En la entrada anterior vimos que, al cumplirse los 70 años
de cautiverio en Babilonia, el pueblo de Dios comenzó a hacerse una pregunta:
¿Acaso llegó el tiempo de liberación y el retorno a la
Tierra Prometida?
El Ángel del Señor hizo la misma pregunta:
(Zac. 1:12)
Entonces respondió el ángel del SEÑOR y dijo: Oh SEÑOR de los ejércitos,
¿hasta cuándo seguirás sin compadecerte de Jerusalén y de las ciudades de Judá,
contra las cuales has estado indignado estos setenta años?
Ahora veremos cuál fue la respuesta del Señor…
PALABRAS DE CONSUELO
La respuesta a la pregunta fue positiva…palabras buenas y
consoladoras:
(Zac. 1:13-17)
Y el SEÑOR respondió al ángel que hablaba conmigo palabras buenas, palabras consoladoras. (14) Y
el ángel que hablaba conmigo me dijo: Proclama, diciendo: Así dice el SEÑOR de
los ejércitos: Estoy celoso en gran manera por Jerusalén y por Sion, (15) y
con gran enojo estoy yo enojado contra las naciones que están confiadas; porque
cuando yo estaba un poco enojado, ellas contribuyeron al mal. (16)
Por tanto, así dice el SEÑOR: Me volveré a Jerusalén con compasión; en
ella será reedificada mi casa--declara el SEÑOR de los ejércitos-- y el cordel será
tendido sobre Jerusalén. (17) Proclama
de nuevo, diciendo: Así dice el SEÑOR de los ejércitos: Otra vez rebosarán mis
ciudades de bienes, otra vez el SEÑOR consolará a Sion y de nuevo escogerá a
Jerusalén.
Dios no se había olvidado de Su pueblo; si se alejó, fue
porque el pueblo necesitaba corrección.
Pero luego de la corrección, viene la restauración.
Este es el mismo mensaje que dio Isaías:
(Isa. 57:15-21) Porque así dice el Alto y Sublime que vive para siempre, cuyo nombre
es Santo: Habito en lo alto y santo, y también con el contrito y humilde de
espíritu, para vivificar el espíritu de los humildes y para vivificar el
corazón de los contritos. (16) Porque no contenderé para siempre, ni estaré
siempre enojado, pues el espíritu desfallecería ante mí, y el aliento de los
que yo he creado. (17) A causa de la iniquidad de su codicia, me
enojé y lo herí; escondí mi rostro y me indigné, y él siguió desviándose por el
camino de su corazón. (18) He visto sus caminos, pero lo sanaré; lo guiaré
y le daré consuelo a él y a los que con él lloran, (19)
poniendo alabanza en los labios. Paz, paz al que está lejos y al que
está cerca --dice el SEÑOR-- y yo lo sanaré.
Dios castiga porque nos ama, para que aprendamos, para que
corrijamos nuestro rumbo si nos hemos desviado.
Dios no tolera el mal, y por eso castiga el mal. Pero lo hace para corregirnos, para que
rectifiquemos nuestro camino. Él nos
dice: Vuelve.
Dios es misericordioso, y perdona a Su pueblo. Él está
dispuesto a darnos una segunda oportunidad.
Pero la gracia y la misericordia divina no deben tomarse como una
licencia para pecar. Eso es lo que hacen
los impíos, y para ellos no hay paz (Isa. 57:20-21). Esa nueva oportunidad no es para seguir
igual, sino para volver….para volvernos de nuestros malos caminos, y comenzar a
hacer las cosas como Dios manda.
(Ezequiel 33:11) Diles: Vivo yo--declara el Señor DIOS-- que no me complazco en la
muerte del impío, sino en que el impío se aparte de su camino y viva. Volveos,
volveos de vuestros malos caminos. ¿Por qué habéis de morir, oh casa de Israel?
