lunes, 30 de agosto de 2010

Joel (Día 21): El Ejército (B)


c. Caballos y carros de guerra
(Joel 2:4-6)  Como aspecto de caballos es su aspecto, y como corceles de guerra, así corren. (5) Como estrépito de carros saltan sobre las cumbres de los montes, como el crepitar de llama de fuego que consume la hojarasca, como pueblo poderoso dispuesto para la batalla. (6) Ante él tiemblan los pueblos, palidecen todos los rostros.

En la antigüedad, los ejércitos que ganaban eran los que contaban con carros y caballos. El equivalente hoy en día son los tanques y aviones de guerra. Quien tuviera éstos, tendría la ventaja en el campo de batalla.

En cuanto a Israel, el Señor les dijo que no pusieran su confianza en estos instrumentos de guerra sino en Él. Todo lo que tenían que hacer es obedecer y confiar en Él. Si lo hacían, el Señor sería su mejor defensa, y nadie los tocaría.
(Deuteronomio 20:1-4)  Cuando salgas a la batalla contra tus enemigos y veas caballos y carros, y pueblo más numeroso que tú, no tengas temor de ellos; porque el SEÑOR tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto está contigo. (2) Y sucederá que cuando os acerquéis a la batalla, el sacerdote se llegará y hablará al pueblo, (3) y les dirá: Oye, Israel, hoy os acercáis a la batalla contra vuestros enemigos; no desmaye vuestro corazón; no temáis ni os alarméis, ni os aterroricéis delante de ellos, (4) porque el SEÑOR vuestro Dios es el que va con vosotros, para pelear por vosotros contra vuestros enemigos, para salvaros.

Cuando el pueblo ponía su confianza en Dios, tenían victoria. Pero cuando no creían ni obedecían, Dios se hacía a un lado y los dejaba pelear por sus propias fuerzas. Como consecuencia, quedaban expuestos ante los enemigos, y eran derrotados (Isaías 31:1-3).

CONFÍA EN EL SEÑOR
El miedo debilita y hace desfallecer (Joel 2:6; Lucas 21:26), pero la confianza nos inyecta de valor y coraje para enfrentar lo que venga. Si creemos en Él, el Señor nos defenderá.

Debemos aprender a confiar en Dios, y no en carros y caballos, no en armas ni fuerzas humanas.
(Salmo 33:16-22)  El rey no se salva por gran ejército; ni es librado el valiente por la mucha fuerza. (17) Falsa esperanza de victoria es el caballo, ni con su mucha fuerza puede librar. (18) He aquí, los ojos del SEÑOR están sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia, (19) para librar su alma de la muerte, y conservarlos con vida en tiempos de hambre. (20) Nuestra alma espera al SEÑOR; El es nuestra ayuda y nuestro escudo; (21) pues en El se regocija nuestro corazón, porque en su santo nombre hemos confiado. (22) Sea sobre nosotros tu misericordia, oh SEÑOR, según hemos esperado en ti.
(Ver también: Salmo 20:5-9)

Este principio es eterno, para los tiempos antiguos y los actuales, pero sobre todo será necesario para los que vivan en los últimos tiempos.

d. Hombres de Guerra
(Joel 2:7)  Como valientes corren, como soldados escalan la muralla; cada uno marcha por su camino, y no se desvían de sus sendas. (8) No se aprietan uno contra otro, cada cual marcha por su calzada; y cuando irrumpen por las defensas, no rompen las filas. (9) Se lanzan sobre la ciudad, corren por la muralla, suben a las casas, entran por las ventanas como ladrones.

El ejército enemigo es disciplinado y ordenado. Cada uno guarda su lugar y cumple con su papel. Es fiero y valiente. Ningún obstáculo los detendrá. Es implacable y despiadado. No mostrará compasión alguna ni se dará por vencido. (Ver también: Isaías 5:27-30.)

Esta era la descripción del ejército enemigo, pero no se compara con el ejército celestial liderado por Jehová de los ejércitos.

En los últimos tiempos, todas las naciones del mundo se unirán y formarán un ejército. Nunca ha habido un ejército como ése. Ellos se levantarán para hacer guerra contra Jerusalén. Por la rebeldía del pueblo, Dios lo permitirá. Aun así, Él no los abandonará. Cuando menos lo piensen, aparecerá el Señor en persona y salvará a Su pueblo.
(Zacarías 14:1-7)  He aquí, viene el día del SEÑOR cuando serán repartidos tus despojos en medio de ti. (2) Y yo reuniré a todas las naciones en batalla contra Jerusalén; y será tomada la ciudad y serán saqueadas las casas y violadas las mujeres; la mitad de la ciudad será desterrada, pero el resto del pueblo no será cortado de la ciudad. (3) Entonces saldrá el SEÑOR y peleará contra aquellas naciones, como cuando El peleó el día de la batalla. …Y vendrá el SEÑOR mi Dios, y todos los santos con El. (6) Y sucederá que en aquel día no habrá luz; las luminarias se oscurecerán. (7) Será un día único, conocido sólo del SEÑOR, ni día ni noche; y sucederá que a la hora de la tarde habrá luz.

Ese será el Día del Señor. Primero viene con fuego, para limpiar. Primero vendrán tinieblas, pero luego amanecerá el Sol de justicia.

En Su Segunda Venida, el Señor vendrá montado sobre un caballo blanco, el cual es símbolo de un ejército victorioso. El ya venció, aun antes de pelear.
(Apocalipsis 19:11-16)  Y vi el cielo abierto, y he aquí, un caballo blanco; el que lo montaba se llama Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y hace la guerra. (12) Sus ojos son una llama de fuego, y sobre su cabeza hay muchas diademas, y tiene un nombre escrito que nadie conoce sino El. (13) Y está vestido de un manto empapado en sangre, y su nombre es: El Verbo de Dios. (14) Y los ejércitos que están en los cielos, vestidos de lino fino, blanco y limpio, le seguían sobre caballos blancos. (15) De su boca sale una espada afilada para herir con ella a las naciones, y las regirá con vara de hierro; y El pisa el lagar del vino del furor de la ira de Dios Todopoderoso. (16) Y en su manto y en su muslo tiene un nombre escrito: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.

ORACIÓN
Señor, sé que Tú salvas a tus elegidos, y que Tú responderás desde el cielo con la potencia salvadora de Tu diestra. Por lo tanto, no pondré mi confianza en carros ni caballos, en armas ni en mi fuerza. Mi seguridad no está en mi cuenta bancaria ni en mis conexiones sociales. Mi confianza y mi seguridad sólo están en Ti.

Te pido que abras mis ojos espirituales para ver Tu ejército celestial que es el que nos protege. Espero Tu Venida. Ayúdame a prepararme para ese Día.

[Salmo 20:5-9; 2 Reyes 6:15-17]

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