INTRODUCCIÓN
El nombre Zacarías (heb. Zejriyá)
significa: Dios recordará.
Viene del verbo Zajar,
que significa recordar, pero literalmente significa: marcar para ser reconocido.
La vida de Zacarías fue marcada por Dios. El fue elegido como señal para su generación,
pero también fue escogido como mensajero para los últimos tiempos.
Zacarías: “Dios recordará”.
En tiempos de Zacarías, Dios se acordó de Su Pueblo para sacarlo del
cautiverio en Babilonia. Ellos habían
caído allí por su desobediencia e infidelidad a Dios. Su maldad los alcanzó, y por eso cayeron
cautivos.
(Zac. 1:4-6) No seáis como vuestros padres, a quienes los
antiguos profetas proclamaron, diciendo: Así dice el SEÑOR de los ejércitos: Volveos
ahora de vuestros malos caminos y de vuestras malas obras. Pero no me
escucharon ni me hicieron caso--declara el SEÑOR. (5) Vuestros
padres, ¿dónde están? Y los profetas, ¿viven para siempre? (6) Pero
mis palabras y mis estatutos que yo ordené a mis siervos los profetas ¿no
alcanzaron a vuestros padres? Por eso se arrepintieron y dijeron: Como el SEÑOR
de los ejércitos se propuso hacer con nosotros conforme a nuestros caminos y
conforme a nuestras obras, así ha hecho con nosotros.
Dios les había dicho que iban a pasar 70 años en cautiverio,
pero al cumplirse ese tiempo, Él los libraría.
Cuando el tiempo llegó, el Señor cambió imperios y naciones para hacer
Su voluntad. Cayó Babilonia, y los
persas dejaron libres a los judíos. Se
cumplió al pie de la letra profecía dada a través de Jeremías.
(Jer. 29:10-14) Pues así dice el SEÑOR: Cuando se le hayan cumplido
a Babilonia setenta años, yo os visitaré y cumpliré mi buena palabra de haceros
volver a este lugar. (11) Porque yo sé los planes que tengo para
vosotros"--declara el SEÑOR-- planes de bienestar y no de calamidad, para
daros un futuro y una esperanza.
(12) Me invocaréis, y vendréis a
rogarme, y yo os escucharé. (13) Me
buscaréis y me encontraréis, cuando me busquéis de todo corazón. (14) Me
dejaré hallar de vosotros--declara el SEÑOR-- y restauraré vuestro bienestar y
os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os expulsé--declara
el SEÑOR-- y os traeré de nuevo al lugar de donde os envié al destierro.
En tiempos de Jeremías, Dios mandó a Su pueblo cautivo a
Babilonia debido a su desobediencia…pero en tiempos de Zacarías, Dios se acordó
de Su Pueblo, y le dio la oportunidad de salir del exilio. Sin embargo, sólo un
5% de los judíos en Babilonia quisieron regresar a la Tierra Prometida.
Tristemente, no todos los cautivos quieres ser
liberados. ¿No tendremos nosotros
cadenas a las cuales ya nos hemos acostumbrados, como si fueran parte de uno? Pero las cadenas no son parte de uno, sino
son cosas que nos limitan a ser todo lo que podemos ser. Dios quiere que seamos libres de ellas. A veces el camino de la libertad es difícil,
pero peor en quedarse en cautiverio, pues allí, como los judíos, corremos el
riesgo de morir. Estar sin vida
espiritual es ir muriendo poco a poco espiritualmente, hasta que no tenemos más
luz.
Tal vez en Babilonia uno hace lo que quiere, acomodado al
mundo, o tal vez vivimos en una apariencia de religiosidad pero sin vida
interna…pero esa no es la vida que Dios quiere para nosotros. El Señor dice a Su pueblo: ¡Sal de Babilonia!
(Zac. 2:7) ¡Ea, Sion, tú que moras con la hija de Babilonia,
escápate!
(Isaías 48:17-20) Así dice el SEÑOR, tu Redentor, el Santo de Israel:
Yo soy el SEÑOR tu Dios, que te enseña para tu beneficio, que te conduce por el
camino en que debes andar. (18) ¡Si tan sólo hubieras atendido a mis
mandamientos! Entonces habría sido tu paz como un río, y tu justicia como las
olas del mar. (19) Sería como la arena tu descendencia, y tus
hijos como sus granos; nunca habría sido cortado ni borrado su nombre de mi
presencia. (20) Salid de Babilonia, huid de los caldeos; con
voz de júbilo anunciad, proclamad esto, publicadlo hasta los confines de la
tierra; decid: El SEÑOR ha redimido a su siervo Jacob.
