(Día 2)
Jesús predicó “el Sermón del Monte” al inicio de su
ministerio. Él acababa de cumplir 30
años. A esa edad, él dejó la casa de sus
padres, y fue con Juan el Bautista para ser bautizado.
(Mateo 3:1-2) En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de
Judea, (2) y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de
los cielos se ha acercado.
(Mateo 3:13-17) Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por
él. (14)
Pero Juan le resistía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú
vienes a mí? (15) Pero Jesús respondió, y le dijo: Deja ahora;
porque nos es preciso cumplir así toda justicia. Entonces le dejó. (16) Y
Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le
fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía
sobre Él. (17) Y he aquí una voz del cielo que decía: Éste es
mi Hijo amado, en quien tengo contentamiento.
La inmersión en agua no es un rito que inició Juan. Era una costumbre y tradición entre el pueblo
de Israel. Las razones para la inmersión
eran varias, tales como purificación ritual antes de entrar al Templo, como
parte de un proceso de arrepentimiento, para purificación de las mujeres luego
de su ciclo mensual, como señal de un cambio de estado (tal como el
matrimonio), y el inicio del ministerio sacerdotal cuando los levitas cumplían 30
años. Aparentemente este último fue el
que hizo Jesús, que aunque no es levita, la Biblia dice que es sacerdote según
el orden de Melquisedec (Heb. 5:5-6, 10; Heb. 7:11-17). Jesús iba a iniciar su ministerio.
Juan lo bautizó, y el Espíritu Santo vino sobre Jesús. Pero, en lugar de comenzar su ministerio de
inmediato, el Espíritu lo llevó al desierto para ser probado. Estuvo allí 40 días y 40 noches, ayunando. Allí recibió dirección del Señor, y también
fue tentado, pero superó la prueba sin caer (Mat. 3 y 4).
Jesús comenzó su ministerio luego de ser bautizado y de
haber ayunado. Desde el principio, Él predicó
acerca del Reino de los Cielos:
(Mateo 4:17) Desde entonces Jesús comenzó a predicar y a decir: Arrepentíos, porque
el reino de los cielos se ha acercado.
¿Qué es el Reino de los Cielos? Tal vez la palabra nos haga pensar en “las
nubes”, pero Jesús nos enseñó que también en la Tierra podemos vivir el Reino
de Dios. De hecho, ese es el deseo del
Señor. Al final de la Biblia vemos que
la Ciudad de Dios desciende a la Tierra, en lugar que nosotros subamos al Cielo.
Jesús enseñó que el Reino de los Cielos no es algo lejano,
inalcanzable para los que estamos en este mundo; más bien, está cerca…está a la
mano.
En el idioma hebreo hay unas expresiones idiomáticas que
relacionan ciertas partes del cuerpo con posiciones y tiempos:
- Cuando se dice que algo está “en el rostro o la cara”, es porque está enfrente o por delante. En tiempo, se refiere a algo futuro.
- “A la espalda” implica algo que está por detrás o en el pasado.
- “A la mano” se refiere a algo que está cercano o en el presente. En español es algo similar; si decimos que está “a la mano” implica algo que está disponible, al alcance.
Cuando Jesús dijo que “el Reino está cerca”, se refería al
tiempo, pero también al acceso. En el
Sermón del Monte, Jesús nos enseña que el estilo de vida del Reino está
disponible para que lo vivamos en el presente, hoy, aquí en la Tierra. No tenemos que esperar a morir para subir al
Cielo y vivir la "vida perfecta". El Reino de los Cielos no es un
sueño que algún día se cumplirá, sino una forma de vida que puede ser puesta en
obra el día de hoy, que podemos disfrutar desde ya. Jesús nos enseñó que
el Reino de Dios está cerca, más cerca de lo que pensamos.
Con su vida, Jesús nos demostró que se puede vivir el Reino
de Dios en la Tierra. Su vida de
santidad se reflejaba en el poder espiritual que emanaba de Él. Por eso, mucha gente lo seguía.
(Lucas 6:17-20) Descendió con ellos y se detuvo en un lugar llano; y había una gran
multitud de sus discípulos, y una gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea,
de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, (18)
que habían ido para oírle y para ser sanados de sus enfermedades; y los
que eran atormentados por espíritus inmundos eran curados. (19) Y
toda la multitud procuraba tocarle, porque de El salía un poder que a todos
sanaba. (20) Volviendo su vista hacia sus discípulos,
decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios…
[ Sermón del Monte]
Tal vez podríamos pensar que Jesús hizo esas señales y
milagros porque Él es Dios. Pero Jesús
dijo que nosotros también podemos, si creemos…
(Juan 14:11-12) Creedme que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí; y si no, creed por
las obras mismas. (12) En verdad, en verdad os digo: el que cree en
mí, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores que éstas hará,
porque yo voy al Padre.
(Marcos 16:17-18) Y estas señales acompañarán a los que han creído: en mi nombre echarán
fuera demonios, hablarán en nuevas lenguas;
(18) tomarán serpientes en las
manos, y aunque beban algo mortífero, no les hará daño; sobre los enfermos
pondrán las manos, y se pondrán bien.
¿Nos acompañan estas señales?
Hay tanto más que podemos experimentar del Reino de Dios
aquí en la Tierra…
ORACIÓN
Señor, en este
tiempo de arrepentimiento, quiero arrepentirme.
Me he conformado con poco, cuando Tú tienes tanto más. Quiero vivir una vida de poder, no de
conformismo.
Tú dijiste que “El
Reino está a la mano”. Está accesible,
simplemente para tomarlo y vivirlo.
Quiero hacerlo, pero no sé cómo.
Señor, enséñame. Muéstrame cómo
se vive en Tu Reino. Deseo ver Tu poder
manifiesto en mi vida.
Hoy reconozco
que Tú eres mi Rey, y yo soy tu súbdito.
Haré lo que mi Señor me diga. Obedeceré
las leyes de Tu Reino. Quiero ser un
digno representante de Ti, como embajador Tuyo aquí en este mundo, y que cuando
la gente me mire, te vea a Ti. Quiero ser Luz al mundo.
Padre que estás
en los Cielos, venga Tu Reino. Hágase Tu
voluntad en mi vida, así como lo es en el Cielo.
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