VISION 4. Sumo
Sacerdote Josué
(Zac. 3:1) Entonces me mostró al sumo sacerdote Josué, que estaba delante del
ángel del SEÑOR; y Satanás estaba a su derecha para acusarlo.
Josué era el sumo sacerdote en tiempos de Zacarías. El profeta lo vio en la visión de pie delante
del Ángel del Señor (que ahora sabemos que es Jesús). Pero allí también estaba Satanás. La Biblia dice que éste es el acusador de los
hermanos (Apoc. 12:10). El diablo acusa
y señala las razones por las que deberíamos ser condenados.
Efectivamente, Josué no estaba limpio (Zac. 3:3), pues tenía
sus vestiduras sucias; por tanto, la acusación no era sin sustento. Sin embargo, eso no es lo que está en el
corazón de Dios. Aunque merecemos ser
condenados, eso no es lo que Dios quiere para nosotros…El nos quiere redimir de
la muerte y reconciliarnos con Él. Por eso, el Ángel del Señor reprendió a
Satanás.
(Zac. 3:2-3)
Y el ángel del SEÑOR dijo a Satanás: El SEÑOR te reprenda, Satanás.
Repréndate el SEÑOR que ha escogido a Jerusalén. ¿No es éste un tizón
arrebatado del fuego? (3) Y Josué estaba vestido de ropas sucias, en
pie delante del ángel.
De todos los israelitas, el sumo sacerdote tenía la mayor
responsabilidad de llevar una vida de santidad y rectitud, ya que él era el
líder espiritual del pueblo de Dios. Más
importante, él servía a Dios. Era el
único que podía entrar en el Lugar Santísimo una vez al año (para el Día de
Expiación—heb. Yom Kipur). Pero, si
el sumo sacerdote era considerado injusto, ¿qué nos queda al resto de nosotros?
La realidad es que ningún ser humano es justo; todos tenemos
mancha y arruga.
(Eclesiastés 7:20) Ciertamente no hay hombre justo en la tierra que haga el bien y nunca
peque.
(Rom. 3:10-12) Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; (11) No
hay quien entienda, no hay quien busque a Dios;
(12) Todos se han desviado, a una
se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.
Jesucristo fue el único justo. Pero, en lugar de condenarnos, Él nos
redimió. El Señor murió en la cruz para pagar por nuestros pecados.
(2 Cor. 5:21) Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que
fuéramos hechos justicia de Dios en El.
Quien cree en Jesús es justificado, y sus pecados son
perdonados. Por lo tanto, ya no hay condenación
porque hubo justificación.
(Rom. 3:21-26) Pero ahora, aparte de la ley, la justicia de Dios ha sido manifestada,
atestiguada por la ley y los profetas;
(22) es decir, la justicia de
Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen; porque no hay
distinción; (23) por cuanto todos pecaron y no alcanzan la
gloria de Dios, (24) siendo justificados gratuitamente por su
gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús, (25) a
quien Dios exhibió públicamente como propiciación por su sangre a través de la
fe, como demostración de su justicia, porque en su tolerancia, Dios pasó por
alto los pecados cometidos anteriormente,
(26) para demostrar en este tiempo
su justicia, a fin de que El sea justo y sea el que justifica al que tiene fe
en Jesús.
Como Josué, nosotros somos “tizones arrebatados del fuego”…merecíamos
el fuego eterno debido a nuestro pecado y rebeldía, pero El decidió
arrebatarnos de la muerte y salvarnos para que tengamos vida eterna.
(Colosenses 1:13-14) Porque El nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al
reino de su Hijo amado, (14) en quien tenemos redención: el perdón de los
pecados.
El deseo de Dios no es condenarnos, aunque lo
merezcamos. El quiere redimirnos y
reconciliarnos con Él. Por eso envío a
su Hijo para pagar el precio de nuestro pecado con su vida (viviendo en
perfecta justicia) y con su muerte (muriendo aunque era inocente).
