miércoles, 7 de septiembre de 2011

Nehemías 2:1-8

Nehemías pasó tres meses (desde Quisleu hasta Nisán) preocupado por el remanente del pueblo de Dios que había retornado a la Tierra Prometida.  Todo ese tiempo estuvo orando y ayunando, mientras que seguía trabajando como copero del rey.  Pero su carga interna se le reflejaba en el rostro, al punto que hasta el mismo rey se dio cuenta.
(Nehemías 2:1-2)  Aconteció que en el mes de Nisán, en el año veinte del rey Artajerjes, estando ya el vino delante de él, tomé el vino y se lo di al rey. Yo nunca había estado triste en su presencia,  (2)  y el rey me dijo: ¿Por qué está triste tu rostro? Tú no estás enfermo; eso no es más que tristeza de corazón. Entonces tuve mucho temor…

Nehemías temía incomodar al rey, quien no debía ser molestado con los problemas personales de sus siervos.  Pero ante la pregunta, él le respondió:   
(Nehemías 2:3) y dije al rey: Viva para siempre el rey. ¿Cómo no ha de estar triste mi rostro cuando la ciudad, lugar de los sepulcros de mis padres, está desolada y sus puertas han sido consumidas por el fuego?

Cuando el Señor quiere que hagamos algo, Él nos abre puertas, aun las que antes estaban cerradas.  Nehemías no había podido dejar su puesto antes, pero ahora estaba a punto de abrírsele una ventana de oportunidad.  El Señor le dio gracia ante el rey, quien se mostró dispuesto a dejarlo ir…por un tiempo.
(Nehemías 2:4-5)  El rey me dijo: ¿Qué es lo que pides? Entonces oré al Dios del cielo,  (5)  y respondí al rey: Si le place al rey, y si tu siervo ha hallado gracia delante de ti, envíame a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, para que yo la reedifique.

Nótese que Nehemías le habló al rey, pero también oró al Señor.  Él sabía que quien está en control de las circunstancias, y aun del corazón del rey, es Dios. Si la carga que él sentía por Jerusalén venía de Dios, Él abriría camino para hacer algo al respecto.

Hay cargas que nosotros mismos nos ponemos, ya sea por inseguridad o miedo.  Éstas son cargas humanas que nos frenan y no nos permiten avanzar.  Pero también hay instancias en que Dios pone en nosotros una carga para que actuemos o para que intercedamos.  Es un peso divino que nos empuja a hacer la Voluntad de Dios.  Pero si uno no responde, Dios usará a alguien más.


Ventana de Oportunidad
El Señor le abrió una ventana a Nehemías.  No era una puerta para que regresara permanentemente a Jerusalén, sino que le abrió una ventana de oportunidad para que cumpliera el propósito de Dios en un espacio de tiempo determinado [12 años]. 


Dios tocó el corazón del rey de Persia para permitirle a su copero ausentarse de su puesto el tiempo necesario para reconstruir la ciudad de Jerusalén. 
(Nehemías 2:6)  Entonces el rey me dijo, estando la reina sentada junto a él: ¿Cuánto durará tu viaje, y cuándo volverás? Y le agradó al rey enviarme, y yo le di un plazo fijo.

Pero el rey no sólo le otorgó tiempo, sino también recursos para que su siervo llevara a cabo el plan.
(Nehemías 2:7-8)  Y dije al rey: Si le agrada al rey, que se me den cartas para los gobernadores de las provincias más allá del río, para que me dejen pasar hasta que llegue a Judá,  (8)  y una carta para Asaf, guarda del bosque del rey, a fin de que me dé madera para hacer las vigas de las puertas de la fortaleza que está junto al templo, para la muralla de la ciudad y para la casa a la cual iré. Y el rey me lo concedió, porque la mano bondadosa de mi Dios estaba sobre mí.

De nuevo vemos que Nehemías reconoce que Dios es quien está en control, y Él había tocado el corazón del rey.  El Señor le abrió paso a Nehemías para ir a Jerusalén, y le proveyó de los recursos que necesitaría.

Hay personas que quieren hacer “muchas cosas” para Dios, pero se frustran porque no tienen los recursos para hacerlo.  Tal vez su intención es buena, pero lo más seguro es que lo que desean hacer no es precisamente lo que Dios espera de ellos.  Si Dios quiere que hagamos algo, Él nos abrirá camino, aun en el desierto, y nos dará todo lo que necesitemos para alcanzar Su propósito. 


Oremos…

Señor, así como Nehemías, yo también quiero servirte.  Pero antes de hacer lo que “yo creo que Tú quieres”, mejor te preguntaré: ¿Cuál es Tu voluntad? ¿Qué quieres que haga con mi vida?  ¿Cuál es Tu propósito para unirme a él, en lugar de esperar que Tú te unas a mis planes personales? Señor, Tú eres el Rey del Universo, y me someto a ti.  Abre mis oídos para oírte, y mis ojos para reconocer Tu Voluntad.


Señor, las cargas que yo he tomado y no son mías, las dejo a Tus pies.  Pero, las cargas que Tú has puesto en mi corazón, las tomó para interceder, orar y unirme a Tu Voluntad. 

Así como a Nehemías, Tú has puesto en muchos de nosotros una carga por el pueblo de Dios en estos tiempos.  Si quieres que hagamos algo, por favor, muéstranos y te seguiremos, sabiendo que Tú nos darás el querer como el hacer.

[Neh. 2; Fil. 2:3]

3 comentarios:

  1. como ayuno Nehemias, ya que como copero del rey debia probar(tomar) el vino?

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  2. Gracias por todo su trabajo es de mucha luz.

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