miércoles, 14 de septiembre de 2011

Nehemías 3: La Puerta Vieja

3.  La Puerta Vieja
Algunos creen que la Puerta Vieja era la entrada a la primera ciudad que se construyó allí, la cual llevaba el nombre de Salem.  No se sabe nada más de esta ciudad, sólo que su rey se llamaba Melquisedec (lit. Rey de Justicia).  Ese rey también era sacerdote del Dios Altísimo, y a quien Abraham le dio su diezmo (Gen. 14:18). 

Detrás de la Puerta Vieja hay muchos misterios y secretos, tal como la historia de Melquisedec y Salem (Heb. 7:1-3).  Era una puerta anticuada, tal vez no muy atractiva ni deseable, pero dentro de ella se encontraban secretos antiguos, muy valiosos. 

La Puerta Vieja representa las sendas antiguas.  Es la verdad y la sabiduría que existen aun antes que la Tierra fuera formada.  Son los secretos de la vida que están escondidos en la Palabra de Dios.  Pero para encontrarlos, debemos buscarlos, porque no están a simple vista. 
(Proverbios 3:13-23)  Bienaventurado el hombre que halla sabiduría y el hombre que adquiere entendimiento;  (14)  porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, y sus utilidades mejor que el oro fino.  (15)  Es más preciosa que las joyas, y nada de lo que deseas se compara con ella.  (16)  Larga vida hay en su mano derecha, en su mano izquierda, riquezas y honra.  (17)  Sus caminos son caminos agradables y todas sus sendas, paz.  (18)  Es árbol de vida para los que de ella echan mano, y felices son los que la abrazan.  (19)  Con sabiduría fundó el SEÑOR la tierra, con inteligencia estableció los cielos.  (20)  Con su conocimiento los abismos fueron divididos y los cielos destilan rocío.  (21)  Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos, guarda la prudencia y la discreción,  (22)  y serán vida para tu alma, y adorno para tu cuello.  (23)  Entonces andarás con seguridad por tu camino, y no tropezará tu pie.

El día de hoy, el hombre contemporáneo se deja impresionar por lo nuevo y lo moderno.  Lo “viejo” es rechazado como anticuado, y lo nuevo es considerado lo mejor.  Muchos quieren reducir la sabiduría eterna a algo simple, atractivo y moderno que entretenga a las masas. Pero, como dice el refrán: “no todo lo que brilla es oro”, ni tampoco todo lo nuevo es bueno.  

El hombre cree que sabe lo que le conviene y que puede tomar las mejores decisiones con su propia inteligencia.  Pero, ¿a dónde le ha llevado esto?
(Jeremías 18:15)  Pero mi pueblo me ha olvidado, quemando incienso a las vanidades, y éstas les han hecho tropezar en sus caminos, desviándoles de las sendas antiguas, para que caminen por sendas, por camino no preparado.

La Puerta Vieja representa las Sendas Antiguas, el camino que nos lleva a la Verdad. 
(Jeremías 6:16)  Así dice Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál es el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma…

La sabiduría y la verdad de Dios son antiguas, pero más que eso, son eternas.   La verdad no se inventa, más bien se descubre.  La verdad no ha cambiado; ha sido la misma desde el principio, y allí la debemos buscar.

El camino de Dios parece “anticuado”, pero es el más seguro.  Éste nos lleva a la Verdad.  Si conocemos la verdad, seremos libres y encontraremos reposo. 
(Juan 8:31-32)  Entonces Jesús decía a los judíos que habían creído en El: Si vosotros permanecéis en mi palabra, verdaderamente sois mis discípulos;  (32)  y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.


Puerta a las Generaciones Pasadas
Sin desestimar la primera interpretación, quiero que exploremos otra interpretación de lo que representa la “Puerta Vieja”.  Ésta también puede representar la indagación a las generaciones pasadas.  Es la puerta que abrimos hacia el pasado, para descubrir lo que hicieron nuestros antepasados.

Por lo general, muchos cierran la puerta del pasado con cerrojos y candados, porque a nadie le gusta darse cuenta de los errores que cometieron los antepasados.  No quieren descubrir “esqueletos en el closet”.  Pero si queremos limpiar nuestra vida, debemos contemplar la sanidad del pasado y cortar líneas de iniquidad que muchas veces nos tienen atados, sin darnos cuenta, y no nos permiten avanzar. 

A todos nos llega el día en que el Señor nos lleva a la puerta de los antepasados, porque es necesario limpiar y sanar si queremos seguir avanzando en la vida espiritual.   
(Job 8:8-10)  Porque pregunta ahora a la edad pasada, y disponte a inquirir de los padres de ellos;  (9)  porque nosotros somos de ayer y nada sabemos, pues nuestros días sobre la tierra son como una sombra.  (10)  ¿No te enseñarán ellos, te hablarán, y de su corazón sacarán palabras?

(Deuteronomio 32:7)  Acuérdate de los tiempos antiguos; considera los años de muchas generaciones: Pregunta a tu padre, y él te declarará; a tus ancianos, y ellos te dirán.


Oremos…
Señor, hemos llegado a una puerta que en apariencia no es atractiva, pero dentro de ella se esconden tesoros.  Yo quiero entrar, aunque me cueste.  Dispongo mi corazón a descubrir cosas de mi pasado que debo limpiar, al igual que del pasado de mis ancestros.  No quiero que nada me impida seguir avanzando en Tu Buen Camino.

Señor, quiero volver a las sendas antiguas.    Dejaré mi camino y mis pensamientos, y me volveré a Ti, sabiendo que tendrás misericordia pues eres amplio en perdonar.  Reconozco que Tu sabiduría eterna es mejor que la inteligencia moderna.  Como son más altos los cielos que la tierra, así son Tus caminos más altos que mis caminos, y Tus pensamientos más que mis pensamientos.  Como desciende de los cielos la lluvia, y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra y pan al que come, así será la Palabra que sale de Tu boca.  No volverá vacía, sino que antes hará lo que Tú has determinado, y será prosperada en aquello para que la envié.

Señor, clamo a Ti, porque sé que me responderás, y me enseñarás cosas grandes y ocultas que no conozco aun. 

[Isaías 55:7-10; Jeremías 33:3] 

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