sábado, 28 de agosto de 2010

Joel (Día 19): Invasión


EJÉRCITO INVASOR
Los siguientes versículos de Joel capítulo dos hacen una descripción de un ejército invasor que vendrá sobre la tierra de Israel.
(Joel 2:2-9)  …Como la aurora sobre los montes, se extiende un pueblo grande y poderoso; nunca ha habido nada semejante a él, ni tampoco lo habrá después por años de muchas generaciones. (3) Delante de él consume el fuego, y detrás de él abrasa la llama. Como el huerto del Edén es la tierra delante de él; y detrás de él, un desierto desolado, y de él nada escapa. (4) Como aspecto de caballos es su aspecto, y como corceles de guerra, así corren. (5) Como estrépito de carros saltan sobre las cumbres de los montes, como el crepitar de llama de fuego que consume la hojarasca, como pueblo poderoso dispuesto para la batalla. (6) Ante él tiemblan los pueblos, palidecen todos los rostros. (7) Como valientes corren, como soldados escalan la muralla; cada uno marcha por su camino, y no se desvían de sus sendas. (8) No se aprietan uno contra otro, cada cual marcha por su calzada; y cuando irrumpen por las defensas, no rompen las filas. (9) Se lanzan sobre la ciudad, corren por la muralla, suben a las casas, entran por las ventanas como ladrones.

Como ya mencionamos, estos versículos tienen múltiple aplicación. El primer cumplimiento se dio poco tiempo después de la profecía de Joel, cuando el ejército babilónico invadió Jerusalén y destruyó el Templo de Salomón en el año 586 a.C. Esto volvió a ocurrir cuando los romanos tomaron Jerusalén y destruyeron el Templo de Herodes en el año 70 d.C. Ambos Templos fueron destruidos el 9 de Av (quinto mes).

ÚLTIMO CUMPLIMIENTO
Hay un cumplimiento que todavía está pendiente, y que sucederá en los últimos tiempos. Esa será la culminación de la profecía.

Así como Joel, también Zacarías profetizó de ese tiempo. Las naciones se juntarán para pelear contra Jerusalén. La ciudad será tomada. Cuando todo se crea perdido, aparecerá el Señor para defender a Su pueblo.
(Zacarías 14:1-7)  He aquí, viene el día del SEÑOR cuando serán repartidos tus despojos en medio de ti. (2) Y yo reuniré a todas las naciones en batalla contra Jerusalén; y será tomada la ciudad y serán saqueadas las casas y violadas las mujeres; la mitad de la ciudad será desterrada, pero el resto del pueblo no será cortado de la ciudad. (3) Entonces saldrá el SEÑOR y peleará contra aquellas naciones, como cuando El peleó el día de la batalla.

En ese día, el Señor Jesús Mesías (heb. Yeshua HaMashiaj) saldrá a pelear por Su pueblo. En ese momento, los judíos que no Le habían reconocido, lo harán (Juan 19:34-37; Apoc. 1:7). 
(Zacarías 12:8-10)  En aquel día Jehová defenderá al morador de Jerusalén; el que entre ellos fuere débil, en aquel tiempo será como David; y la casa de David como Dios, como el ángel de Jehová delante de ellos. (9) Y en aquel día yo procuraré destruir a todas las naciones que vinieren contra Jerusalén. (10) Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.

Este es el Día del Señor. Como ya lo vimos, ese día comenzará con oscuridad, pero la luz irrumpirá y prevalecerá. Esto también lo confirma Zacarías:
(Zacarías 14:6-7)  Y sucederá que en aquel día no habrá luz; las luminarias se oscurecerán. (7) Será un día único, conocido sólo del SEÑOR, ni día ni noche; y sucederá que a la hora de la tarde habrá luz.

JESÚS LO ADVIRTIÓ
Jesús también habló a sus discípulos acerca de esta guerra de las naciones contra Jerusalén:
(Lucas 21:20-28)  Pero cuando veáis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su desolación está cerca. (21) Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes, y los que estén en medio de la ciudad, aléjense; y los que estén en los campos, no entren en ella; (22) porque estos son días de venganza, para que se cumplan todas las cosas que están escritas. (23) ¡Ay de las que estén encinta y de las que estén criando en aquellos días! Porque habrá una gran calamidad sobre la tierra, e ira para este pueblo; (24) y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan. (25) Y habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y sobre la tierra, angustia entre las naciones, perplejas a causa del rugido del mar y de las olas, (26) desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las potencias de los cielos serán sacudidas. (27) Y entonces verán AL HIJO DEL HOMBRE QUE VIENE EN UNA NUBE con poder y gran gloria. (28) Cuando estas cosas empiecen a suceder, erguíos y levantad la cabeza, porque se acerca vuestra redención.
[otra ref. Mat. 24:15-22]

Muchos creen que esto ya se cumplió con la invasión romana (70 d.C.). Esto es así, pero sólo en parte. La historia se repetirá y encontrará su cumplimiento total en los últimos tiempos, cuando el Señor venga por segunda vez.

¿Qué debemos hacer cuando esto suceda? La reacción normal ante la amenaza es bajar la cabeza y esconderse. Pero el Señor instruye que debemos hacer todo lo contrario. Él dijo: “erguíos y levantad la cabeza”. En lugar de mirar al suelo y poner la vista en las circunstancias, debemos levantar la cabeza y poner la vista en Él, porque en el Señor está nuestra salvación. En lugar de desesperanzarnos cuando veamos a la Ciudad Santa invadida por los enemigos, debemos animarnos porque eso quiere decir que Él está muy cerca. Cuando la noche llega a su punto más oscuro y frío, sabemos que el amanecer está a punto de salir.

ORACIÓN
Señor, gracias por revelarnos lo que acontecerá en los últimos tiempos para no atemorizarnos, sino prepararnos. No quiero dejarme llevar por las circunstancias, sino que mi confianza esté puesta en Ti. Por lo tanto, levantaré mi cabeza y pondré mis ojos en Ti.. [Isaías 12:2; 26:4]

Dios, Tú eres mi salvación, por lo tanto me sentiré seguro y no temeré. Mi fortaleza eres Tú, pues has sido mi salvación en el pasado, y lo serás también en el futuro. Confiaré en Ti para siempre

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