jueves, 29 de septiembre de 2011

Nehemías 4:6-13: el Enemigo contraataca

El Enemigo Contraataca
El pueblo de Dios no se dejó desanimar por la burla de los enemigos.  Ellos siguieron edificando con ahínco, y lograron llegar a la mitad del muro, a todo el derredor de la ciudad.
(Nehemías 4:6)  Y edificamos la muralla hasta que toda la muralla estaba unida hasta la mitad de su altura, porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar.

Por supuesto, los enemigos no estaban contentos con tal progreso, y buscaron otra forma de frenarlos.  Como la burla no les funcionó, probaron usar amenazas y aún la fuerza.
(Nehemías 4:7-8)  Aconteció que cuando Sanbalat, Tobías, los árabes, los amonitas y los de Asdod se enteraron que continuaba la reparación de las murallas de Jerusalén, que las brechas comenzaban a ser cerradas, se enojaron mucho.  (8)  Y todos ellos conspiraron juntos para venir a luchar contra Jerusalén y causar disturbio en ella.


La Defensa
Todos los enemigos se unieron en contra del pueblo de Dios, pero Nehemías siguió firme, puestos sus ojos en Dios.
(Nehemías 4:9)  Entonces oramos a nuestro Dios, y para defendernos montamos guardia contra ellos de día y de noche.

Ciertamente la mejor defensa es la oración.  Es el arma espiritual más eficaz.  Pero orar no sólo significa “pedir o clamar”.  En la oración, no sólo nos encomendamos a Dios, sino que también recibimos Su dirección.  Orar es comunicarse con Dios, de dos vías: hablando y escuchando.  Al comunicarnos más, le conoceremos mejor, y así nuestra fe crece.  Orar no implica “quedarse con los brazos cruzados”.  Es hablar con Dios, y luego hacer lo que Él nos diga. 

Nehemías montó la guardia día y noche.  Esto es lo mismo que hacen los creyentes ante un estado de guerra espiritual.  Se forma una “cadena de oración” para que en todo momento haya alguien que está orando por determinada situación.  En lo individual no podemos pasar todo el día en oración, pero ciertamente sí podemos orar en la mañana y en la noche.   Esto es algo que no podemos dejar de hacer (I Tes. 5:17; Col 4:2).  Luego de enumerar las armas espirituales, Pablo nos exhorta a perseverar en la oración:
(Efesios 6:18)  Con toda oración y súplica orad en todo tiempo en el Espíritu, y así, velad con toda perseverancia y súplica por todos los santos.

El Ánimo Decae
Cuando uno comienza un proyecto, es fácil estar animado y lleno de esperanza.  Aun es emocionante cuando uno está a punto de concluir el proyecto.  Pero, ¿qué podemos decir cuando uno va por la mitad?  Allí es cuando muchos se dan por vencido.
(Nehemías 4:10)  Pero se decía en Judá: Desfallecen las fuerzas de los cargadores, y queda mucho escombro; nosotros no podemos reedificar la muralla.

No todos tenían la fe de Nehemías.  Ante la presión del enemigo, algunos del pueblo comenzaron a flaquear.  En este caso, se menciona específicamente a los cargadores.  Ellos eran los encargados de limpiar el terreno y llevarse los escombros lejos.  Su trabajo era crucial, porque si no se limpiaba primero el terreno, los demás no podían edificar. 

En un sentido espiritual, debemos entender es que la obra de limpieza no la debemos hacer solos; es decir, debemos pedir la ayuda del Espíritu Santo.  Si lo hacemos con nuestras propias fuerzas, nos vamos a “cargar”.  Esto es lo que representan los “cargadores”.  Hay personas que se condenan por el escombro que descubren en su vida, y luego llevan ese peso sobre sus hombros.  Otros se cargan creyendo que ellos pueden salvar sus propias vidas.  No es difícil adivinar que, llevando tales cargas, muy pronto se agotarán, flaquearán y caerán. 

Por eso es importante aprender a depositar las cargas en Dios y descansar en Él. 
(Mateo 11:28-30)  Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar.  (29)  Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas.  (30)  Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera.


Entró la Duda
Los primeros en  desfallecer fueron los “cargadores”.  Y cuando uno está cansado, cede con mayor facilidad.  Cansados del trabajo y la lucha, el pueblo comenzó a dudar. 
(Nehemías 4:12)  Y sucedió que cuando los judíos que habitaban cerca de ellos vinieron y nos dijeron diez veces: Subirán contra nosotros de todo lugar adonde os volváis. 

Nótese que la duda entró por aquellos de los judíos que vivían lejos, en los pueblos del enemigo.  Estos representan a los creyentes que tienen un pie en el mundo y el otro en la iglesia.  Estando en esa posición, más que oír la voz de Dios, oyen la voz del enemigo. 

Los judíos que vivían en los pueblos cercanos (donde vivían también los enemigos), comenzaron a dudar.  No sólo eso, sino que comenzaron a hablar y a confesar.  Dieron ese reporte 10 veces.  Diez es el número de “congregación”.  Al final, su duda contaminó al resto del pueblo.  

Cuando uno abre la puerta a la duda, entran como torrente los pensamientos negativos. 
El enemigo nos habla mentiras para que dejemos de creer en Dios.  Si uno no pone un alto a esas mentiras con la espada de la verdad de Dios, uno puede perder la fe.
(Nehemías 4:12-13)  Y sucedió que cuando los judíos que habitaban cerca de ellos vinieron y nos dijeron diez veces: Subirán contra nosotros de todo lugar adonde os volváis,  (13)  entonces aposté hombres en las partes más bajas del lugar, detrás de la muralla y en los sitios descubiertos; aposté al pueblo por familias con sus espadas, sus lanzas y sus arcos. 

Lo que hizo Nehemías como defensa fue unir al pueblo, armarlo y poner guardias en lugares estratégicos.  Mañana veremos la diferencia que hace la unión…


Oremos…
Señor, te confieso que me duele cuando la gente se burla de mí.  Pero hoy he entendido que el enemigo quiere desanimarme para que deje de edificar mi vida, y no lo haré.  Pondré mis ojos en Ti, Señor, pues sólo a Ti quiero complacer.

Hoy también reconozco que no puedo hacer la obra solo.  Te necesito a Ti, Señor.  Tu gracia me basta, y Tu poder se perfecciona en mi debilidad.  Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

[II Cor. 12:9; Fil. 4:13]

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