lunes, 16 de septiembre de 2013

Zacarías 14:1-3


En el capítulo 14, Zacarías profetiza acerca del “Día del Señor”, específicamente en relación con Jerusalén. 



DÍA DEL SEÑOR
El “Día del Señor” (heb. Yom L’Yahweh) es ese día profético en que Jesús descenderá del Cielo para establecer Su Reino en la Tierra.  Será el día más maravilloso, pero también el más temible (Joel 2; Ezequiel 30; Malaquías 4; Sofonías 1:14-18). 

Será el día más temible…porque el Señor castigará a todo aquel que no se haya arrepentido, y derrotará a todo enemigo que no se someta a Sus pies.
Pero también será el día más maravilloso…porque, en ese día, el Señor borrará toda iniquidad.  Ese es el día del perdón para todo aquel que en humildad se arrepienta.

El profeta Malaquías habla de los dos lados de ese día…
(Malaquías 4:1-5)  Porque he aquí, viene el día, ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen el mal serán como paja; y el día que va a venir les prenderá fuego—dice el SEÑOR de los ejércitos—que no les dejará ni raíz ni rama.  (2)  Mas para vosotros que teméis mi nombre, se levantará el sol de justicia con la salud en sus alas; y saldréis y saltaréis como terneros del establo.  (3)  Y hollaréis a los impíos, pues ellos serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies el día en que yo actúe—dice el SEÑOR de los ejércitos.  (4)  Acordaos de la ley de mi siervo Moisés, de los estatutos y las ordenanzas que yo le ordené en Horeb para todo Israel.  (5)  He aquí, yo os envío al profeta Elías antes que venga el día del SEÑOR, día grande y terrible.

DIA DE EXPIACIÓN
Según el calendario bíblico, el Día del Señor tendrá su cumplimiento mesiánico en una fiesta: el Día de Expiación (heb. Yom Kipur).  Esa es la fiesta más solemne en la que el Señor nos invita a humillarnos delante de Él para pedir perdón por nuestros pecados.  Se celebra el día 10 de Tishri (mes 7°; Lev. 23:26-32; Lev. 16).
(Lev. 16:29-31)  Y esto os será un estatuto perpetuo: en el mes séptimo, a los diez días del mes, humillaréis vuestras almas y no haréis obra alguna, ni el nativo ni el forastero que reside entre vosotros;  (30)  porque en este día se hará expiación por vosotros para que seáis limpios; seréis limpios de todos vuestros pecados delante del SEÑOR.  (31)  Os será día de reposo, de descanso solemne, para que humilléis vuestras almas; es estatuto perpetuo.

El Señor nos pide que dediquemos ese día (Día de Expiación) a pedir perdón por nuestros pecados.  Esto lo haremos no sólo para ponernos a cuentas con Dios y santificarnos, sino también como repaso de la obra que el Señor hará en esa fecha, ya que es una fiesta profética. 

En su primera venida, el Mesías vino a morir por nuestros pecados, como el Cordero de la Pascua.  Pero en su segunda venida, vendrá a poner fin a la iniquidad (Día de Expiación), y a establecer Su Reino en la Tierra (Tabernáculos).   
(Hebreos 9:28)  Así también Cristo, habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos, aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los que ansiosamente le esperan.

El “Día del Señor” será la “meta final” de las 70 Semanas de Daniel.  
(Daniel 9:24)  Setenta semanas han sido decretadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para poner fin a la transgresión, para terminar con el pecado, para expiar la iniquidad, para traer justicia eterna, para sellar la visión y la profecía, y para ungir el lugar santísimo.

BATALLA CONTRA JERUSALÉN
Pero antes del perdón y la liberación, Zacarías anuncia que el Señor permitirá que Jerusalén sea tomada por los enemigos…
(Zac. 14:1-2)  He aquí, viene el día del SEÑOR cuando serán repartidos tus despojos en medio de ti.  (2)  Y yo reuniré a todas las naciones en batalla contra Jerusalén; y será tomada la ciudad y serán saqueadas las casas y violadas las mujeres; la mitad de la ciudad será desterrada, pero el resto del pueblo no será cortado de la ciudad. 