Dios quiere que salgamos de Babilonia, que dejemos atrás el
acomodamiento, la religiosidad sin justicia y sin vida…y que subamos a Sion, a
vivir como Dios manda y tener una comunión cercana con Él.
(Isaías 52:8-12) ¡Una voz! Tus centinelas alzan la voz, a una gritan
de júbilo porque verán con sus propios ojos cuando el SEÑOR restaure a
Sion. (9) Prorrumpid a una en gritos de júbilo, lugares
desolados de Jerusalén, porque el SEÑOR ha consolado a su pueblo, ha redimido a
Jerusalén. (10) El SEÑOR ha desnudado su santo brazo a la
vista de todas las naciones, y todos los confines de la tierra verán la
salvación de nuestro Dios. (11) Apartaos, apartaos, salid de allí, nada
inmundo toquéis; salid de en medio de ella, purificaos, vosotros que lleváis
las vasijas del SEÑOR. (12) Pues no saldréis precipitadamente, ni iréis
como fugitivos; porque delante de vosotros irá el SEÑOR, y vuestra retaguardia
será el Dios de Israel.
¿Por qué debemos huir?
Porque vendrá juicio a Babilonia.
Llegará el día en que cada uno tendremos que dar cuenta a Dios por nuestras
acciones. ¿Nos quedaremos con las cadenas puestas en Babilonia, o saldremos a
buscar la voluntad de Dios en el lugar donde Él quiere que estemos?
(Jeremías 51:5-6) Porque no ha sido abandonado Israel ni Judá por su
Dios, el SEÑOR de los ejércitos, aunque su tierra está llena de culpa delante
del Santo de Israel. (6) Huid de en medio de Babilonia, y salve cada
uno su vida. No perezcáis por su culpa, pues este es el tiempo de la venganza
del SEÑOR; El le dará su pago.
El llamado a salir de Babilonia no fue sólo a la generación
de Zacarías, sino también para generaciones futuras. Volverá a ser el llamado
en los últimos tiempos.
(Apocalipsis 18:1-6) Después de esto vi a otro ángel descender del
cielo, que tenía gran poder, y la tierra fue iluminada con su gloria. (2) Y
clamó con potente voz, diciendo: ¡Cayó, cayó la gran Babilonia! Se ha
convertido en habitación de demonios, en guarida de todo espíritu inmundo y en
guarida de toda ave inmunda y aborrecible.
(3) Porque todas las naciones han
bebido del vino de la pasión de su inmoralidad, y los reyes de la tierra han
cometido actos inmorales con ella, y los mercaderes de la tierra se han
enriquecido con la riqueza de su sensualidad.
(4) Y oí otra voz del cielo que
decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no participéis de sus pecados y para
que no recibáis de sus plagas; (5) porque sus pecados se han amontonado hasta el
cielo, y Dios se ha acordado de sus iniquidades. (6)
Pagadle tal como ella ha pagado, y devolvedle doble según sus obras; en la copa que ella ha
preparado, preparad el doble para ella.
PROFETA Y SACERDOTE
Cuando Zacarías recibió su llamado para profetizar, la
Biblia lo llama “joven” (Zac. 2:4). Esto
nos hace suponer que él nació en Babilonia, al final de los 70 años del exilio. El era de linaje levita. Su padre y abuelo
eran sacerdotes, y él fue educado también como sacerdote, aunque vivía en
Babilonia. Seguramente esa educación sembró
en su corazón el deseo de ir a Jerusalén.
Tan pronto como Dios abrió la puerta del cautiverio, Zacarías
respondió. El salió de Babilonia con el
primer grupo que retornó a Jerusalén, junto a Zorobabel y Josué. El estuvo presente y participó en la
reedificación del Templo. Cuando el
pueblo estivo a punto de darse por vencido en la reconstrucción debido a la
oposición, Zacarías y Hageo los animaron a continuar.
(Esdras 5:1-2) Cuando los profetas Hageo y Zacarías, hijo de Iddo,
profetizaron a los judíos que estaban en Judá y en Jerusalén, en el nombre del
Dios de Israel que estaba sobre ellos,
(2) Zorobabel, hijo de Salatiel,
y Jesúa, hijo de Josadac, se levantaron entonces y comenzaron a reedificar la
casa de Dios en Jerusalén; y los profetas de Dios estaban con ellos
apoyándolos.
