En el capítulo 14, Zacarías profetiza acerca del “Día del
Señor”, específicamente en relación con Jerusalén.
DÍA DEL SEÑOR
El “Día del Señor”
(heb. Yom L’Yahweh) es ese día
profético en que Jesús descenderá del Cielo para establecer Su Reino en la
Tierra. Será el día más maravilloso,
pero también el más temible (Joel 2; Ezequiel 30; Malaquías 4; Sofonías
1:14-18).
Será el día más
temible…porque el Señor castigará a todo aquel que no se haya arrepentido,
y derrotará a todo enemigo que no se someta a Sus pies.
Pero también será el
día más maravilloso…porque, en
ese día, el Señor borrará toda iniquidad.
Ese es el día del perdón para todo aquel que en humildad se arrepienta.
El profeta Malaquías habla de los dos lados de ese día…
(Malaquías 4:1-5) Porque he aquí,
viene el día, ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que
hacen el mal serán como paja; y el día que va a venir les prenderá fuego—dice
el SEÑOR de los ejércitos—que no les dejará ni raíz ni rama. (2)
Mas para vosotros que teméis mi nombre, se levantará el sol de justicia
con la salud en sus alas; y saldréis y saltaréis como terneros del
establo. (3) Y hollaréis a los impíos, pues ellos serán ceniza
bajo las plantas de vuestros pies el día en que yo actúe—dice el SEÑOR de los
ejércitos. (4) Acordaos de la ley de mi siervo Moisés, de
los estatutos y las ordenanzas que yo le ordené en Horeb para todo Israel. (5) He
aquí, yo os envío al profeta Elías antes que venga el día del SEÑOR, día grande
y terrible.
DIA DE EXPIACIÓN
Según el calendario bíblico, el Día del Señor tendrá su
cumplimiento mesiánico en una fiesta: el Día de Expiación (heb. Yom Kipur). Esa es la fiesta más solemne en la que el
Señor nos invita a humillarnos delante de Él para pedir perdón por nuestros
pecados. Se celebra el día 10 de Tishri
(mes 7°; Lev. 23:26-32; Lev. 16).
(Lev. 16:29-31) Y esto os será un
estatuto perpetuo: en el mes séptimo, a los diez días del mes, humillaréis
vuestras almas y no haréis obra alguna, ni el nativo ni el forastero que reside
entre vosotros; (30) porque en este día se hará expiación por
vosotros para que seáis limpios; seréis limpios de todos vuestros pecados
delante del SEÑOR. (31) Os será día de reposo, de descanso solemne,
para que humilléis vuestras almas; es estatuto perpetuo.
El Señor nos pide que dediquemos ese día (Día de Expiación) a
pedir perdón por nuestros pecados. Esto
lo haremos no sólo para ponernos a cuentas con Dios y santificarnos, sino
también como repaso de la obra que el Señor hará en esa fecha, ya que es una
fiesta profética.
En su primera venida, el Mesías vino a morir por nuestros
pecados, como el Cordero de la Pascua.
Pero en su segunda venida, vendrá a poner fin a la iniquidad (Día de
Expiación), y a establecer Su Reino en la Tierra (Tabernáculos).
(Hebreos 9:28) Así también
Cristo, habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos,
aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los
que ansiosamente le esperan.
El “Día del Señor” será la “meta final” de las 70 Semanas de
Daniel.
(Daniel 9:24) Setenta semanas
han sido decretadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para poner fin a
la transgresión, para terminar con el pecado, para expiar la iniquidad, para
traer justicia eterna, para sellar la visión y la profecía, y para ungir el
lugar santísimo.
BATALLA CONTRA
JERUSALÉN
Pero antes del perdón y la liberación, Zacarías anuncia que
el Señor permitirá que Jerusalén sea tomada por los enemigos…
(Zac. 14:1-2) He aquí, viene el
día del SEÑOR cuando serán repartidos tus despojos en medio de ti. (2) Y
yo reuniré a todas las naciones en batalla contra Jerusalén; y será tomada la
ciudad y serán saqueadas las casas y violadas las mujeres; la mitad de la
ciudad será desterrada, pero el resto del pueblo no será cortado de la
ciudad.
Los años previos a la venida del Señor serán tiempos de
tribulación. El pueblo de Dios será
perseguido, y el Señor mandará juicios (las trompetas y las copas de juicio; Apoc.
