Dos años después de haber recibido todas esas visiones de
los primeros capítulos, el Señor le volvió a hablar a Zacarías.
(Zac. 7:1) Y sucedió que en
el año cuarto del rey Darío vino la palabra del SEÑOR a Zacarías el cuarto día
del mes noveno, Quisleu.
La palabra del Señor vino como respuesta a una pregunta que
unos judíos llegaron a hacer a los sacerdotes:
(Zac. 7:2-3) La aldea de Betel había enviado a Sarezer, a Regem-melec y a sus hombres a implorar el favor del SEÑOR, (3) y a hablar a los sacerdotes que eran de la casa del SEÑOR de los ejércitos, y a los profetas, diciendo: ¿Debemos llorar en el mes quinto y abstenernos como lo hemos hecho durante tantos años?
La reconstrucción del Templo en Jerusalén estaba casi completada. Por eso, muchos se preguntaban si tenían que seguir ayunando el 9 de Av (mes quinto). En esa fecha, los babilonios habían destruido el Templo en Jerusalén, y por más de 70 años habían estado ayunando en ese día. Pero ahora que ya estaba casi completa su reedificación, muchos se preguntaban si estaban obligados a seguir ayunando.
La pregunta parecía natural…pero la respuesta del Señor reveló algo más profundo. Y la respuesta no sólo fue para los hombres que preguntaban, sino para todo el pueblo…
(Zac. 7:4-6) Entonces vino a mí la palabra del SEÑOR de los ejércitos, diciendo: (5) Habla a todo el pueblo de la tierra y a los sacerdotes, y di: Cuando ayunabais y os lamentabais en el quinto y el séptimo mes durante estos setenta años, ¿ayunabais en verdad por mí? (6) Y cuando coméis y bebéis, ¿no coméis y bebéis para vosotros mismos?
El Señor reveló la hipocresía detrás de la pregunta, y también detrás del ayuno que todos habían hecho por tantos años. Tal vez habían ayunado de tristeza por lo que les había pasado, pero no de arrepentimiento al reconocer que su cautiverio era consecuencia de su pecado. Ayunaban pidiendo a Dios que los liberara, pero no buscaban el propósito de Dios. Ayunaban buscando la mano de Dios, pero no Su Rostro.
El Señor les recordó que ya les había enviado este mensaje a través de los profetas:
(Zac. 7:7) ¿No son estas las palabras que el SEÑOR proclamó por medio de los antiguos profetas, cuando Jerusalén estaba habitada y próspera con sus ciudades a su alrededor, y el Neguev y la tierra baja estaban habitados?
Leamos lo que el profeta Isaías habían dicho al respecto…
(Isa. 58:1-5) Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, declara a mi pueblo su transgresión y a la casa de Jacob sus pecados. (2) Con todo me buscan día tras día y se deleitan en conocer mis caminos, como nación que hubiera hecho justicia, y no hubiera abandonado la ley de su Dios. Me piden juicios justos, se deleitan en la cercanía de Dios. (3) Dicen: ¿Por qué hemos ayunado, y tú no lo ves? ¿Por qué nos hemos humillado, y tú no haces caso? He aquí, en el día de vuestro ayuno buscáis vuestra conveniencia y oprimís a todos vuestros trabajadores. (4) He aquí, ayunáis para contiendas y riñas, y para herir con un puño malvado. No ayunéis como hoy, para que se oiga en lo alto vuestra voz. (5) ¿Es ése el ayuno que yo escogí para que un día se humille el hombre? ¿Es acaso para que incline su cabeza como un junco, y para que se acueste en cilicio y ceniza? ¿Llamaréis a esto ayuno y día acepto al SEÑOR?
¿Cuál es el ayuno que espera Dios? Isaías sigue diciendo…(Isa. 58:6-7) ¿No es éste el ayuno que yo escogí: desatar las ligaduras de impiedad, soltar las coyundas del yugo, dejar ir libres a los oprimidos, y romper todo yugo? (7) ¿No es para que partas tu pan con el hambriento, y recibas en casa a los pobres sin hogar; para que cuando veas al desnudo lo cubras, y no te escondas de tu semejante?
El ayuno verdadero lo lleva a uno al arrepentimiento, para librarnos de opresión, yugos y ataduras a ciertos pecados que no nos dejan ser libres para vivir como Dios manda. El arrepentimiento no es para condenación, sino para que seamos transformados y restaurados, y vivamos una vida de bien y de justicia.
