viernes, 14 de septiembre de 2012

ORAD DE ESTA MANERA (Mat. 6:9-13)


(Día 27)

La oración que se conoce como “el Padre Nuestro” aparece en el contexto del Sermón del Monte.   



El propósito de Jesús al enseñarnos esta oración no era que la repitiéramos como loritos, sino enseñarnos a cómo orar.  Justamente unos versículos antes leemos cuando Jesús advirtió que las oraciones no debían repetirse vanamente, sino que deben venir del corazón. 
(Mateo 6:7-8)  Y al orar, no uséis repeticiones sin sentido, como los gentiles, porque ellos se imaginan que serán oídos por su palabrería.  (8)  Por tanto, no os hagáis semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes que vosotros le pidáis. 

Algunos se preguntarán: Si Dios ya sabe lo que voy a pedir, ¿qué necesidad hay para orar?  La razón es simple: Dios ya sabe lo que tú quieres, pero ¿sabes tú lo que Dios quiere?  “Orar” no sólo significa pedir y hablar.  Parte esencial de la oración es “escuchar”; es estar quieto y atento para oír a Dios, para conocer Su Voluntad. 
(Salmo 5:2-3)  Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque es a ti a quien oro.  (3)  Oh SEÑOR, de mañana oirás mi voz; de mañana presentaré mi oración  a ti, y con ansias esperaré.

(Salmo 130:5-6)  Espero en el SEÑOR; en El espera mi alma, y en su palabra tengo mi esperanza.  (6)  Mi alma espera al Señor más que los centinelas a la mañana; sí, más que los centinelas a la mañana.

El mismo principio aplica al ayuno.  El propósito del ayuno no es “convencer a Dios” para que nos haga un favor.  Más bien, es callar el cuerpo y el alma para poner a nuestro espíritu en una posición más sensible para escuchar la voz de Dios. 

PADRE NUESTRO
Se podría escribir un libro sólo de esta oración, que se conoce como “el Padre Nuestro”, ya que hay mucha revelación en ella.  Pero en esta ocasión, sólo la leeremos, y luego haremos la oración inspirada en ella…

(Mateo 6:9-13)  Vosotros, pues, orad de esta manera: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.  (10)  Venga tu reino. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo.  (11)  Danos hoy el pan nuestro de cada día.  (12)  Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores.  (13)  Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el reino y el poder y la gloria para siempre jamás. Amén.


ORACIÓN
Señor Yahwe, Tú eres mi Padre, y eres cercano a mí.  Pero también reconozco que eres Santo, y estás apartado de todo.  Estás sobre todo.   Ahora no puedo subir al Cielo, pero quiero que Tu Reino baje a la Tierra.  En mi vida, yo viviré el orden de Tu Reino, haciendo Tu Voluntad.  Señor, sé que te he fallado, y te pido perdón.  La misma misericordia que yo he recibido de Ti, la extiendo a mis hermanos que me han fallado.
Señor, Tú eres mi Proveedor.  De Ti proviene toda bendición para mi vida.  Bendícenos con la provisión diaria para nuestro sustento.  Mientras viva en este mundo, te pido que me protejas de todo mal y de toda tentación.  Te reconozco como el Rey de mi vida.  Anhelo el día de Tu Venida; en ese día, toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Tú eres Rey.  Toda la gloria sea para Ti. Amén.

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