(Día 28)
Uno de los principales motivadores en el mundo es la riqueza. La gente vive para obtenerla. La razón principal es porque creen que el
dinero trae seguridad. Ponen en ello su
confianza, porque creen que “el dinero todo lo compra”. Este pensamiento es tan prevalente que se ha
infiltrado en la Iglesia, pero ciertamente no proviene de Dios. En el Reino de Dios se nos enseña completamente
lo opuesto. De esto habló Jesús en el
Sermón del Monte.
(Mateo 6:19-21) No os acumuléis tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre
destruyen, y donde ladrones penetran y roban;
(20) sino acumulaos tesoros en el
cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no
penetran ni roban; (21) porque donde esté tu tesoro, allí estará
también tu corazón.
¿Dónde está nuestro corazón? ¿Qué consideramos importante en
nuestras vidas? ¿A qué le dedicamos la
mayor parte de nuestro tiempo y atención?
Las repuestas a estas preguntas nos revelarán cuál es nuestro tesoro.
El Señor nos insta a que invirtamos, tiempo y recursos, a lo
que es eterno. Lo temporal se arruina y
pasa, pero lo eterno dura para siempre.
LA LUZ DEL OJO
En relación con el mensaje del tesoro del corazón, Jesús
dijo lo siguiente:
(Mateo 6:22-23) La lámpara del cuerpo es el ojo; por eso, si tu ojo está sano, todo tu
cuerpo estará lleno de luz. (23) Pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo
estará lleno de oscuridad. Así que, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán
grande será la oscuridad!
¿Qué relación tiene el mensaje del tesoro del corazón con la
el ojo como lámpara? A simple vista,
parecería que no estar relacionado, pero Jesús no mencionó esto por casualidad
ni por error. Así como ponemos el
corazón en el tesoro, ponemos la vista en lo que consideramos importante.
(2 Corintios 4:16-18)
Por tanto no desfallecemos, antes bien, aunque nuestro
hombre exterior va decayendo, sin embargo nuestro hombre interior se renueva de
día en día. (17) Pues esta aflicción leve y pasajera nos
produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación, (18)
al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se
ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son
eternas.
¿Dónde está puesta nuestra vista, tanto física como
espiritual? Si tenemos la vista puesta
en algo bueno, tendremos luz. Pero si la
vista está en algo malo, nuestra vida se llenará de oscuridad.
(Efesios 5:5-13) Porque con certeza sabéis esto: que ningún inmoral, impuro, o avaro, que
es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. (6)
Que nadie os engañe con palabras vanas, pues por causa de estas cosas la
ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia. (7)
Por tanto, no seáis partícipes con ellos; (8)
porque antes erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor; andad
como hijos de la luz (9) (porque el fruto de la luz consiste en toda
bondad, justicia y verdad), (10) examinando qué es lo que agrada al
Señor. (11) Y no participéis en las obras estériles de
las tinieblas, sino más bien, desenmascaradlas;
(12) porque es vergonzoso aun
hablar de las cosas que ellos hacen en secreto.
(13) Pero todas las cosas se
hacen visibles cuando son expuestas por la luz, pues todo lo que se hace
visible es luz.
ORACIÓN
Señor, no quiero
poner mi corazón en las cosas de este mundo, sino que quiero hacerme tesoros en
el Cielo, los cuales durarán para siempre.
Ya no quiero dejarme llevar más por la vista y por los deseos de este
mundo; más bien, quiero poner mis ojos en lo que es importante y trascendente—en
Tu Luz y Tu Verdad.
Señor, ya no quiero
andar en tinieblas como el mundo, en la vanidad de su mente, entenebrecidos en
su entendimiento, excluidos de la vida de Dios por causa de la ignorancia que
hay en ellos, por la dureza de su corazón.
Más bien, buscaré las cosas de arriba, los tesoros del Reino de los
Cielos. Pondré la mira en las cosas de
arriba, no en las de la tierra. Ayúdame,
Señor, a distinguir entre las dos.
[Mateo 6:19-21; 2 Corintios 4:16-18; Efesios 4:17-18; Col
3:1-2]
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