(Col. 1:20-23) y por medio de El reconciliar todas las cosas consigo, habiendo hecho
la paz por medio de la sangre de su cruz, por medio de El, repito, ya sean las
que están en la tierra o las que están en los cielos. (21) Y
aunque vosotros antes estabais alejados y erais de ánimo hostil, ocupados en
malas obras, (22) sin embargo, ahora El os ha reconciliado en
su cuerpo de carne, mediante su muerte, a fin de presentaros santos, sin mancha
e irreprensibles delante de El,
(23) si en verdad permanecéis en
la fe bien cimentados y constantes, sin moveros de la esperanza del evangelio
que habéis oído, que fue proclamado a toda la creación debajo del cielo, y del
cual yo, Pablo, fui hecho ministro.
ROPAS DE GALA
Delante de Dios, todos llevamos ropas sucias. La Biblia dice
que aun nuestras buenas obras son como trapos de inmundicia (Isa. 64:5-6). No podemos salvarnos por nuestras propias
fuerzas. Pero el Señor nos dice que Él
nos limpiará, nos redimirá y cambiará nuestras vestiduras.
(Isaías 61:10-11)
En gran manera me gozaré en el SEÑOR, mi alma se regocijará en mi Dios;
porque El me ha vestido de ropas de salvación, me ha envuelto en manto de
justicia como el novio se engalana con una corona, como la novia se adorna con
sus joyas. (11) Porque como la tierra produce sus renuevos, y
como el huerto hace brotar lo sembrado en él, así el Señor DIOS hará que la
justicia y la alabanza broten en presencia de todas las naciones.
Esto es lo que el Señor le mostró a Zacarías en su visión:
(Zac. 3:4) Y éste habló, y dijo a los que estaban delante de él: Quitadle las
ropas sucias. Y a él le dijo: Mira, he quitado de ti tu iniquidad y te vestiré
de ropas de gala. (5) Después dijo: Que le pongan un turbante
limpio en la cabeza. Y le pusieron un turbante limpio en la cabeza y le
vistieron con ropas de gala; y el ángel del SEÑOR estaba allí.
El Señor le cambió las vestiduras a Josué. Le quitó las
ropas viejas, y le puso un traje de gala y manto de justicia. Ahora ya estaba presentable para estar
delante de Dios.
GUARDAR LA SANTIDAD
Ya estando limpio, el Señor le encarga que mantenga limpios sus
vestidos.
(Zac. 3:6-7) Entonces el ángel del SEÑOR amonestó a Josué, diciendo: (7) Así dice el SEÑOR de los ejércitos: Si andas
en mis caminos, y si guardas mis ordenanzas, también tú gobernarás mi casa;
además tendrás a tu cargo mis atrios y te daré libre acceso entre éstos que
están aquí .
Como ya mencionamos, la gracia de Dios no es licencia para
pecar sino la oportunidad para reconciliarnos con Dios y para vivir como Él
manda.
¿Qué pasa si uno se vuelve a caer, y se ensucia de nuevo? Pues se levanta y se limpia. Se arrepiente por el pecado cometido, recibe
el perdón de Dios y toma la firme decisión de hacer las cosas como Dios manda. Hasta que venga el Señor, probablemente
seguiremos fallando…pero la idea es que cada día cometamos menos errores, y
vayamos perfeccionándonos hasta alcanzar la medida de Cristo (Efe. 4:13).
(Filipenses 3:12-14) No que ya lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto, sino
que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui
alcanzado por Cristo Jesús. (13) Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya
alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a
lo que está delante, (14) prosigo hacia la meta para obtener el premio
del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
QUITARÉ LA INIQUIDAD
La buena noticia es que, en su segunda venida, el Señor va a
quitar la iniquidad, y ya no tendremos más la inclinación a pecar. ¡Aleluya!
(Zac. 3:8-10) Escucha ahora, Josué, sumo
sacerdote, tú y tus compañeros que se sientan ante ti, que son hombres de
presagio, pues he aquí, yo voy a traer a mi siervo, el Renuevo. (9) Porque he aquí la piedra que he puesto delante
de Josué, sobre esta única piedra hay siete ojos. He aquí, yo grabaré una
inscripción en ella--declara el SEÑOR de los ejércitos-- y quitaré la iniquidad
de esta tierra en un solo día. (10) Aquel día--declara el SEÑOR de los
ejércitos-- convidaréis cada uno a su prójimo bajo su parra y bajo su higuera.
