Hemos venido hablando de la restauración del Pueblo de Dios luego de haber pasado por el fuego. Como parte de ese proceso, Dios señala que hará dos cosas:
a. Castigará a los enemigos de Israel.
b. Regresará a Su Pueblo a la Tierra Prometida.
Hoy hablaremos del primer punto…
a. Castigo a los enemigos de Israel
Al pueblo de Dios debe darle tranquilidad saber que Dios va a juzgar a sus enemigos. Aunque en el mundo haya injusticia, al final Dios hará justicia. A Él no se le pasará nada por alto, y ése debe ser nuestro consuelo ante la persecución.
Lo interesante es que hemos visto que la Biblia dice que “el juicio comienza por la casa de Dios”. Antes de castigar a los enemigos, Dios corrige a Su Pueblo. Nos pasará por fuego, y eso sacará a luz lo que en realidad está dentro de nosotros.
Hay un refrán popular que dice: “Se lo salió el cobre”. Una pieza de joyería puede parecer de oro, pero no serlo. Esas piezas falsas están hechas de cobre, y solamente está forradas superficialmente de oro. Pero con el uso y desgaste, eventualmente se dejará ver el cobre, de un color rojizo y verdoso, pero no dorado. Las pruebas sacarán a luz lo que realmente hay dentro de nosotros.
Por eso, Pedro dice:
(1 Pedro 4:12-17) Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que en medio de vosotros ha venido para probaros, como si alguna cosa extraña os estuviera aconteciendo; (13) antes bien, en la medida en que compartís los padecimientos de Cristo, regocijaos, para que también en la revelación de su gloria os regocijéis con gran alegría. (14) Si sois vituperados por el nombre de Cristo, dichosos sois, pues el Espíritu de gloria y de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, por ellos El es blasfemado, pero por vosotros es glorificado. (15) Que de ninguna manera sufra alguno de vosotros como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entrometido. (16) Pero si alguno sufre como cristiano, que no se avergüence, sino que como tal glorifique a Dios. (17) Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si comienza por nosotros primero, ¿cuál será el fin de los que no obedecen al evangelio de Dios?
Dios corregirá a Su Pueblo usando a sus enemigos. Luego de tratar con Su Pueblo, Dios castigará a las naciones. Todo esto es parte de la restauración.
(Joel 3:1-2) Porque he aquí que en aquellos días y en aquel tiempo, cuando yo restaure el bienestar de Judá y Jerusalén, (2) reuniré a todas las naciones, y las haré bajar al valle de Josafat. Y allí entraré en juicio con ellas a favor de mi pueblo y mi heredad, Israel, a quien ellas esparcieron entre las naciones, y repartieron mi tierra.
A simple vista parecería injusto que Dios “use” a los enemigos para disciplinar a Su pueblo, y luego los castigue por eso mismo. Pero la realidad es que Dios no puso la maldad en ellos, sino que ya la tenían y simplemente la usó. Aun a ellos Dios les dará la oportunidad de arrepentirse, pero no lo harán.
Joel explica que los enemigos no quieren tener nada que ver con Dios. En realidad, el odio contra Israel es un rechazo hacia Dios y todo lo que Él representa.
(Joel 3:4) Además, ¿qué tenéis que ver conmigo, Tiro, Sidón y todas las regiones de Filistea? ¿Os queréis vengar de mí? Si de esta manera os vengáis de mí, bien pronto haré volver vuestra venganza sobre vuestra cabeza.
Dios es justo. Lo que los enemigos hicieron a Israel es lo mismo que recibirán de vuelta.
(Joel 3:5-8) Por cuanto habéis tomado mi plata y mi oro, y os habéis llevado mis valiosos tesoros a vuestros templos, (6) y habéis vendido los hijos de Judá y Jerusalén a los griegos para alejarlos de su territorio, (7) he aquí, yo los levantaré del lugar donde los vendisteis, y devolveré vuestra venganza sobre vuestra cabeza. (8) También venderé vuestros hijos y vuestras hijas a los hijos de Judá, y ellos los venderán a los sabeos, a una nación lejana--porque el SEÑOR lo ha dicho.
Mañana seguiremos estudiando acerca de la retribución divina en contra de los enemigos del pueblo de Dios…
ORACIÓN
Señor, ya no tengo miedo de Tu fuego, porque sé que vendrá a purificarme. Ahora entiendo que “el juicio comienza por la Casa de Dios”, y Tú disciplinas a quien amas. Pero también confío que Tú harás justicia al final. No pasarás por alto el mal que mis enemigos cometan en contra mía. Mi justicia eres Tú, Señor. No tomaré la venganza en mis manos, porque Tuya es la retribución.
Al igual que David, yo proclamo lo siguiente: “El SEÑOR vive, bendita sea mi roca, y ensalzado sea Dios, roca de mi salvación, el Dios que por mí hace venganza, y hace caer pueblos debajo de mí; el que me libra de mis enemigos. Tú me exaltas sobre los que se levantan contra mí; me rescatas del hombre violento. Por tanto, te alabaré, oh SEÑOR, entre las naciones, y cantaré alabanzas a tu nombre.” [2 Samuel 22:47-50]
Amén.
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