Al principio del capítulo cuatro, leímos que Nabucodonosor reconoció que Jehová es Dios Altísimo, superior a todos los dioses. En términos humanos, podría parecer una confesión llena de reverencia y humildad; sin embargo, al avanzar en este capítulo veremos que el rey todavía tendrá que pasar por su mayor lección de humildad.
Pero antes de la prueba de humildad, Dios
le dio al rey la oportunidad de “aprender por las buenas”, y esa oportunidad
vino como una advertencia a través de un sueño…
(Daniel 4:4-5) Yo
Nabucodonosor estaba tranquilo en mi casa, y floreciente en mi palacio. Vi un
sueño que me espantó, y tendido en cama, las imaginaciones y visiones de mi
cabeza me turbaron.
Nótese que estaba “tranquilo y
floreciente”; en otras palabras, estaba en un momento de paz y prosperidad. En
el mejor momento de su vida, Nabucodonosor tuvo otro sueño, que contrasta con
el primer sueño (Dan. cap. 2) cuando estaba en un momento vulnerable al
principio de su reinado (2º año de su reinado).
El rey no entendió el significado de su
sueño, así que de nuevo convocó a los sabios y adivinos para que lo interpretaran.
(Daniel 4:6-7) Por esto mandé
que vinieran delante de mí todos los sabios de Babilonia, para que me mostrasen
la interpretación del sueño. Y vinieron magos, astrólogos, caldeos y
adivinos, y les dije el sueño, pero no me pudieron mostrar su interpretación.
Dado que ninguno mago ni adivino pudo
interpretar el sueño, llamaron a Daniel, quien había probado anteriormente
tener ese don.
(Daniel 4:8-9) hasta que entró delante de mí
Daniel, cuyo nombre es Beltsasar, como el nombre de mi dios, y en quien mora el
espíritu de los dioses santos. Conté delante de él el sueño,
diciendo: Beltsasar, jefe de los magos, ya que he entendido que hay en ti
espíritu de los dioses santos, y que ningún misterio se te esconde, declárame
las visiones de mi sueño que he visto, y su interpretación.
EL
SUEÑO
A continuación, leeremos los detalles del
sueño, tal como Nabucodonosor lo narró a Daniel:
(Daniel 4:10-12) Estas fueron
las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama: Me parecía ver en medio
de la tierra un árbol, cuya altura era grande. Crecía este árbol, y se hacía
fuerte, y su copa llegaba hasta el cielo, y se le alcanzaba a ver desde todos
los confines de la tierra. Su follaje era hermoso y su fruto abundante, y
había en él alimento para todos. Debajo de él se ponían a la sombra las bestias
del campo, y en sus ramas hacían morada las aves del cielo, y se mantenía de él
toda carne.
No vamos a entrar hoy a la interpretación
del sueño, pero quiero que noten la copa del árbol que llegaba hasta el cielo.
Sin duda, esta imagen nos trae recuerdos de la Torre de Babel cuya cúspide
pretendía alcanzar el cielo (Gen. 11:4). Esa torre fue construida en el mismo
lugar donde Nabucodonosor tenía la capital de su imperio, donde él tuvo este
sueño.
El mensaje profético viene en la
siguiente parte del sueño:
(Daniel 4:13-17) Vi en las
visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama, que he aquí un vigilante y
santo descendía del cielo. Y clamaba fuertemente y decía así: Derribad el
árbol, y cortad sus ramas, quitadle el follaje, y dispersad su fruto; váyanse
las bestias que están debajo de él, y las aves de sus ramas. Mas la cepa
de sus raíces dejaréis en la tierra, con atadura de hierro y de bronce entre la
hierba del campo; sea mojado con el rocío del cielo, y con las bestias sea su
parte entre la hierba de la tierra. Su corazón de hombre sea cambiado, y
le sea dado corazón de bestia, y pasen sobre él siete tiempos. La
sentencia es por decreto de los vigilantes, y por dicho de los santos la
resolución, para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino
de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más
bajo de los hombres.
En la próxima entrada leeremos la
interpretación que Daniel dio al sueño de Nabucodonosor…
Oración…
Señor,
tú eres el que forma los montes, crea el viento y declara al hombre cuáles son
sus pensamientos, el que del alba hace tinieblas y camina sobre las alturas de
la tierra: Jehová, Dios de los ejércitos, este es tu Nombre. He aquí, tú deseas
la verdad en lo más íntimo, y en lo secreto me harás conocer sabiduría.
Señor
te pido que me hables en mis sueños, porque sé que en un sueño, en una visión
nocturna, cuando un sueño profundo cae sobre los hombres, mientras dormitan en
sus lechos, entonces Tú abres el oído de los hombres, y sellas tu
instrucción. Preparo mi mente, corazón y espíritu para oír tu revelación,
porque sé que hay un Dios en el cielo que revela los misterios, y El los da ha
conocer a sus siervos. Como dice tu Palabra, “tus secretos son para los que te
temen, y Tú les dará a conocer tu pacto”.
…(Continúa
en tu oración personal)…
(ref. Amós 4:13; Salmo 51:6; Job 33:15-16; Daniel 2:28; Salmo 25:14)
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