La crítica principal que el Señor hace a
la iglesia de Laodicea es su conformidad y su tibieza.
(Apocalipsis 3:15-16) Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente.
¡Ojalá fueras frío o caliente! Así, puesto que eres tibio, y no frío ni
caliente, te vomitaré de mi boca.
Los creyentes de Laodicea entendieron
muy bien la analogía del agua, pues ellos sabían bien que no debían tomar el
agua tibia porque les producía nausea. Jesús les explicó que esa misma reacción
le producía un creyente tibio. El Señor les dijo que aún era preferible que estuvieran
“fríos”—y no porque fuera un estado mejor, sino porque así por lo menos se darían
cuenta de su necesidad. Pues si alguien cree que está bien, entonces no tendrá
la conciencia que debe cambiar o arrepentirse. Esto es lo que Jesús les
explicó:
(Apocalipsis 3:17) Porque dices: "Soy rico, me he enriquecido y de
nada tengo necesidad"; y no sabes que eres un miserable y digno de
lástima, y pobre, ciego y desnudo.
A continuación, Jesús explica por qué
les dio un mensaje tan fuerte a esta iglesia:
(Apocalipsis 3:19) Yo reprendo y disciplino a todos los que amo; sé, pues,
celoso y arrepiéntete.
Cuando el Señor nos llama la atención, lo
hace por amor (1 Corintios 11:32). Nos exhorta para que rectifiquemos. Y
nuestra actitud debe ser de recibir la corrección.
(Proverbios 3:11-12) Hijo mío, no rechaces la disciplina del SEÑOR ni
aborrezcas su reprensión, porque el SEÑOR a quien ama reprende, como un padre
al hijo en quien se deleita.
El Testigo fiel habló la verdad, “sin
pelos en la lengua”. La iglesia necesita
oír la verdad, porque esa es la única forma de reaccionar y tomar acción, antes
que sea demasiado tarde.
Cuando uno se cree rico, piensa que no
necesita de nada (Oseas 12:8-9). Ése era el estado mental de Laodicea. Pero
Jesús les hace ver que les falta lo que es verdaderamente importante.
(Apocalipsis 3:18) Te aconsejo que de mí compres oro refinado por fuego para
que te hagas rico, y vestiduras blancas para que te vistas y no se manifieste
la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos para que puedas ver.
Aquí el Señor no está hablando de
obtener “salvación”, pues como creyentes ya la tienen. Más bien está hablando
de subir de nivel en la vida espiritual. Ellos se habían quedado como niños, pero
necesitan madurar y crecer en los dones espirituales. Y Jesús dice que lo que
deben obtener es lo siguiente:
a. Oro refinado
El oro refinado no se obtiene con
facilidad. Primero se excava y se saca de la tierra o la mina en forma bruta.
Después se debe limpiar, y por último refinar pasándolo por fuego.
El oro en la Biblia representa lo
divino. Puede representar nuestra fe en Dios, la cual puede ser puesta a
prueba. Es fácil tener fe en Dios “en las buenas”, pero, ¿quién sigue siento
fiel en medio de las pruebas y aflicciones?
(1 Pedro 1:6-7) En
lo cual os regocijáis grandemente, aunque ahora, por un poco de tiempo si es
necesario, seáis afligidos con diversas pruebas, para que la prueba de vuestra
fe, más preciosa que el oro que perece, aunque probado por fuego, sea hallada
que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo.
Nosotros podemos poner a prueba nuestra
fe en la vida diaria, o esperar a que sea puesta a prueba en la tribulación
final. Pero es mejor hacerlo antes, para que descubramos si nuestra fe en Dios
es real y profunda, o si es sólo de labios—si en lugar de oro es paja.
(1 Corintios 3:12-15) Ahora bien, si sobre este fundamento alguno edifica con
oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada uno se hará
evidente; porque el día la dará a conocer, pues con fuego será revelada; el
fuego mismo probará la calidad de la obra de cada uno. Si permanece la obra de
alguno que ha edificado sobre el fundamento, recibirá recompensa. Si la obra de
alguno es consumida por el fuego, sufrirá pérdida; sin embargo, él será salvo,
aunque así como por fuego.
b. Vestiduras blancas
En Laodicea se fabricaban vestimentas
hechas de lana negra. Pero el Señor les ofrecía algo mejor: vestiduras blancas,
finas y suaves.
En Apocalipsis se explica que las
vestiduras se emblanquecen con la sangre del Cordero.
(Apocalipsis 7:13-14) Y uno de los ancianos habló diciéndome: Estos que están
vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido? Y yo le
respondí: Señor mío, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que vienen de la gran
tribulación, y han lavado sus vestiduras y las han emblanquecido en la sangre
del Cordero.
Luego de recibir la justificación como
regalo del Señor, debemos comenzar a vivir con un buen testimonio, como es
digno de los hijos de Dios, como la Novia del Cordero.
(Apocalipsis 19:8) Y a ella le fue concedido vestirse de lino fino,
resplandeciente y limpio, porque las acciones justas de los santos son el lino
fino.
