sábado, 17 de septiembre de 2011

Nehemías 3: Valles en Jerusalén

Valles alrededor de Jerusalén
Jerusalén es una ciudad asentada en colinas, y está rodeada de valles y hondonadas. Para poder subir a la Ciudad Santa, forzosamente uno debe cruzar por uno de esos valles. 

Al estudiar ciertos detalles de los valles de la Ciudad Santa, veremos que están relacionados con pruebas, pero también con juicio y muerte.  Esto no es casualidad, pues esto también se refleja en lo espiritual, ya que los valles espirituales son los lugares en que somos puestos a prueba para ver qué hay en nuestro corazón. 
(Deuteronomio 8:2-7)  Y te acordarás de todo el camino por donde el SEÑOR tu Dios te ha traído por el desierto durante estos cuarenta años, para humillarte, probándote, a fin de saber lo que había en tu corazón, si guardarías o no sus mandamientos.  (3)  Y te humilló, y te dejó tener hambre, y te alimentó con el maná que no conocías, ni tus padres habían conocido, para hacerte entender que el hombre no sólo vive de pan, sino que vive de todo lo que procede de la boca del SEÑOR.  (4)  Tu ropa no se gastó sobre ti, ni se hinchó tu pie durante estos cuarenta años.  (5)  Por tanto, debes comprender en tu corazón que el SEÑOR tu Dios te estaba disciplinando así como un hombre disciplina a su hijo.  (6)  Guardarás, pues, los mandamientos del SEÑOR tu Dios, para andar en sus caminos y para temerle.  (7)  Porque el SEÑOR tu Dios te trae a una tierra buena, a una tierra de corrientes de aguas, de fuentes y manantiales que fluyen por valles y colinas.

Los valles son los lugares donde el Señor nos invita a botar nuestros ídolos y a morir a nosotros mismos, para poder subir a un nivel más alto en nuestro caminar espiritual. 

Los valles de Jerusalén son tres:
a.  Valle de Hinom
b.  Valle de Cedrón
c.  Valle de Tiropeón


a.  Valle de Hinom
En hebreo se conoce como “Gey Hinnom” (Gey: barranco; Hinnom, lamentación).  En griego se le llama “Gehenna”, que es uno de los nombres que se le da al infierno (Mat. 10:28; Mat 18:7-9; Mat 23:29-33). 

Esta referencia negativa no es porque sea un lugar feo, sino por  las atrocidades que se cometieron allí.
(Jeremías 7:30-31)  Porque los hijos de Judá han hecho lo malo ante mis ojos, dice Jehová; pusieron sus abominaciones en la casa sobre la cual mi nombre es invocado, amancillándola.  (31)  Y han edificado los lugares altos de Tofet, que está en el valle del hijo de Hinom, para quemar al fuego a sus hijos y a sus hijas, cosa que yo no les mandé, ni subió en mi corazón.

Ese lugar se convirtió en un lugar de matanza, tanto en tiempos de paz como en guerra.  Llegó un tiempo en que se quemaban tantos cadáveres, de personas y animales, al igual que basura de todo tipo, que el fuego nunca se apagaba.

En ese valle, los israelitas cometieron la abominación de sacrificar a sus hijos a Moloc. Lo hicieron imitando a las naciones paganas. 
(II Crónicas 28:1-5)  Veinte años tenía Acaz cuando comenzó a reinar, y dieciséis años reinó en Jerusalén; mas no hizo lo recto ante los ojos de Jehová, como David su padre.  (2)  Pues anduvo en los caminos de los reyes de Israel, y además hizo imágenes de fundición a los Baales.  (3)  Quemó también incienso en el valle de los hijos de Hinom, y quemó sus hijos por fuego, conforme a las abominaciones de las naciones que Jehová había echado de delante de los hijos de Israel.  (4)  Asimismo sacrificó y quemó incienso en los lugares altos, y en los collados, y debajo de todo árbol frondoso.  (5)  Por lo cual Jehová su Dios lo entregó en manos del rey de los sirios, los cuales le derrotaron, y se llevaron cautiva una gran multitud que llevaron a Damasco. Fue también entregado en manos del rey de Israel, el cual lo batió con gran mortandad.

Hoy en día no podríamos pensar en hacer tal barbaridad, pero tristemente se hace de otras maneras.  La más evidente es el aborto.  Pero también aplica cuando nos dejamos influenciar por lo que hace el mundo, y empujamos a los hijos a hacer lo mismo para ser aceptados en la sociedad.  Aunque no mueran en lo natural, algunas influencias mundanas pueden llevarlos a su muerte espiritual.    

