(Día 27)
La oración que se conoce como “el Padre Nuestro” aparece en
el contexto del Sermón del Monte.
El propósito de Jesús al enseñarnos esta oración no era que
la repitiéramos como loritos, sino enseñarnos a cómo orar. Justamente unos versículos antes leemos
cuando Jesús advirtió que las oraciones no debían repetirse vanamente, sino que
deben venir del corazón.
(Mateo 6:7-8) Y al orar, no uséis repeticiones sin sentido, como los gentiles, porque
ellos se imaginan que serán oídos por su palabrería. (8)
Por tanto, no os hagáis semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe lo
que necesitáis antes que vosotros le pidáis.
Algunos se preguntarán: Si Dios ya sabe lo que voy a pedir,
¿qué necesidad hay para orar? La razón
es simple: Dios ya sabe lo que tú quieres, pero ¿sabes tú lo que Dios
quiere? “Orar” no sólo significa pedir y
hablar. Parte esencial de la oración es
“escuchar”; es estar quieto y atento para oír a Dios, para conocer Su
Voluntad.
(Salmo 5:2-3) Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque es a ti a
quien oro. (3) Oh SEÑOR, de mañana oirás mi voz; de mañana
presentaré mi oración a ti, y con ansias
esperaré.
(Salmo 130:5-6) Espero en el SEÑOR; en El espera mi alma, y en su palabra tengo mi
esperanza. (6) Mi alma espera al Señor más que los
centinelas a la mañana; sí, más que los centinelas a la mañana.
El mismo principio aplica al ayuno. El propósito del ayuno no es “convencer a
Dios” para que nos haga un favor. Más
bien, es callar el cuerpo y el alma para poner a nuestro espíritu en una
posición más sensible para escuchar la voz de Dios.
PADRE NUESTRO
Se podría escribir un libro sólo de esta oración, que se
conoce como “el Padre Nuestro”, ya que hay mucha revelación en ella. Pero en esta ocasión, sólo la leeremos, y
luego haremos la oración inspirada en ella…
(Mateo 6:9-13) Vosotros, pues, orad de esta manera: Padre nuestro que estás en los
cielos, santificado sea tu nombre.
(10) Venga tu reino. Hágase tu
voluntad, así en la tierra como en el cielo.
(11) Danos hoy el pan nuestro de
cada día. (12) Y perdónanos nuestras deudas, como también
nosotros hemos perdonado a nuestros deudores.
(13) Y no nos metas en tentación,
mas líbranos del mal. Porque tuyo es el reino y el poder y la gloria para
siempre jamás. Amén.
ORACIÓN
Señor Yahwe, Tú eres
mi Padre, y eres cercano a mí. Pero también
reconozco que eres Santo, y estás apartado de todo. Estás sobre todo. Ahora
no puedo subir al Cielo, pero quiero que Tu Reino baje a la Tierra. En mi vida, yo viviré el orden de Tu Reino,
haciendo Tu Voluntad. Señor, sé que te
he fallado, y te pido perdón. La misma
misericordia que yo he recibido de Ti, la extiendo a mis hermanos que me han
fallado.
Señor, Tú eres mi
Proveedor. De Ti proviene toda bendición
para mi vida. Bendícenos con la
provisión diaria para nuestro sustento. Mientras
viva en este mundo, te pido que me protejas de todo mal y de toda
tentación. Te reconozco como el Rey de
mi vida. Anhelo el día de Tu Venida; en
ese día, toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Tú eres Rey. Toda la gloria sea para Ti. Amén.
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