(Día 29)
Luego de hablar acerca del tesoro del corazón, Jesús dijo lo
siguiente:
(Mateo 6:24) Nadie puede servir a dos señores;
porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al
otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
La palabra que se traduce como “riquezas”, en griego es: “Mamón”,
que literalmente significa: confianza o avaricia.
Mamón también era el nombre de un dios pagano del Medio
Oriente. En Egipto, había una esfinge
gigante dedicada a este dios, conocida como el “Coloso de Mamón”. En Grecia
y Roma, su equivalente era el dios Plutón (cuyo nombre literalmente significa: enriquecerse);
también recibía el nombre de “Hades”, a quien se consideraba como el custodio
de las abundancias de la tierra, además de ser el guardián del inframundo.
Mamón no es equivalente al “dinero”. El dinero es simplemente
un instrumento, que puede ser de bendición o maldición. Lo que es malo es el “amor al dinero”.
(1 Timoteo 6:7-11) Porque nada hemos traído al mundo,
así que nada podemos sacar de él. (8) Y si tenemos qué comer y con qué
cubrirnos, con eso estaremos contentos. (9) Pero los que quieren enriquecerse
caen en tentación y lazo y en muchos deseos necios y dañosos que hunden a los
hombres en la ruina y en la perdición. (10) Porque la raíz de todos los males
es el amor al dinero, por el cual, codiciándolo algunos, se extraviaron de la
fe y se torturaron con muchos dolores. (11) Pero tú, oh hombre de Dios, huye de
estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la perseverancia y
la amabilidad.
La pregunta con respecto al dinero es: ¿dónde está nuestro
corazón? Cuando las riquezas se vuelven en
lo más importante en nuestras vidas, entonces servimos a Mamón, que es el espíritu
de avaricia. Este espíritu prevalece en
el mundo y su sistema económico. Cuando el dinero es un “ídolo”, éste se
convierten en una fuerza que nos lleva a dedicar la vida y entregarla a la
búsqueda del dinero, a cualquier costo.
La advertencia de Pablo es para evitarnos caer en esa trampa. El mundo sirve al dios del dinero, pero
nosotros estamos llamados a seguir las virtudes del Reino de Dios: justicia, misericordia,
piedad, fe, amor, perseverancia, amabilidad.
Estas virtudes son nuestros tesoros, y en ellos debemos invertir.
ORACION
Señor, estoy en el
mundo, pero no soy de este mundo; yo soy del Reino de los Cielos. Por lo tanto, no voy a vivir según el orden
del mundo, el cual está dedicado a la búsqueda de fortuna y fama. Como ciudadano de Tu Reino, yo buscaré
tesoros espirituales que durarán para siempre.
Si en mi corazón ha
habido amor al dinero, te pido perdón.
Me arrepiento y me comprometo a cambiar.
Quiero invertir tiempo en estudiar
Tu Palabra para conocer lo que es importante en el Reino de los Cielos, y
dedicaré mi vida a cultivar esas virtudes.
Nada he traído al mundo, y nada podré sacar de él. No dedicaré mi vida a
lo que es temporal, sino que invertiré en los tesoros eternos. Estaré satisfecho si tenemos qué comer y con
qué cubrirnos. Líbrame de la tentación
de los deseos necios y dañosos de este mundo que hunden a los hombres en la
ruina y en la perdición. Huiré del amor al dinero, y seguiré la justicia, la
piedad, la fe, el amor, la perseverancia y la amabilidad.
[Juan 17:14-16; 1 Timoteo 6:7-11]
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