El rey Acaz no fue el único que sacrificó a sus hijos en el valle de Hinom.  El caso más célebre fue el del rey Manasés. 
(II Crónicas 33:1-9)  Doce años tenía Manasés cuando comenzó a reinar, y cincuenta y cinco años reinó en Jerusalén.  (2)  Mas hizo lo malo ante los ojos de Jehová, conforme a las abominaciones de las naciones que había echado Jehová delante de los hijos de Israel:  (3)  Porque él reedificó los lugares altos que Ezequías su padre había derribado, y levantó altares a los Baales, e hizo imágenes de Asera, y adoró a todo el ejército del cielo, y les sirvió.  (4)  Edificó también altares en la casa de Jehová, de la cual había dicho Jehová: En Jerusalén será mi nombre perpetuamente.  (5)  Edificó asimismo altares a todo el ejército del cielo en los dos atrios de la casa de Jehová.  (6)  Y pasó sus hijos por fuego en el valle del hijo de Hinom; y observaba los tiempos, miraba en agüeros, era dado a adivinaciones, y consultaba adivinos y encantadores; hizo mucho mal ante los ojos de Jehová, provocándole a ira.  (7)  Además de esto puso una imagen de fundición que hizo, en la casa de Dios, de la cual había dicho Dios a David y a Salomón su hijo: En esta casa y en Jerusalén, la cual yo elegí sobre todas las tribus de Israel, pondré mi nombre para siempre;  (8)  y nunca más quitaré el pie de Israel de la tierra que yo entregué a vuestros padres, a condición que guarden y hagan todas las cosas que yo les he mandado, toda la ley, estatutos, y ordenanzas, por mano de Moisés.  (9)  Y Manasés hizo que Judá y los moradores de Jerusalén se desviaran, para hacer más mal que las naciones que Jehová destruyó delante de los hijos de Israel.

Ante tan terribles pecados, Dios llamó a Su pueblo al arrepentimiento.
(II Crónicas 33:10-11)  Y habló Jehová a Manasés y a su pueblo, pero ellos no escucharon;  (11)  por lo cual Jehová trajo contra ellos los generales del ejército del rey de los asirios, los cuales aprisionaron con grillos a Manasés, y atado con cadenas lo llevaron a Babilonia. 

Como consecuencia de su pecado, el rey cayó cautivo.  Aunque cayó muy bajo, en la tragedia aprendió de sus errores, y Dios le dio otra oportunidad.  Manasés logró subir del valle.
(II Crónicas 33:12-16)  Mas luego que fue puesto en angustias, oró a Jehová su Dios, humillado grandemente en la presencia del Dios de sus padres.  Y habiendo orado a Él, fue atendido de Él, pues oyó su oración, y lo volvió a Jerusalén, a su reino. Entonces conoció Manasés que Jehová era Dios.  (14)  Después de esto edificó el muro de afuera de la ciudad de David, al occidente de Gihón, en el valle, hasta la entrada de la puerta del Pescado, y amuralló Ofel, y levantó el muro muy alto; y puso capitanes del ejército en todas las ciudades fortificadas de Judá.  (15)  También quitó los dioses ajenos, y sacó el ídolo de la casa de Jehová, y todos los altares que había edificado en el monte de la casa de Jehová y en Jerusalén, y los echó fuera de la ciudad.  (16)  Reparó luego el altar de Jehová, y sacrificó sobre él sacrificios de ofrendas de paz y de alabanza; y mandó a Judá que sirviesen a Jehová Dios de Israel.

No importa cuán bajo caigamos en el Valle, o en el barranco, aún del fondo nos podemos levantar si nos arrepentimos, porque Dios es misericordioso.  Si nos castiga, es para darnos la oportunidad de corregir nuestras sendas.   Cuando Manasés se arrepintió, él regresó a edificar los muros, como lo hicieron en tiempos de Nehemías, y como lo queremos hacer el día de hoy en nuestras vidas.

Oremos…
Señor, si de alguna forma hemos descendido por el Valle de Hinom, y hemos sacrificado a nuestros hijos, te pedimos perdón.  Tal vez lo hicimos sin darnos cuenta, pero ahora que vemos, nos arrepentimos. 

Señor, quita las vendas de nuestros ojos, para que veamos como Tú ves.  No temo al que mata el cuerpo, sino al que puede matar el alma.  Señor, desata nuestras  ligaduras de impiedad, rompe todo yugo y líbranos de hacer el mal.

Señor, ya no quiero ser piedra de tropiezo. Si bajo al Valle de Hinom, que lo único que muera es mi pecado.  Destruyo mis ídolos, y subo con mis hijos a Sión a adorarte. 


[Mat. 10:28; Isa. 58:6; Mat. 18:7-9; Mat. 23:29-33]

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