6-19). Dios permitirá eso para darles a
TODOS la oportunidad de arrepentirse antes que Él venga…porque cuando Él ponga
los pies en Jerusalén, ya no habrá vuelta atrás…ya no habrá más tiempo para
arrepentirse.
La Biblia nos habla con franqueza sobre lo que pasará para
que no tomemos “ofensa” cuando estas cosas sucedan. Pero junto con la advertencia, viene la
esperanza…
La profecía nos es dada para que nos sirva como lámpara en
el día oscuro.
(2 Pedro 1:19) Y así tenemos la
palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en prestar atención como a
una lámpara que brilla en el lugar oscuro, hasta que el día despunte y el
lucero de la mañana aparezca en vuestros corazones.
La Palabra nos da esperanza…que aunque pasemos por un
momento difícil y oscuro, podemos estar seguros que pronto vendrá la redención.
(Romanos 8:18-25) Pues considero que
los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la
gloria que nos ha de ser revelada.
(19) Porque el anhelo profundo de
la creación es aguardar ansiosamente la revelación de los hijos de Dios. (20)
Porque la creación fue sometida a vanidad, no de su propia voluntad,
sino por causa de aquel que la sometió, en la esperanza (21) de
que la creación misma será también liberada de la esclavitud de la corrupción a
la libertad de la gloria de los hijos de Dios.
(22) Pues sabemos que la creación
entera a una gime y sufre dolores de parto hasta ahora. (23) Y
no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del
Espíritu, aun nosotros mismos gemimos en nuestro interior, aguardando
ansiosamente la adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpo. (24)
Porque en esperanza hemos sido salvos, pero la esperanza que se ve no es
esperanza, pues, ¿por qué esperar lo que uno ve? (25)
Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.
El Pueblo de Dios tiene la esperanza de la redención y
restauración…
(1 Juan 3:2-3) Amados, ahora
somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser. Pero
sabemos que cuando El se manifieste, seremos semejantes a El porque le veremos
como El es. (3) Y todo el que tiene esta esperanza puesta en
El, se purifica, así como El es puro.
(Salmo 130:3-8) SEÑOR, si tú
tuvieras en cuenta las iniquidades, ¿quién, oh Señor, podría permanecer? (4)
Pero en ti hay perdón, para que seas temido. (5)
Espero en el SEÑOR; en El espera mi alma, y en su palabra tengo mi
esperanza. (6) Mi alma espera al Señor más que los
centinelas a la mañana; sí, más que los centinelas a la mañana. (7) Oh
Israel, espera en el SEÑOR, porque en el SEÑOR hay misericordia, y en El hay
abundante redención; (8) El redimirá a Israel de todas sus
iniquidades.
Aunque el enemigo parezca estar ganando, no debemos apartar
los ojos de la promesa y de la esperanza de salvación. Aunque suframos por un tiempo, El Señor
vendrá en el tiempo perfecto, y Él saldrá en defensa de Su pueblo y vencerá a
todos los enemigos…
(Zac. 14:3) Entonces saldrá el
SEÑOR y peleará contra aquellas naciones, como cuando El peleó el día de la
batalla.
También Joel profetizó acerca de “Aquel Día”…
(Joel 3:1-2) Porque he aquí que
en aquellos días y en aquel tiempo, cuando yo restaure el bienestar de Judá y
Jerusalén, (2) reuniré a todas las naciones, y las haré
bajar al valle de Josafat. Y allí entraré en juicio con ellas a favor de mi
pueblo y mi heredad, Israel, a quien ellas esparcieron entre las naciones, y
repartieron mi tierra.
(Joel 3:12-17) Despiértense y
suban las naciones al valle de Josafat, porque allí me sentaré a juzgar a todas
las naciones de alrededor. (13) Meted la hoz, que la mies está madura; venid,
pisad, que el lagar está lleno; las tinajas rebosan, porque grande es su
maldad. (14) Multitudes, multitudes en el valle de la
decisión. Porque cerca está el día del SEÑOR en el valle de la decisión. (15)
El sol y la luna se oscurecen, y las estrellas pierden su
resplandor. (16) El SEÑOR ruge desde Sion y desde Jerusalén da
su voz, y tiemblan los cielos y la tierra. Pero el SEÑOR es refugio para su
pueblo y fortaleza para los hijos de Israel.
(17) Entonces sabréis que yo soy
el SEÑOR vuestro Dios, que habito en Sion, mi santo monte. Y Jerusalén será
santa, y los extranjeros no pasarán más por ella.
“Aquel Día” es el Día del Señor; será el día más temible,
pero también el más maravilloso…
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