(Día 3)
La primera parte del Sermón del Monte es lo que se conoce
como “Bienaventuranzas”. Así se ha
traducido al español, pero en realidad esa palabra no expresa bien el mensaje
que Jesús está transmitiendo.
El diccionario define “Bienaventurado” como: afortunado o
feliz.
Es la unión de dos palabras: “bien + ventura”. En otras palabras, bienaventurado es alguien
que ha tenido “buena ventura”. “Ventura”
quiere decir felicidad, pero implica una dicha condicionado a la “suerte, o
fortuna o a la casualidad”. Es producto
de las condiciones externas.
La felicidad a la que se refiere Jesús no depende de la
ventura, ni de la suerte, ni la casualidad, ni las condiciones. Más bien, proviene de una actitud y de una
perspectiva espiritual.
La palabra que se traduce como "bienaventurado", en
el griego es: “Makarios”. También puede
traducirse como “grandemente bendecido”.
Esta sería una traducción más cercana al mensaje de Jesús.
En hebreo se usa la palabra “Esher”, que literalmente
significa: “feliz”. Es una felicidad que
no depende de la “suerte”, sino que es el resultado de una vida de justicia y
rectitud. El Salmo 1 es un perfecto
ejemplo:
(Salmo 1:1-6) ¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los
impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla
de los escarnecedores, (2) sino que en la ley del SEÑOR está su deleite,
y en su ley medita de día y de noche!
(3) Será como árbol firmemente
plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no
se marchita; en todo lo que hace, prospera.
(4) No así los impíos, que son
como paja que se lleva el viento. (5) Por tanto, no se sostendrán los impíos en el
juicio, ni los pecadores en la congregación de los justos. (6)
Porque el SEÑOR conoce el camino de los justos, mas el camino de los
impíos perecerá.
BENDICIÓN ESPIRITUAL
En el Sermón del Monte, Jesús comienza hablando acerca de lo
que trae bendición y dicha a los ciudadanos del Reino de los Cielos…pero no es
lo que uno esperaría.
Leamos lo que Jesús dijo:
(Mateo 5:3-12)
(3)
“Benditos” los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los
cielos.
(4)
“Benditos” los que lloran, pues ellos serán consolados.
(5)
“Benditos” los humildes, pues ellos heredarán la tierra.
(6)
“Benditos” los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán
saciados.
(7)
“Benditos” los misericordiosos, pues ellos recibirán misericordia.
(8)
“Benditos” los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios.
(9)
“Benditos” los que procuran la paz, pues ellos serán llamados hijos de
Dios.
(10)
“Benditos” aquellos que han sido perseguidos por causa de la justicia,
pues de ellos es el reino de los cielos.
(11)
“Benditos” seréis cuando os insulten y persigan, y digan todo género de
mal contra vosotros falsamente, por causa de mí. (12)
Regocijaos y alegraos, porque vuestra recompensa en los cielos es
grande, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros.
¿Cómo puede el lloro, la persecución y la humildad traer
dicha y ser considerada una bendición? Las
virtudes de compasión, justicia y paz, ¿no las consideramos más como “un deber”
que como algo que nos haga felices?
Si las palabras de Jesús nos sorprenden, entonces tal vez no
tengamos la “mentalidad del Reino de Dios”; tal vez todavía estamos condicionados
a la forma de pensar de este mundo.
¡Cuánto necesitamos aprender del Señor, y cuánto necesita nuestra mente
ser renovada!
En los próximos días veremos con detenimiento cada una de
estas verdades que Jesús enseñó. Mientras
tanto, les invito a que se tomen el tiempo de escribirlas a mano, para tenerlas
presentes y queden grabadas en sus mentes, esperando que luego del estudio
también queden grabadas en sus corazones.
ORACIÓN
Señor, no
quiero adaptarme a este mundo, sino deseo que mi mente sea renovada para vivir
según lo que es bueno, aceptable y perfecto ante Tus ojos. Deseo conocer cuál es la felicidad según la
medida del Reino de los Cielos.
Quiero
despojarme del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos, para
vestirme del nuevo hombre, creado en la justicia y santidad de la verdad. Mi mente necesita ser renovada y mi espíritu
vivificado.
Te pido, Señor,
que me des espíritu de sabiduría y de revelación en un mejor conocimiento de Ti. Oro por que los ojos de mi corazón sean
iluminados, para saber cuál es la esperanza de Tu llamamiento, cuáles son las
riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál es la extraordinaria grandeza de Tu
poder para con nosotros los que creemos.
Amén.
[Rom. 12:1-2; Efe. 4:20-24; 1:17-19]
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