(Isaías 1:16-20) Lavaos, limpiaos, quitad la maldad de vuestras obras de delante de mis
ojos; cesad de hacer el mal, (17) aprended a hacer el bien, buscad la justicia,
reprended al opresor, defended al huérfano, abogad por la viuda. (18)
Venid ahora, y razonemos --dice el SEÑOR-- aunque vuestros pecados sean
como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el
carmesí, como blanca lana quedarán.
(19) Si queréis y obedecéis,
comeréis lo mejor de la tierra; (20) pero si rehusáis y os rebeláis, por la espada
seréis devorados. Ciertamente, la boca del SEÑOR ha hablado.
(Isa. 55:6-13) Buscad al SEÑOR mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está
cerca. (7) Abandone el impío su camino, y el hombre
inicuo sus pensamientos, y vuélvase al
SEÑOR, que tendrá de él compasión, al Dios nuestro, que será amplio en
perdonar. (8) Porque mis pensamientos no son vuestros
pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos--declara el SEÑOR. (9)
Porque como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son
más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros
pensamientos. (10) Porque como descienden de los cielos la
lluvia y la nieve, y no vuelven allá sino que riegan la tierra, haciéndola
producir y germinar, dando semilla al sembrador y pan al que come, (11)
así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mí vacía sin haber
realizado lo que deseo, y logrado el propósito para el cual la envié. (12)
Porque con alegría saldréis, y con paz seréis conducidos; los montes y
las colinas prorrumpirán en gritos de júbilo delante de vosotros, y todos los
árboles del campo batirán palmas.
(13) En lugar del espino crecerá
el ciprés, y en lugar de la ortiga crecerá el mirto; y esto será para gloria
del SEÑOR, para señal eterna que nunca será borrada.
[Noten la mención del mirto en el ver. 13]
Por eso, Zacarías comienza con un llamado al arrepentimiento
a la nueva generación, después de los 70 años, para que se vuelvan a Dios y
sean restaurados (Zac. 1:2-6).
CELO POR JERUSALÉN
Zacarías habla del Celo de Dios por Jerusalén. Pero debemos definir la diferencia entre “celo”
y “celos”.
Celo: es un interés
ardiente y activo por una causa o persona. Es el cuidado y el esmero en el cumplimiento
de los deberes.
Celos: Es el
sentimiento de inseguridad que proviene de un amor no correspondido, o la
sospecha de una traición.
La Biblia dice Jehová es Dios Celoso. Pero no es porque Él sea inseguro, sino
porque no está dispuesto a compartir el afecto de los Suyos con nadie más.
(Exo. 20:3-6) No tendrás otros dioses delante de mí. (4) No
te harás ídolo, ni semejanza alguna de lo que está arriba en el cielo, ni abajo
en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. (5) No
los adorarás ni los servirás; porque yo, el SEÑOR tu Dios, soy Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres sobre los
hijos hasta la tercera y cuarta generación
de los que me aborrecen, (6) y muestro misericordia a millares, a los que
me aman y guardan mis mandamientos.
La Biblia compara la relación del Señor con su pueblo como
el de una pareja (Efe. 5:25-32). En esos
términos, Él nos hace saber que Él es Celoso, y no nos compartirá con ningún dios
y ningún otro amor (Deut. 6:15).
Por otro lado, la Biblia también habla del Celo de Dios, como es el caso de
Zacarías.
(Zac. 1:14) Y el ángel que hablaba conmigo me dijo: Proclama, diciendo: Así dice
el SEÑOR de los ejércitos: 'Estoy celoso
en gran manera por Jerusalén y por Sion…
El pueblo de Dios probablemente llegó a creer que a Dios no
le importaba Jerusalén, ya que había permitido que los babilonios la
destruyeran—pero no es así. Dios lo
permitió por su desobediencia y adulterio espiritual (idolatría). El quitó el cerco de protección y permitió
que Babilionia conquistara Israel. En
ese sentido, el Señor usó a las naciones para disciplinar a Su pueblo…pero
llegará el día en que Dios hará justicia con los enemigos de Israel.
