Luego que los retornados hubieron terminado la reconstrucción del segundo Templo, Dios envió a un siervo para consolidar la edificación espiritual del pueblo. Este siervo era Esdras. Él fue elegido por Dios porque conocía muy bien la Palabra de Dios. Él era un escriba, cuyo oficio es escribir a mano los rollos de la Torá. Con su conocimiento, estaba capacitado para enseñar a vivir como Dios manda a los judíos retornados.
(Esdras 7:6) Este Esdras subió de Babilonia, y era escriba experto en la ley de Moisés, que el SEÑOR, Dios de Israel, había dado; y el rey le concedió todo lo que pedía porque la mano del SEÑOR su Dios estaba sobre él.
2. Segundo Retorno
Esdras fue el líder que guió el Segundo Retorno de judíos a la Tierra.
(Esdras 7:7-10) También algunos de los hijos de Israel y de los sacerdotes, levitas, cantores, porteros y sirvientes del templo subieron a Jerusalén en el año séptimo del rey Artajerjes. (8) Y él llegó a Jerusalén en el quinto mes; era el año séptimo del rey. (9) Porque el primer día del mes primero comenzó a subir de Babilonia; y el primer día del mes quinto llegó a Jerusalén, pues la mano bondadosa de su Dios estaba sobre él. (10) Ya que Esdras había dedicado su corazón a estudiar la ley del SEÑOR, y a practicarla, y a enseñar sus estatutos y ordenanzas en Israel.
Como escriba y levita, Esdras era la persona más indicada para esta nueva etapa de la vida de los retornados, pues él les enseñaría a vivir como Dios manda.
Problema Interno
Los primeros retornados enfrentaron un obstáculo en la oposición de los enemigos que vivían en la Tierra. Irónicamente, el problema que tuvo enfrentar Esdras no fue con los paganos, sino con los mismos judíos.
Por una buena razón Dios llamó a Esdras para ir a Jerusalén, ya que la porción que Dios le había dado a él era muy necesitada entre los retornados, pues el pueblo de Dios se había desviado.
(Esdras 9:1-2) Y acabadas estas cosas, se me acercaron los príncipes, diciendo: El pueblo de Israel, los sacerdotes y los levitas no se han separado de los pueblos de las tierras y sus abominaciones: de los cananeos, hititas, ferezeos, jebuseos, amonitas, moabitas, egipcios y amorreos; (2) sino que han tomado mujeres de entre las hijas de ellos para sí y para sus hijos, y el linaje santo se ha mezclado con los pueblos de las tierras; es más, la mano de los príncipes y de los gobernantes ha sido la primera en cometer esta infidelidad.
¿Cuál fue la reacción de Esdras al oír tal noticia del estado del pueblo de Dios?
(Esdras 9:3-4) Y cuando oí de este asunto, rasgué mi vestido y mi manto, y arranqué pelo de mi cabeza y de mi barba, y me senté atónito. (4) Entonces se reunieron conmigo todos los que temblaban ante las palabras del Dios de Israel por causa de la infidelidad de los desterrados, y estuve sentado atónito hasta la ofrenda de la tarde.
No hagan alianzas
Esdras estaba atónito. No podía creer que los judíos que habían retornado del exilio se hubieran mezclado con las otras naciones.
¿Por qué era tan malo mezclarse con los otros pueblos?
La Biblia advierte en varias instancias sobre el peligro de aliarse con las naciones paganas. No es un asunto “racial”, sino de creencias.
La Biblia explica las razones con claridad:
a. Ellos te harán pecar contra Dios, y serán tropezadero para ti (Exo. 23:31-33; Exo. 34:11-16; Salmo 106:34-43).
b. Ellos apartarán a tus hijos de seguir a Dios para servir a otros dioses (Deut. 7:1-6).
c. Ellos se convertirán en trampa y en lazo (Jos. 23:11-13).
En el Nuevo Testamento también leemos sobre este principio:
(2 Cor. 6:14-18) No estéis unidos en yugo desigual con los incrédulos, pues ¿qué asociación tienen la justicia y la iniquidad? ¿O qué comunión la luz con las tinieblas? (15) ¿O qué armonía tiene Cristo con Belial? ¿O qué tiene en común un creyente con un incrédulo? (16) ¿O qué acuerdo tiene el templo de Dios con los ídolos? Porque nosotros somos el templo del Dios vivo, como Dios dijo: Habitaré en ellos, y andaré entre ellos;y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. (17) Por tanto, salid de en medio de ellos y apartaos, dice el Señor; y no toquéis lo inmundo, y yo os recibiré. (18) Y yo seré para vosotros padre, y vosotros seréis para mí hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.
Esdras se preocupó mucho por su pueblo, pues sabía cuáles eran las consecuencias de esas malas decisiones. Pero también sabía que Dios es misericordioso, y que perdona a quien se arrepiente.
La misericordia no es para seguir haciendo lo que uno quiere. Es otra oportunidad para rectificar el camino.
(Esdras 9:8-9) Pero ahora, por un breve momento, ha habido misericordia de parte del SEÑOR nuestro Dios, para dejarnos un remanente que ha escapado y darnos un refugio en su lugar santo, para que nuestro Dios ilumine nuestros ojos y nos conceda un poco de vida en nuestra servidumbre. (9) Porque siervos somos; mas en nuestra servidumbre, nuestro Dios no nos ha abandonado, sino que ha extendido su misericordia sobre nosotros ante los ojos de los reyes de Persia, dándonos ánimo para levantar la casa de nuestro Dios y para restaurar sus ruinas, y dándonos una muralla en Judá y en Jerusalén.
Esdras dice “por un breve momento”. La segunda oportunidad viene en “un momento”…el tiempo suficiente para cambiar.
Es el tiempo de levantar Casa a Dios, restaurar las ruinas y levantar los muros caídos.
¿Qué te revela la historia de Esdras a tu vida? ¿Has hecho alianza con gente impía, que no cree ni teme a Dios? ¿Estás unido en yugo desigual, ya sea en matrimonio o en negocios? Si lo has hecho, es momento de pedir perdón a Dios.
Abre tu Biblia, y lee la oración de Esdras, en el capítulo 9.
Oremos…
Inspirándote en la oración de Esdras, dirige tu oración personal a Dios.
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