumplimiento.
b. Testigo fiel y verdadero
Jesús también se describe como el Testigo Fiel, tal como se menciona en el capítulo uno (Apoc. 1:5). Testigo es aquel que da testimonio de algo que presenció. Jesús es el único que ha visto a Dios, por lo tanto, nos puede revelar cómo es Él. Además, da testimonio de lo que ha oído del Padre, y lo transmite fielmente (Juan 7:28-29; 8:13-19,25-29; 18:37). Pero Jesús no sólo da testimonio de Dios en palabra, sino también en obra. Con su vida, nos revela quién es Dios en medio de un mundo apartado de Él.
La palabra griega para “testigo” es “martus”, que también se puede traducir como “mártir”. Los mártires son los testigos que están dispuestos a morir por la verdad. Jesús fue perseguido por hablar la verdad, pero Él fue testigo fiel hasta la muerte (Juan 8:37-59), y aun después de la muerte. En los últimos tiempos, nosotros seremos llamados a seguir su ejemplo: a dar testimonio de la verdad y estar dispuestos a morir por ello.
En Su segunda venida, el Señor se presentará con el nombre de “Fiel y Verdadero”.
(Apocalipsis 19:11) Y vi el cielo abierto, y he aquí, un caballo blanco; el que lo montaba se llama Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y hace la guerra.
Esta descripción de Jesús contrasta con el estado de la iglesia de Laodicea, quienes estaban viviendo una falsedad y una fantasía. Se creían ricos, pero eran pobres; creían ver, pero eran ciegos. Por eso el Señor los llama a que abran sus ojos.
c. Principio de la creación
Jesús también se presenta a esta iglesia como “el Principio de la Creación de Dios”.
Esto no quiere decir que fue creado de primero, pues Él es Dios; más bien significa que Él estuvo a cargo de la creación. La palabra que se traduce como “principio”, en griego es “arke”, que también quiere decir: jefe, gobernante, principado, poder, dominio.
Jesús no sólo estuvo presente en la creación del mundo, sino que participó de una forma activa, como lo explica Juan.
(Juan 1:1-3) En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. El estaba en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de El, y sin El nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
(Colosenses 1:15-18) El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en El fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de El y para El. Y El es antes de todas las cosas, y en él todas las cosas permanecen. Él es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia; y Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, a fin de que Él tenga en todo la primacía.
Jesús es Creador y el Sustentador de todo. Él es quien tiene el poder sobre todas las cosas y sobre todo poder y dominio. Esto es algo que debían entender los creyentes de Laodicea, ya que ellos se creían autosuficientes. Debían reconocer que dependían de Dios, y que Él tiene la autoridad.
En la próxima entrada terminaremos de ver el mensaje que Jesús le da a la iglesia de Laodicea…
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