El mismo mensaje fue revelado a través de otros profetas:
(Jeremías 31:33-34) porque este es el pacto que haré con la casa de Israel después de
aquellos días--declara el SEÑOR--. Pondré mi ley dentro de ellos, y sobre sus
corazones la escribiré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. (34) Y
no tendrán que enseñar más cada uno a su prójimo y cada cual a su hermano,
diciendo: Conoce al SEÑOR, porque todos me conocerán, desde el más pequeño de
ellos hasta el más grande--declara el SEÑOR-- pues perdonaré su maldad, y no
recordaré más su pecado.
(Jer. 50:20) En aquellos días y en aquel tiempo--declara el SEÑOR-- se buscará la
iniquidad de Israel, pero no habrá ninguna, y los pecados de Judá, pero no se
hallarán; porque perdonaré a los que yo haya dejado como remanente.
(Daniel 9:24) Setenta semanas han sido decretadas sobre tu pueblo y sobre tu santa
ciudad, para poner fin a la transgresión, para terminar con el pecado, para
expiar la iniquidad, para traer justicia eterna, para sellar la visión y la
profecía, y para ungir el lugar santísimo.
(Miqueas 7:18-19) ¿Qué Dios hay como tú, que perdona la iniquidad y pasa por alto la
rebeldía del remanente de su heredad? No persistirá en su ira para siempre,
porque se complace en la misericordia.
(19) Volverá a compadecerse de
nosotros, hollará nuestras iniquidades. Sí, arrojarás a las profundidades del
mar todos nuestros pecados.
NO HAY CONDENACIÓN
Es muy importante entender que el deseo de Dios no es
condenarnos, sino salvarnos. Todo lo que
tenemos que hacer es recibir su perdón, y permitir que la gracia de Dios nos
transforme.
(Romanos 8:1) Por consiguiente, no hay ahora condenación para los que están en
Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne sino conforme al Espíritu.
Lastimosamente, algunas personas caen en condenación cuando
pecan. Esto es peligroso, porque se
quedan atrapados en un círculo vicioso; no pueden ser libres del pecado y lo
vuelven a cometer. En lugar de
arrepentirse y recibir el perdón de Dios, se condenan a sí mismos. Para ser libre, uno debe recibir el perdón de
Dios, y perdonarse a uno mismo.
Si hay una voz interna que te condena, debes saber que no
viene de Dios, sino del acusador. Dios
confronta, pero no condena. La única condena viene de una falta de
arrepentimiento.
(1 Juan 1:8-9) Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la
verdad no está en nosotros. (9) Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y
justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad.
La forma de vencer al acusador es sabiendo que la sangre del
Cordero fue suficiente para cubrir nuestros pecados. El poder de la sangre que nos perdona y nos
da otra oportunidad para vivir como El quiere, en santidad.
(Apocalipsis 12:10-11)
Y oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha
venido la salvación, el poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de su
Cristo, porque el acusador de nuestros hermanos, el que los acusa delante de
nuestro Dios día y noche, ha sido arrojado.
(11) Ellos lo vencieron por medio
de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio de ellos, y no amaron
sus vidas, llegando hasta sufrir la muerte.
(Romanos 5:1-2) Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con
Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo,
(2) por medio de quien también
hemos obtenido entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos
gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
NOVIA DE CRISTO
El mensaje del cambio de ropas está relacionado con la
preparación de la Novia de Cristo para el día de las Bodas del Cordero.
(Efesios 5:25-27) Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y
se dio a sí mismo por ella, (26) para santificarla, habiéndola purificado por
el lavamiento del agua con la palabra,
(27) a fin de presentársela a sí
mismo, una iglesia en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa
semejante, sino que fuera santa e inmaculada.
Gracias por esta Palabra. El Señor ha hablado a nuestros corazones, mil bendiciones!💟💞😊
ResponderEliminarInspirador y enriquecedor! gracias!
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