En el calendario bíblico, el período de 40 días previo al
Día de Expiación (heb. Yom Kipur) se
conoce como “Período de arrepentimiento” (heb. Teshuva),
que va del 1 de Elul (mes 6) al 10 de Tishri (mes 7). Es un tiempo para meditar
sobre el estado de nuestras vidas y rectificar lo que sea necesario.
Fue en este tiempo que Juan el Bautista hizo un llamado al
arrepentimiento, y muchos respondieron, incluyendo Jesús.
(Mar. 1:4-5) Juan el Bautista apareció en el desierto predicando el bautismo de
arrepentimiento para el perdón de pecados.
(5) Y acudía a él toda la región
de Judea, y toda la gente de Jerusalén, y confesando sus pecados, eran
bautizados por él en el río Jordán.
(Mar. 1:9-13) Y sucedió en aquellos días que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue
bautizado por Juan en el Jordán.
(10) E inmediatamente, al salir
del agua, vio que los cielos se abrían, y que el Espíritu como paloma descendía
sobre El; (11) y vino una voz de los cielos, que decía: Tú
eres mi Hijo amado, en ti me he complacido.
(12) Enseguida el Espíritu le
impulsó a ir al desierto. (13) Y estuvo en el desierto cuarenta días, siendo
tentado por Satanás; y estaba entre las fieras, y los ángeles le servían.
Jesús no sólo se bautizó en este tiempo, sino que después
ayunó por 40 días, antes de comenzar su ministerio.
ARREPENTIMIENTO
Arrepentimiento en hebreo es: “Teshuvá”, que literalmente significa: “regresar”. Arrepentimiento
no es sentir remordimiento y seguir igual; un genuino arrepentimiento implica reconocer
dónde uno se ha desviado y estar dispuesto a rectificar y regresar a la
perfecta voluntad de Dios.
El período de Arrepentimiento es el tiempo
para analizar en dónde estamos parados en la vida, y compararlo con lo que Dios
espera de nosotros. Si nos hemos desviado en algo, es la oportunidad para
regresar al camino recto.
Juan el Bautista dio ejemplos de lo que implica arrepentirse:
(Lucas 3:3,7-14) Y él fue por toda la región contigua al Jordán, predicando un bautismo
de arrepentimiento para el perdón de los pecados… (7) Por eso, decía a las multitudes que acudían
para que él las bautizara: ¡Camada de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la
ira que vendrá? (8) Por tanto, dad frutos dignos de
arrepentimiento; y no comencéis a deciros a vosotros mismos: "Tenemos a
Abraham por padre", porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham
de estas piedras. (9) Y también el hacha ya está puesta a la raíz
de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado
al fuego. (10) Y las multitudes le preguntaban, diciendo:
¿Qué, pues, haremos? (11) Respondiendo él, les decía: El que tiene dos
túnicas, comparta con el que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo
mismo. (12) Vinieron también unos recaudadores de
impuestos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos? (13)
Entonces él les respondió: No exijáis más de lo que se os ha
ordenado. (14) También algunos soldados le preguntaban,
diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos? Y él les dijo: A nadie extorsionéis, ni a
nadie acuséis falsamente, y contentaos con vuestro salario.
Pablo también habló del cambio que debe venir tras un
genuino arrepentimiento:
(Efesios 4:28-32) El que roba, no robe más, sino más bien que trabaje, haciendo con sus
manos lo que es bueno, a fin de que tenga qué compartir con el que tiene
necesidad. (29) No salga de vuestra boca ninguna palabra
mala, sino sólo la que sea buena para edificación, según la necesidad del
momento, para que imparta gracia a los que escuchan. (30) Y
no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, por el cual fuisteis sellados para
el día de la redención. (31) Sea quitada de vosotros toda amargura, enojo,
ira, gritos, maledicencia, así como toda malicia. (32)
Sed más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos
a otros, así como también Dios os perdonó en Cristo.
El arrepentimiento no es sólo una acción única que hacemos
cuando reconocemos a Dios como el Señor de nuestras vidas; ése es sólo el
inicio. Todo creyente debería someterse
a un constante proceso de arrepentimiento hasta llegar a la medida de
Cristo. Si todavía no somos como Jesús
en todo, habrá algo de lo cual debamos arrepentirnos y cambiar.
El pecado nos aleja de Dios, pero el arrepentimiento y la rectificación
nos acerca a El.
(Isaías 59:2) Pero vuestras iniquidades han hecho separación entre vosotros y
vuestro Dios, y vuestros pecados le han hecho esconder su rostro de vosotros
para no escucharos.
Más que una “corrección”, la Teshuvá es una “rectificación”.
Es un regreso a “casa”, al propósito original por el cual fuimos creados.
Preparémonos para entrar en este período de arrepentimiento con un corazón dispuesto...
No hay comentarios:
Publicar un comentario