martes, 6 de septiembre de 2011

Nehemías 1:1-11

Hasta ahora hemos mencionado dos retornos del pueblo de Dios, que salieron de Babilonia para regresar a la Tierra Prometida.  El primer retorno fue dirigido por Zorobabel y el sumo sacerdote Josué.  Ellos comenzaron la reedificación del Templo, pero se detuvieron al encontrar oposición.  Luego del llamado de atención de los profetas Hageo y Zacarías, regresaron a levantar el Templo, y lo terminaron.

El segundo retorno fue dirigido por Esdras, cuyo llamado fue edificar espiritualmente al Pueblo de Dios, que es aún más importante que levantar las paredes físicas. 

Luego de esto, el Señor llamó a un tercer retorno, que se narra en el libro de Nehemías…



3.  Tercer Retorno

Nehemías era uno de los judíos que habían permanecido en Babilonia.  Él había sido elegido por el rey de Persia como su copero personal.  Él era el encargado de probar el vino del rey antes de que éste lo bebiera, para asegurarse de que nadie envenenara al regente.  Era un puesto de mucha confianza, y el rey no podía prescindir de él. 

Tal vez en el fondo del corazón de Nehemías estaba el deseo de regresar a la Tierra Prometida, pero no podía dejar su puesto.  Sin embargo, él estaba pendiente de las noticias de los retornados. 
(Nehemías 1:1-2) …Aconteció que en el mes de Quisleu, en el año veinte, estando yo en la fortaleza de Susa,  (2)  vino Hananí, uno de mis hermanos, con algunos hombres de Judá, y les pregunté por los judíos, los que habían escapado y habían sobrevivido a la cautividad, y por Jerusalén.

La respuesta que recibió no era la que esperaba.
(Nehemías 1:3)  Y me dijeron: El remanente, los que sobrevivieron a la cautividad allí en la provincia, están en gran aflicción y oprobio, y la muralla de Jerusalén está derribada y sus puertas quemadas a fuego. 

Aunque ya estaba levantado el Templo, el pueblo todavía estaba vulnerable, porque no tenían muros ni puertas que los protegieran.  En cualquier momento podrían perder todo aquello que habían logrado edificar, tanto el Templo como sus propias casas. 

Esto nos puede pasar también a nosotros, en un sentido espiritual.  Luego de la salvación, comenzamos a crecer espiritualmente.  Aprendemos a orar, leemos la Biblia, vamos a la iglesia.  Esto es el equivalente a edificar el Templo.   Pero, ¿es esto suficiente?  Aún podemos estar vulnerables a ataques que vienen de afuera, y retroceder todo lo que hemos avanzado.  No hablamos de perder la salvación, sino la bendición que Dios tiene disponible para Su Pueblo.    

El libro de Nehemías comienza con la pregunta del estado del pueblo de Dios, y nosotros nos debemos hacer la misma pregunta hoy.  En este tiempo de ayuno debemos preguntarnos: ¿Están nuestros muros levantados o caídos?  ¿Acaso tenemos “puertas abiertas” por donde se pueda colar el enemigo?  Esa es la lección que nos enseña el libro de Nehemías. 



Oración y Ayuno
¿Cuál fue la reacción de Nehemías ante las noticias de que Jerusalén tenía muros caídos y puertas quemadas?
(Nehemías 1:4)  Y cuando oí estas palabras, me senté y lloré, e hice duelo algunos días, y estuve ayunando y orando delante del Dios del cielo.

Así como Nehemías, nosotros también debemos levantarnos a orar y ayunar por la Iglesia, que está en un estado vulnerable.  Aunque está de pie, la Iglesia tiene muros caídos ya que, en lo individual o en lo colectivo, muchos han abierto puertas al pecado. 

A lo largo de este ayuno iremos descubriendo cuales son estos muros caídos que debemos levantar, y cuáles son las puertas abiertas que debemos cerrar.


Oremos…
Basado en la oración de Nehemías, oremos también por nosotros y por la Iglesia del Señor en estos tiempos…
(Nehemías 1:5-11)  Y dije: Te ruego, oh SEÑOR, Dios del cielo, el grande y temible Dios, que guarda el pacto y la misericordia para con aquellos que le aman y guardan sus mandamientos, que estén atentos tus oídos y abiertos tus ojos para oír la oración de tu siervo, que yo hago ahora delante de ti día y noche por los hijos de Israel tus siervos, confesando los pecados que los hijos de Israel hemos cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado.  Hemos procedido perversamente contra ti y no hemos guardado los mandamientos, ni los estatutos, ni las ordenanzas que mandaste a tu siervo Moisés.  Acuérdate ahora de la palabra que ordenaste a tu siervo Moisés, diciendo: "Si sois infieles, yo os dispersaré entre los pueblos; pero si volvéis a mí y guardáis mis mandamientos y los cumplís, aunque vuestros desterrados estén en los confines de los cielos, de allí los recogeré y los traeré al lugar que he escogido para hacer morar allí mi nombre."  Y ellos son tus siervos y tu pueblo, los que tú redimiste con tu gran poder y con tu mano poderosa.  Te ruego, oh Señor, que tu oído esté atento ahora a la oración de tu siervo y a la oración de tus siervos que se deleitan en reverenciar tu nombre; haz prosperar hoy a tu siervo, y concédele favor [delante del rey].

4 comentarios:

  1. MARAVILLOSO ESTUDIO . ES UNA BENDICIÓN DIVINA QUE NOS AYUDAS MUCHOA SEGUIR Y NO PERDER EL FAVOR DE DIOS CON NUESTRAS ACTITUDES PERVERSAS QUE DE ALGUNA U OTRA MANERA ABRIMOS PUERTAS , BENDICIONES AMADOS DE DIOS . SEA PAZ CON USTEDES

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  2. ECELENTE ESTUDIO, SIGAN ADELANTE, BENCIONES.

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  3. ECELENTE ESTUDIO, SIGAN ADELANTE, BENCIONES.

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  4. Lo recomendó es lo mejor bendiciones muy bueno estudio dios le bendiga bendiciones

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