El Señor también dice:
(Apocalipsis 16:15) He aquí, vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela y
guarda sus ropas, no sea que ande desnudo y vean su vergüenza.
c. Colirio para los ojos
Los creyentes en Laodicea tenían ceguera
espiritual. No veían bien las cosas; la línea entre lo bueno y lo malo estaba
borrosa.
Parte importante de la ceguera es no
reconocer las faltas propias (Juan 9:41). Y si uno no lo reconoce, no podrá
cambiar ni progresar.
Pedro explica que el ciego es quien no
tiene las virtudes del Espíritu.
(2 Pedro 1:9) Porque
el que carece de estas virtudes es ciego o corto de vista, habiendo olvidado la
purificación de sus pecados pasados.
Juan también dice que el ciego es el que
no ama al prójimo.
(1 Juan 2:9-11) El
que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está aún en tinieblas. El
que ama a su hermano, permanece en la luz y no hay causa de tropiezo en él.
Pero el que aborrece a su hermano, está en tinieblas y anda en tinieblas, y no
sabe adónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.
La medicina para la ceguera espiritual
es el colirio: es reconocer que necesitamos transformarnos a la imagen del
Señor. ¿Quién ha alcanzado la medida de la estatura de la plenitud de Cristo? Mientras
no lo hayamos hecho, tenemos algo que cambiar, que mejorar, que perfeccionar (Efesios
4:13-24) .
COMPRA DE MI
¿Dónde podemos comprar ese oro refinado,
las vestiduras blancas y el colirio?
El Señor dice: “te aconsejo que lo
compres de mí” (3:18). ¿Cómo podemos comprarlo? ¿En dónde? ¿Con qué dinero? Isaías
responde a esas preguntas:
(Isaías 55:1-3) Todos
los sedientos, venid a las aguas; y los que no tenéis dinero, venid, comprad y
comed. Venid, comprad vino y leche sin dinero y sin costo alguno. ¿Por qué
gastáis dinero en lo que no es pan, y vuestro salario en lo que no sacia?
Escuchadme atentamente, y comed lo que es bueno, y se deleitará vuestra alma en
la abundancia. Inclinad vuestro oído y venid a mí, escuchad y vivirá vuestra
alma; y haré con vosotros un pacto eterno, conforme a las fieles misericordias
mostradas a David.
Jesús no espera que seamos ricos, pero
sí espera que tengamos hambre y sed de Él. No espera que seamos “perfectos”,
pero sí que seamos honestos y reconozcamos nuestra condición, pues sólo así
podremos cambiar y estar abiertos para recibir Su ayuda.
LLAMO A LA PUERTA
La iglesia de Laodicea creían que lo tenían
todo, pero no tenían lo más importante: el Señor no estaba allí. Jesús estaba
fuera de la iglesia, y por eso estaba tocando a la puerta. Tal vez sin darse
cuenta, poco a poco lo sacaron, lo desplazaron, lo hicieron a un lado. Aun así,
Jesús no se olvidó de ellos, y los llamó.
(Apocalipsis 3:20-22) He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi
voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo.
Sentarse a comer en la misma mesa
implica tener compañerismo cercano. En tiempos antiguos, la gente no invitaba a
comer a su casa a cualquiera, sino sólo a amigos de confianza o a un socio con
quien hubiera hecho un pacto o alianza.
La referencia a comer con el Señor
también tiene relación con las Bodas del Cordero.
(Apocalipsis 19:7-9) Regocijémonos y alegrémonos, y démosle a El la gloria,
porque las bodas del Cordero han llegado y su esposa se ha preparado. Y a ella
le fue concedido vestirse de lino fino, resplandeciente y limpio, porque las
acciones justas de los santos son el lino fino. Y el ángel me dijo: Escribe: "Bienaventurados los
que están invitados a la cena de las bodas del Cordero." Y me dijo: Estas
son palabras verdaderas de Dios.
El Señor no sólo quiere que participemos
como simples invitados, sino que nos sentemos a Su lado, en la mesa del Novio,
como la Novia. Esta idea también está
relacionada con la promesa al vencedor…
AL VENCEDOR
La promesa para el vencedor es sentarse con
el Señor, cuando venga como el rey de toda la tierra.
(Apocalipsis 3:21) Al vencedor, le concederé sentarse conmigo en mi trono,
como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono.
Jesús nos invita a sentarnos a su
derecha, como la Novia, la Esposa del Rey, la corregente.
De esto habló Jesús a sus discípulos la
noche antes de morir.
(Lucas 22:28-30) Vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas; y así
como mi Padre me ha otorgado un reino, yo os otorgo que comáis y bebáis a mi
mesa en mi reino; y os sentaréis en tronos juzgando a las doce tribus de
Israel.
Esa noche, Jesús les explicó que en su
primera venida Él se presentó como el Mesías Sufriente, quien vino a morir por
nuestros pecados; pero en su segunda venida, aparecerá como el Rey que vendrá a
gobernar y traerá justicia a toda la tierra.
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