(Zac. 1:15)
y con gran enojo estoy yo enojado contra las naciones que están
confiadas; porque cuando yo estaba un poco enojado, ellas contribuyeron al mal.
El Celo del Señor lo lleva a defender lo que ama.
También Ezequiel profetizó que, por Su celo divino, Dios ajusticiará
a los enemigos de Israel, y traerá restauración a Su pueblo.
(Ezequiel 36:3-10) por tanto, profetiza y di: Así dice el Señor DIOS: 'Porque os han
asolado y aplastado por todos lados, para que fuerais posesión de las demás
naciones, os han hecho el blanco de la habladuría y de la calumnia del pueblo.'
(4) Por tanto, montes de Israel, oíd la
palabra del Señor DIOS. Así dice el Señor DIOS a los montes y a los collados, a
las barrancas y a los valles, a las ruinas desoladas y a las ciudades
abandonadas, que han venido a ser presa y escarnio de las demás naciones
alrededor; (5) por eso, así dice el Señor DIOS: 'Ciertamente
en el fuego de mi celo he hablado
contra las demás naciones y contra todo Edom, que se han apropiado para sí de
mi tierra como posesión, con alegría, de todo corazón y con desprecio de alma,
para dejarla como presa.' (6) Por tanto, profetiza acerca de la tierra de
Israel, y di a los montes y a los collados, a las barrancas y a los valles:
'Así dice el Señor DIOS: He aquí, yo he hablado en mi celo y en mi furor porque habéis soportado los insultos de las
naciones. (7) 'Por lo cual, así dice el Señor DIOS: Yo he
jurado que las naciones que os rodean, ellas mismas soportarán sus
insultos. (8) Pero vosotros, montes de Israel, echaréis
vuestras ramas y produciréis vuestro fruto para mi pueblo Israel; porque pronto
vendrán. (9) Pues, he aquí, estoy por vosotros y me
volveré a vosotros, y seréis labrados y sembrados. (10) Multiplicaré
hombres en vosotros, toda la casa de Israel, toda ella; y las ciudades serán
habitadas, y las ruinas reedificadas.
El Señor tiene celo por Jerusalén. Él tiene un interés ardiente por esta Ciudad;
de todas las ciudades del mundo, el Señor la escogió para poner allí Su Nombre
(I Reyes 11:36). Aunque Él permitió que fuera destruida, Él la reedificará,
pero sobre un fundamento limpio. A
veces, para poder levantar, se necesita primero destruir (Jer. 31:28).
(Zac. 1:16-17) Por tanto, así dice el SEÑOR: 'Me volveré a Jerusalén con compasión;
en ella será reedificada mi casa'--declara el SEÑOR de los ejércitos-- 'y el
cordel será tendido sobre Jerusalén.'
(17) Proclama de nuevo, diciendo:
Así dice el SEÑOR de los ejércitos: 'Otra vez rebosarán mis ciudades de bienes,
otra vez el SEÑOR consolará a Sion y de nuevo escogerá a Jerusalén.'
Lo mismo aplica en un sentido espiritual: Si queremos que el
Señor restaure nuestras vidas, debemos examinarnos primero, para arrancar y
destruir lo malo, y así poder sembrar lo bueno y edificar sobre una buena base,
limpia y santa.
(Jer. 31:28) Y como velé sobre ellos para arrancar y para derribar, para derrocar,
para destruir y para traer calamidad, así velaré sobre ellos para edificar y
para plantar--declara el SEÑOR.
(Salmo 69:35-36) Porque Dios salvará a Sion y edificará las ciudades de Judá, para que
ellos moren allí y la posean. (36) Y la descendencia de sus siervos la heredará,
y los que aman su nombre morarán en ella.
En la siguiente entrada veremos lo segunda visión de
Zacarías (Zac. 1:18-21)...
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