domingo, 16 de septiembre de 2012

SERVIR A DIOS O A LAS RIQUEZAS


(Día 29)

Luego de hablar acerca del tesoro del corazón, Jesús dijo lo siguiente:
(Mateo 6:24) Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.




La palabra que se traduce como “riquezas”, en griego es: “Mamón”, que literalmente significa: confianza o avaricia. 

Mamón también era el nombre de un dios pagano del Medio Oriente.  En Egipto, había una esfinge gigante dedicada a este dios, conocida como el “Coloso de Mamón”.  En Grecia y Roma, su equivalente era el dios Plutón (cuyo nombre literalmente significa: enriquecerse); también recibía el nombre de “Hades”, a quien se consideraba como el custodio de las abundancias de la tierra, además de ser el guardián del inframundo.

Mamón no es equivalente al “dinero”. El dinero es simplemente un instrumento, que puede ser de bendición o maldición.  Lo que es malo es el “amor al dinero”.
(1 Timoteo 6:7-11) Porque nada hemos traído al mundo, así que nada podemos sacar de él. (8) Y si tenemos qué comer y con qué cubrirnos, con eso estaremos contentos. (9) Pero los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo y en muchos deseos necios y dañosos que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición. (10) Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, por el cual, codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe y se torturaron con muchos dolores. (11) Pero tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la perseverancia y la amabilidad.

La pregunta con respecto al dinero es: ¿dónde está nuestro corazón?  Cuando las riquezas se vuelven en lo más importante en nuestras vidas, entonces servimos a Mamón, que es el espíritu de avaricia.  Este espíritu prevalece en el mundo y su sistema económico. Cuando el dinero es un “ídolo”, éste se convierten en una fuerza que nos lleva a dedicar la vida y entregarla a la búsqueda del dinero, a cualquier costo.

La advertencia de Pablo es para evitarnos caer en esa trampa.  El mundo sirve al dios del dinero, pero nosotros estamos llamados a seguir las virtudes del Reino de Dios: justicia, misericordia, piedad, fe, amor, perseverancia, amabilidad.  Estas virtudes son nuestros tesoros, y en ellos debemos invertir.


ORACION
Señor, estoy en el mundo, pero no soy de este mundo; yo soy del Reino de los Cielos.  Por lo tanto, no voy a vivir según el orden del mundo, el cual está dedicado a la búsqueda de fortuna y fama.  Como ciudadano de Tu Reino, yo buscaré tesoros espirituales que durarán para siempre. 

Si en mi corazón ha habido amor al dinero, te pido perdón.  Me arrepiento y me comprometo a cambiar.   Quiero invertir tiempo en estudiar Tu Palabra para conocer lo que es importante en el Reino de los Cielos, y dedicaré mi vida a cultivar esas virtudes.  Nada he traído al mundo, y nada podré sacar de él. No dedicaré mi vida a lo que es temporal, sino que invertiré en los tesoros eternos.  Estaré satisfecho si tenemos qué comer y con qué cubrirnos.  Líbrame de la tentación de los deseos necios y dañosos de este mundo que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición. Huiré del amor al dinero, y seguiré la justicia, la piedad, la fe, el amor, la perseverancia y la amabilidad.

[Juan 17:14-16; 1 Timoteo 6:7-11]

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