A continuación veremos la descripción que Joel hace del ejército enemigo. A la par, iremos viendo el paralelo que tiene esto con el Día del Señor. Así debemos leerlo, porque lo que Joel profetizó acerca de la invasión babilónica es la sombra de lo que acontecerá en los últimos tiempos.
a. Ejército grande y poderoso
(Joel 2:2-9) …Como la aurora sobre los montes, se extiende un pueblo grande y poderoso; nunca ha habido nada semejante a él, ni tampoco lo habrá después por años de muchas generaciones.
En el tiempo de Joel, nunca se había visto un ejército como el de Babilonia. Pero el ejército más grande y poderoso de la historia se levantará en los últimos tiempos. Estará conformado por muchas naciones, todas las cuales harán guerra al pueblo de Dios. Pero en realidad contra quien estarán peleando es Dios, ya que rehusarán someterse a Su autoridad.
(Salmo 2:1-3) ¿Por qué se sublevan las naciones, y los pueblos traman cosas vanas? (2) Se levantan los reyes de la tierra, y los gobernantes traman unidos contra el SEÑOR y contra su Ungido, diciendo: (3) ¡Rompamos sus cadenas y echemos de nosotros sus cuerdas!
¿Cómo reaccionará el Señor ante tal sublevación?
(Salmo 2:4-8) El que se sienta como Rey en los cielos se ríe, el Señor se burla de ellos. (5) Luego les hablará en su ira, y en su furor los aterrará, diciendo: (6) Pero yo mismo he consagrado a mi Rey sobre Sion, mi santo monte. (7) Ciertamente anunciaré el decreto del SEÑOR que me dijo: Mi Hijo eres tú, yo te he engendrado hoy. (8) Pídeme, y te daré las naciones como herencia tuya, y como posesión tuya los confines de la tierra.
El Ungido es Jesús el Mesías. Él es el Hijo de Dios. Él vendrá a tomar autoridad sobre toda la Tierra. Gobernará como Rey sobre todas las naciones.
b. Fuego por detrás y por delante
(Joel 2:3) Delante de él consume el fuego, y detrás de él abrasa la llama. Como el huerto del Edén es la tierra delante de él; y detrás de él, un desierto desolado, y de él nada escapa.
La plaga de langostas seguida de la sequía e incendios forestales (del capítulo uno de Joel) eran una sombra de lo que vendría después. La invasión del ejército babilónico se asemejaba a las langostas en su número y devastación. En su conquista también se vio fuego. Por detrás, quemaban los campos antes que llegaran los enemigos, para que estos no comieran de sus frutos. Pero también los agresores lanzaban por delante fuego a las casas y ciudades para hacer salir corriendo a sus habitantes.
Una descripción similar hace también el profeta Isaías. Él señala cómo el Señor enviará a los enemigos en contra de Su pueblo a causa de su pecado y su falta de arrepentimiento (Isaías 5:24-26). Babilonia será un instrumento de la justicia divina (Jer. 25:8-14; 43:10; 51:20-23).
EL DÍA VENDRÁ COMO FUEGO
El Día del Señor también se describe como “fuego”. En Su Venida, el Señor destruirá lo malo, como el fuego destruye la paja.
(Malaquías 4:1) Porque he aquí, viene el día, ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen el mal serán como paja; y el día que va a venir les prenderá fuego--dice el SEÑOR de los ejércitos-- que no les dejará ni raíz ni rama.
(Sofonías 1:14-18) Cercano está el gran día del SEÑOR, cercano y muy próximo. El clamor del día del SEÑOR es amargo; allí gritará el guerrero. (15) Día de ira aquel día, día de congoja y de angustia, día de destrucción y desolación, día de tinieblas y lobreguez, día nublado y de densa oscuridad, (16) día de trompeta y grito de guerra contra las ciudades fortificadas y contra los torreones de las esquinas. (17) Traeré angustia sobre los hombres, y andarán como ciegos, porque han pecado contra el SEÑOR; su sangre será derramada como polvo, y su carne como estiércol. (18) Ni su plata ni su oro podrán librarlos en el día de la ira del SEÑOR, cuando por el fuego de su celo toda la tierra sea consumida; porque El hará una destrucción total y terrible de todos los habitantes de la tierra.
Pedro también describe el Día del Señor como fuego.
(2 Pedro 3:9-14) El Señor no se tarda en cumplir su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con vosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento. (10) Pero el día del Señor vendrá como ladrón, en el cual los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos serán destruidos con fuego intenso, y la tierra y las obras que hay en ella serán quemadas. (11) Puesto que todas estas cosas han de ser destruidas de esta manera, ¡qué clase de personas no debéis ser vosotros en santa conducta y en piedad, (12) esperando y apresurando la venida del día de Dios, en el cual los cielos serán destruidos por fuego y los elementos se fundirán con intenso calor! (13) Pero, según su promesa, nosotros esperamos nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia. (14) Por tanto, amados, puesto que aguardáis estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por El en paz, sin mancha e irreprensibles.
Estas son palabras muy fuertes, y ofenderán a muchos. La pregunta es: ¿por qué no se ofendieron de igual forma por el pecado? (Jeremías 4:3-4; Isaías 33:13-16). La intención de Dios no es vengarse, sino salvarnos y purificarnos. Él vendrá a limpiar la Tierra y a restaurar la relación del hombre a como era antes del pecado. Dios lo ha hecho todo por nosotros. Lo único que espera es que nos arrepintamos, le sigamos y lo amemos como Él nos ama.
ORACIÓN
Señor, no quiero ofenderme por tu fuego ni tus juicios. Hoy comprendo que Tu fuego es también Tu amor ardiente, Tu pasión por tu pueblo. Tú quieres que estemos contigo, y por eso vas a purificar la Tierra con fuego.
Purifícanos, Señor, con el fuego de Tu Espíritu. Que tengamos la sensatez de purificarnos antes de Tu Venida, para que nos encuentres preparados.
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