miércoles, 28 de septiembre de 2011

Nehemías 4:1-6

El Enemigo Busca Desanimar
Como ya vimos, el enemigo no puede soportar ver que el pueblo de Dios se levante, edifique, prospere y sea bendecido.  Por lo tanto, no debe sorprendernos que cuando los muros de Jerusalén comenzaron a ser reedificados, el enemigo volvió a atacar. 
(Nehemías 4:1-2)  Y sucedió que cuando Sanbalat se enteró de que estábamos reedificando la muralla, se enfureció y se enojó mucho. Y burlándose de los judíos,  (2)  habló en presencia de sus hermanos y de los ricos de Samaria, y dijo: ¿Qué hacen estos débiles judíos? ¿La restaurarán para sí mismos? ¿Podrán ofrecer sacrificios? ¿Terminarán en un día? ¿Harán revivir las piedras de los escombros polvorientos, aun las quemadas?

Toda burla duele cuando se hace a la cara, pero cuando se hace en público es mucho peor.  Sanbalat se burló de los judíos ante la sociedad de aquellos tiempos.  No es difícil imaginar que todos se reían al oír sus comentarios. 

Ciertamente esto aplica también a nosotros el día de hoy.  Cuando comenzamos a hacer las cosas como Dios manda, el enemigo incita a alguien para que se burle de uno.  Sin duda duele, pero no olvidemos que el propósito de la burla es frustrar nuestra edificación. 

En el momento en que alguien se burle de nosotros, tendremos que tomar una decisión: quedar bien con la gente o con Dios.  Si estamos claros que lo que hacemos es la voluntad de Dios, debemos seguir adelante, aunque quedemos mal “en sociedad”.

La voz de Sanbalat es la de la intimidación y burla.  Ataca con sus palabras para desanimar, frustrar y aún destruir.  Lo más engañoso de este enemigo es que usa la razón.  Lo que los judíos pretendían hacer parecía humanamente imposible.  Aquí es donde algunos caen, porque ponen sus ojos en las circunstancias en lugar de en Dios.  Pero no olvidemos que, si el Señor nos manda a hacer algo, Él nos capacitará para lograrlo, aunque parezca imposible.  Cuando se trata de cumplir el propósito de Dios, no hay consejo humano ni circunstancias naturales que puedan frenarlo.

También Tobías se unió a la burla.
(Nehemías 4:3)  Tobías el amonita estaba cerca de él, y dijo: Aun lo que están edificando, si un zorro saltara sobre ello, derribaría su muralla de piedra.

Como vimos antes, Tobías significa: “YHVH es bueno”.  Su nombre da la apariencia de ser alguien bueno, pero en el fondo es un enemigo.  Tobías representa la religiosidad.  Los religiosos se creen “tan buenos”, que nada de lo que hacen los demás les parece bien.  Critican todo, y con su boca destruyen lo que los demás están tratando de edificar. 


Respuesta ante la Burla
Nehemías nos enseña la forma en que debemos responder a la burla y las críticas.
(Nehemías 4:4-6)  Oye, oh Dios nuestro, cómo somos despreciados. Devuelve su oprobio sobre sus cabezas y entrégalos por despojo en una tierra de cautividad.  (5)  No perdones su iniquidad, ni su pecado sea borrado de delante de ti, porque han desmoralizado a los que edifican. 

Nehemías no se defendió ante sus críticos ni se puso a dar explicaciones.  Él puso sus ojos en Dios, no en los hombres.  Llevó su carga ante el Señor, y le pidió que Él se hiciera cargo de sus enemigos. 

¿No han notado que cuando uno se defiende o se excusa ante los demás, uno termina enredándose más?  Cuando estamos haciendo la obra de Dios, no hay que darle razones a nadie; al único que debemos rendirle cuentas es al Señor…y a nadie más. 

La oración de Nehemías es fuerte, pero también seria era la consecuencia de las burlas de los enemigos, pues lo que querían era desanimar la reedificación de Jerusalén.  Igualmente fuertes son las palabras que Jesús habló contra los que son piedra de tropiezo, y así frenan la edificación de la Iglesia:
(Mateo 18:6-7)  Pero al que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le sería que le colgaran al cuello una piedra de molino de las que mueve un asno, y que se ahogara en lo profundo del mar.  (7)  ¡Ay del mundo por sus piedras de tropiezo! Porque es inevitable que vengan piedras de tropiezo; pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo! 

En la parábola, Jesús dijo lo que hará con aquellos que sean piedra de tropiezo.
(Mateo 13:40-43)  Por tanto, así como la cizaña se recoge y se quema en el fuego, de la misma manera será en el fin del mundo.  (41)  El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que son piedra de tropiezo y a los que hacen iniquidad;  (42)  y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes.  (43)  Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos, que oiga.

Esto es algo que Él hará—no nosotros.  Uno debe hacer su parte y seguir edificando lo que le corresponde, y Dios hará Su parte. 

Nehemías hizo a un lado la burla y escarnio, y siguió edificando, para cumplir con la misión que Dios le había encomendado.
(Nehemías 4:6)  Y edificamos la muralla hasta que toda la muralla estaba unida hasta la mitad de su altura, porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar.

Igualmente debemos hacer nosotros…


Oremos como David (Salmo 56)...
Ten piedad de mí, oh Dios, porque el hombre me ha pisoteado; me oprime combatiéndome todo el día.  Mis enemigos me han pisoteado todo el día, porque muchos son los que con soberbia pelean contra mí.  Pero el día en que temo, yo en ti confío.  ¿Qué puede hacerme el hombre?  Todo el día pervierten mis palabras; todos sus pensamientos contra mí son para mal.  Atacan, se esconden, espían mis pasos, como esperando para quitarme la vida. 

Por causa de la iniquidad, arrójalos, en tu ira humilla a los pueblos, oh Dios.  Tú has tomado en cuenta mi vida errante; pon mis lágrimas en tu redoma; ¿acaso no están en tu libro?  Entonces mis enemigos retrocederán el día en que yo te invoque. Esto sé: que Dios está a favor mío.  En Dios, cuya palabra alabo, en el SEÑOR, cuya palabra honro; en Dios he confiado, no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre? 

Ofrendas de acción de gracias te ofreceré, oh Dios, pues tú has librado mi alma de la muerte, y mis pies de tropiezo, para que yo pueda andar delante de Dios en la luz de la vida.

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