sábado, 4 de diciembre de 2010

Januka: Día 4

Siervo + 4 luces

MILAGRO DE LA IDENTIDAD

Uno de los milagros que se celebra en Januka es el de la identidad. El pueblo de Dios, o por lo menos un remanente fiel, guardó su identidad, a pesar de la presión de los griegos a helenizarse, es decir, adoptar la cultura griega como propia.

Los griegos habían conquistado militarmente la Tierra de Israel, pero también querían conquistar su cultura y su mente. Muchos judíos se dejaron impresionar y seducir por la cultura griega. Esto los llevó a dejar su fe y su forma de vida.

Al principio, la helenización fue voluntaria, pero luego se hizo obligatoria.

Lo que sucedió en tiempos de los Macabeos volverá a suceder en los últimos tiempos. Primero van a tratarnos de convencer de las “maravillas” del humanismo y se burlarán de las creencias basadas en la Biblia. Pero después la presión social se convertirá en obligación, y se prohibirá vivir según los principios bíblicos. Esto ya se ve el día de hoy: muchos gobiernos prohíben cualquier expresión religiosa en lugares públicos. Hay muchos ejemplos de esto, pero uno reciente fue hace unos días: penalizaron a un jugador de futbol americano cuando, luego de haber anotado un touchdown, se hincó en la meta y señaló hacia el cielo dando la gloria a Dios.

le dio la gloria a Dios

CÓMO EVITAR SER ASIMILADOS
¿Cómo podemos evitar ser asimilados?
La clave está en: * saber quiénes somos, y * buscar agradar a Dios.

a. Saber quién eres
La persona que no sabe quién es delante de Dios, seguirá la corriente de aquellos que le rodeen. Pero si alguien tiene firme su identidad y sabe quién es delante de Dios, no será movido fácilmente.

Si alguien no sabe lo que cree, fácilmente creerá cualquier cosa que los demás le digan.

Una vez oí a alguien decir: “Si uno no sabe hacia dónde va, cualquier destino es bueno”. Esa persona irá donde los demás quieren ir, y no donde él desearía o donde le convendría. Terminará haciendo la voluntad ajena, no la propia ni la de Dios.

Por el contrario, si uno tiene su identidad firme y sabe quién es ante Dios, no será fácilmente sacudido ni movido.

b. Agradar a Dios, no a los hombres
Las personas más vulnerables a ser asimilados son las que buscan el favor de los hombres. Quieren quedar bien con los demás, pero así corren el riesgo de quedar mal con Dios.

Todos llegamos a un punto en la vida que debemos decidir con quién queremos quedar bien. Ultimadamente tendremos que escoger entre Dios y los hombres.

No es difícil saber la respuesta correcta a este dilema, pero lo difícil es vivirlo. ¿Estarías dispuesto a quedar mal con los hombres o ser rechazado por ellos con tal de quedar bien con Dios? Cada decisión que tomamos en la vida refleja lo que está en nuestro corazón.

Pablo se encontró en este dilema, y escogió a Cristo.
(Galatas 1:10) Porque ¿busco ahora el favor de los hombres o el de Dios? ¿O me esfuerzo por agradar a los hombres? Si yo todavía estuviera tratando de agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo.

Quedar bien con Dios no quiere decir que “atropellemos” a los hombres. Más bien, es poner a Dios como la prioridad, y eso mismo nos llevará a amar a los demás como debe ser, en el orden correcto.
(1 Tesalonicenses 2:3-8) Pues nuestra exhortación no procede de error ni de impureza ni es con engaño; (4) sino que así como hemos sido aprobados por Dios para que se nos confiara el evangelio, así hablamos, no como agradando a los hombres, sino a Dios que examina nuestros corazones. (5) Porque como sabéis, nunca fuimos a vosotros con palabras lisonjeras, ni con pretexto para lucrar, Dios es testigo, (6) ni buscando gloria de los hombres, ni de vosotros ni de otros, aunque como apóstoles de Cristo hubiéramos podido imponer nuestra autoridad. (7) Más bien demostramos ser benignos entre vosotros, como una madre que cría con ternura a sus propios hijos. (8) Teniendo así un gran afecto por vosotros, nos hemos complacido en impartiros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas, pues llegasteis a sernos muy amados.

Aun el servicio al prójimo uno lo debe hacer por Dios, no por los hombres.
(Efesios 6:5-8)  Siervos, obedeced a vuestros amos en la tierra, con temor y temblor, con la sinceridad de vuestro corazón, como a Cristo; (6) no para ser vistos, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, haciendo de corazón la voluntad de Dios. (7) Servid de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres, (8) sabiendo que cualquier cosa buena que cada uno haga, esto recibirá del Señor, sea siervo o sea libre.

¿A quién quieres agradar en tu vida?
Busca agradar a Dios.

¿Sabes quién eres en Dios?
Procura descubrirlo en la Palabra de Dios y pídele al Espíritu que te lo revele.

(Proverbios 3:1-7) Hijo mío, no te olvides de mi enseñanza, y tu corazón guarde mis mandamientos, (2) porque largura de días y años de vida y paz te añadirán. (3) La misericordia y la verdad nunca se aparten de ti; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón. (4) Así hallarás favor y buena estimación ante los ojos de Dios y de los hombres. (5) Confía en el SEÑOR con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. (6) Reconócele en todos tus caminos, y El enderezará tus sendas. (7) No seas sabio a tus propios ojos, teme al SEÑOR y apártate del mal.


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