El resultado de esta transformación la señala Isaías…
(Isa. 58:8-12) Entonces tu luz despuntará como la aurora, y tu recuperación brotará con rapidez; delante de ti irá tu justicia; y la gloria del SEÑOR será tu retaguardia. (9) Entonces invocarás, y el SEÑOR responderá; clamarás, y El dirá: Heme aquí. Si quitas de en medio de ti el yugo, el amenazar con el dedo y el hablar iniquidad, (10) y si te ofreces al hambriento, y sacias el deseo del afligido, entonces surgirá tu luz en las tinieblas, y tu oscuridad será como el mediodía. (11) Y el SEÑOR te guiará continuamente, saciará tu deseo en los lugares áridos y dará vigor a tus huesos; serás como huerto regado y como manantial cuyas aguas nunca faltan. (12) Y los tuyos reedificarán las ruinas antiguas; levantarás los cimientos de generaciones pasadas, y te llamarán reparador de brechas, restaurador de calles donde habitar.
El ayuno no debe ser tomado como una penitencia para obtener un favor de Dios. Más bien, el ayuno debe es un ejercicio espiritual en el que rendimos nuestra propia voluntad para buscar la Voluntad de Dios. El profeta Miqueas señaló que Dios no buscaba nuestros sacrificios ni ayunos, sino que quiere que vivamos como Él manda.(Miqueas 6:6-8) ¿Con qué me presentaré al SEÑOR y me postraré ante el Dios de lo alto? ¿Me presentaré delante de El con holocaustos, con becerros de un año? (7) ¿Se agrada el SEÑOR de millares de carneros, de miríadas de ríos de aceite? ¿Ofreceré mi primogénito por mi rebeldía, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? (8) El te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno. ¿Y qué es lo que demanda el SEÑOR de ti, sino sólo practicar la justicia, amar la misericordia, y andar humildemente con tu Dios?
Este es el mismo mensaje que el Señor volvió a transmitir a través de Zacarías…
(Zac. 7:8-14) Entonces vino la palabra del SEÑOR a Zacarías, diciendo: (9) Así ha dicho el SEÑOR de los ejércitos: Juicio verdadero juzgad, y misericordia y compasión practicad cada uno con su hermano. (10) No oprimáis a la viuda, al huérfano, al extranjero ni al pobre, ni traméis el mal en vuestros corazones unos contra otros.
Esta misma palabra la oyeron los padres de los retornados, aun antes de irse a Babilonia. Pero no se arrepintieron de sus malos caminos, y por eso cayeron en cautiverio. El Señor les recordó esto a través de Zacarías…(Zac. 7:11) Pero ellos rehusaron escuchar y volvieron la espalda rebelde y se taparon los oídos para no oír. (12) Y endurecieron sus corazones como el diamante para no oír la ley ni las palabras que el SEÑOR de los ejércitos había enviado por su Espíritu, por medio de los antiguos profetas; vino, pues, gran enojo de parte del SEÑOR de los ejércitos. (13) Y sucedió que, como yo había clamado y ellos no habían querido escuchar, así ellos clamaron y yo no quise escuchar--dice el SEÑOR de los ejércitos-- (14) sino que los dispersé en torbellino entre todas las naciones que no conocían. Y la tierra fue desolada tras ellos, sin que nadie fuera ni viniera; convirtieron la tierra deseable en desolación.
El Señor tiene buenos deseos para nosotros: quiere que vivamos en tierra deseable, no es desolación; quiere que haya paz entre nosotros, y no conflicto; desea que seamos prósperos, en todas las cosas, “así como prospera nuestra alma” (3 Juan 1:2). Pero para poder recibir todo este bien, debemos hacer las cosas como Dios manda, siguiendo sus instrucciones.
La nueva generación debía aprender de sus padres para no caer en el mismo error…y eso era más importante que “ayunar o no ayunar cierto día”. ¿Por qué ayunaban? Ayunaban por lamento, pero no por arrepentimiento. No debían ayunar sólo para lamentar la destrucción, sino para preguntarse POR QUÉ había sido destruido.
Por eso el Señor intervino cuando hicieron la pregunta del ayuno, y los guio a hacer la pregunta correcta: ¿Estamos haciendo las cosas como Dios manda? ¿Estamos buscando la Voluntad de Dios, o sólo buscamos al Señor para pedirle que nos otorgue lo que nosotros deseamos?
Gracias Padre Celestial, porque nos hablas y corriges como hijos tuyos. Ayúdanos a buscar tu rostro antes que tu mano y tener un sincero arrepentimiento para no hacer nuestra voluntad sino la tuya. Te amo Dios, en el bendito nombre de nuestro Señor y Salvador Jesús de Nazaret.¡Amén!
ResponderEliminarGracias señor por este estudio es una gran bendicion para mi vida por tu palabra te doy la gloria señor salador jesus de nasaret ¡amen!
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