Unos años después, en tiempos de Nehemías, Zacarías llegó a
ser jefe de una división de los levitas (Neh. 12:16), y participó en la
inauguración del Templo.
JERUSALÉN
A lo largo del libro de Zacarías, veremos que el énfasis está
en Jerusalén. Esto no es por “el anhelo
personal” de Zacarías; más bien, es reflejo del corazón de Dios.
(Zac. 8:1-3) Y vino la
palabra del SEÑOR de los ejércitos, diciendo: (2) Así dice el SEÑOR de los ejércitos: He celado
a Sion con gran celo, sí, con gran furor la he celado. (3)
Así dice el SEÑOR: Volveré a Sion y en medio de Jerusalén moraré. Y
Jerusalén se llamará Ciudad de la Verdad, y el monte del SEÑOR de los
ejércitos, Monte Santo.
De todas las ciudades del mundo, el Señor eligió a
Jerusalén. El la escogió para poner allí
Su Nombre (1 Reyes 11:36; 2 Cro. 12:13).
Allí va a regresar Jesús, y pondrá en esa ciudad Su Trono.
(Jer. 3:17-19) En aquel tiempo
llamarán a Jerusalén: Trono del SEÑOR; y todas las naciones acudirán a ella, a
Jerusalén, a causa del nombre del SEÑOR; y no andarán más tras la terquedad de
su malvado corazón. (18) En aquellos días andará la casa de Judá con
la casa de Israel, y vendrán juntas de la tierra del norte a la tierra que di
en heredad a vuestros padres. (19) Yo había dicho: ¡Cómo quisiera ponerte entre
mis hijos, y darte una tierra deseable, la más hermosa heredad de las naciones!
Y decía: Padre mío me llamaréis, y no os apartaréis de seguirme.
(Isa. 66:10-14) Alegraos con Jerusalén y regocijaos por ella, todos
los que la amáis; rebosad de júbilo con ella, todos los que por ella hacéis
duelo, (11) para que maméis y os saciéis del pecho de sus
consolaciones, para que chupéis y os deleitéis de su seno abundante. (12)
Porque así dice el SEÑOR: He aquí, yo extiendo hacia ella paz como un
río, y la gloria de las naciones como torrente desbordado; y mamaréis, seréis
llevados sobre la cadera y acariciados sobre las rodillas. (13)
Como uno a quien consuela su madre, así os consolaré yo; en Jerusalén
seréis consolados. (14) Cuando lo veáis, se llenará de gozo vuestro
corazón, y vuestros huesos florecerán como hierba tierna; la mano del SEÑOR se
dará a conocer a sus siervos, y su indignación a sus enemigos.
(Salmo 122:1-9) Cántico de ascenso gradual; de David. Yo me alegré
cuando me dijeron: Vamos a la casa del SEÑOR.
(2) Plantados están nuestros pies
dentro de tus puertas, oh Jerusalén.
(3) Jerusalén, que está edificada
como ciudad compacta, bien unida,
(4) a la cual suben las tribus,
las tribus del SEÑOR, (lo cual es ordenanza para Israel) para alabar el nombre
del SEÑOR. (5) Porque allí se establecieron tronos para
juicio, los tronos de la casa de David.
(6) Orad por la paz de Jerusalén:
Sean prosperados los que te aman.
(7) Haya paz dentro de tus muros,
y prosperidad en tus palacios. (8) Por amor de mis hermanos y de mis amigos diré
ahora: Sea la paz en ti. (9) Por amor de la casa del SEÑOR nuestro Dios
procuraré tu bien.
Oramos que el estudio de Zacarías nos inspire a salir de
Babilonia, de cautiverios personales, y podamos subir a Sión, Su Santo
Monte. Aunque nuestras vidas estén en
ruinas, Él quiere reedificar y restaurarnos.
El Señor quiere que vivamos a todo nuestro potencial, y sobre todo, El desea
preparar a Su Novia para Su venida.
Muchas gracias y que el Señor continue guiandolos para el crecimiento de muchos como yo.
ResponderEliminarShalom Dios El Eterno Todopoderoso los Bendiga es de gran Bendición estás enseñanzas me ayuda a comprender mucho Aserca de la voluntad de Dios q es bella y perfecta y a escuchar su llamado por q el pronto tendrá por su iglesia .
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