Los años previos a la venida del Señor serán tiempos de tribulación.  El pueblo de Dios será perseguido, y el Señor mandará juicios (las trompetas y las copas de juicio; Apoc. 6-19).  Dios permitirá eso para darles a TODOS la oportunidad de arrepentirse antes que Él venga…porque cuando Él ponga los pies en Jerusalén, ya no habrá vuelta atrás…ya no habrá más tiempo para arrepentirse.

La Biblia nos habla con franqueza sobre lo que pasará para que no tomemos “ofensa” cuando estas cosas sucedan.  Pero junto con la advertencia, viene la esperanza…

La profecía nos es dada para que nos sirva como lámpara en el día oscuro.
(2 Pedro 1:19)  Y así tenemos la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en prestar atención como a una lámpara que brilla en el lugar oscuro, hasta que el día despunte y el lucero de la mañana aparezca en vuestros corazones.

La Palabra nos da esperanza…que aunque pasemos por un momento difícil y oscuro, podemos estar seguros que pronto vendrá la redención.
(Romanos 8:18-25)  Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada.  (19)  Porque el anhelo profundo de la creación es aguardar ansiosamente la revelación de los hijos de Dios.  (20)  Porque la creación fue sometida a vanidad, no de su propia voluntad, sino por causa de aquel que la sometió, en la esperanza  (21)  de que la creación misma será también liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios.  (22)  Pues sabemos que la creación entera a una gime y sufre dolores de parto hasta ahora.  (23)  Y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, aun nosotros mismos gemimos en nuestro interior, aguardando ansiosamente la adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpo.  (24)  Porque en esperanza hemos sido salvos, pero la esperanza que se ve no es esperanza, pues, ¿por qué esperar lo que uno ve?  (25)  Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.

El Pueblo de Dios tiene la esperanza de la redención y restauración…
(1 Juan 3:2-3)  Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser. Pero sabemos que cuando El se manifieste, seremos semejantes a El porque le veremos como El es.  (3)  Y todo el que tiene esta esperanza puesta en El, se purifica, así como El es puro.

(Salmo 130:3-8)  SEÑOR, si tú tuvieras en cuenta las iniquidades, ¿quién, oh Señor, podría permanecer?  (4)  Pero en ti hay perdón, para que seas temido.  (5)  Espero en el SEÑOR; en El espera mi alma, y en su palabra tengo mi esperanza.  (6)  Mi alma espera al Señor más que los centinelas a la mañana; sí, más que los centinelas a la mañana.  (7)  Oh Israel, espera en el SEÑOR, porque en el SEÑOR hay misericordia, y en El hay abundante redención;  (8)  El redimirá a Israel de todas sus iniquidades.

Aunque el enemigo parezca estar ganando, no debemos apartar los ojos de la promesa y de la esperanza de salvación.  Aunque suframos por un tiempo, El Señor vendrá en el tiempo perfecto, y Él saldrá en defensa de Su pueblo y vencerá a todos los enemigos…
(Zac. 14:3)  Entonces saldrá el SEÑOR y peleará contra aquellas naciones, como cuando El peleó el día de la batalla. 

También Joel profetizó acerca de “Aquel Día”…
(Joel 3:1-2)  Porque he aquí que en aquellos días y en aquel tiempo, cuando yo restaure el bienestar de Judá y Jerusalén,  (2)  reuniré a todas las naciones, y las haré bajar al valle de Josafat. Y allí entraré en juicio con ellas a favor de mi pueblo y mi heredad, Israel, a quien ellas esparcieron entre las naciones, y repartieron mi tierra.

(Joel 3:12-17)  Despiértense y suban las naciones al valle de Josafat, porque allí me sentaré a juzgar a todas las naciones de alrededor.  (13)  Meted la hoz, que la mies está madura; venid, pisad, que el lagar está lleno; las tinajas rebosan, porque grande es su maldad.  (14)  Multitudes, multitudes en el valle de la decisión. Porque cerca está el día del SEÑOR en el valle de la decisión.  (15)  El sol y la luna se oscurecen, y las estrellas pierden su resplandor.  (16)  El SEÑOR ruge desde Sion y desde Jerusalén da su voz, y tiemblan los cielos y la tierra. Pero el SEÑOR es refugio para su pueblo y fortaleza para los hijos de Israel.  (17)  Entonces sabréis que yo soy el SEÑOR vuestro Dios, que habito en Sion, mi santo monte. Y Jerusalén será santa, y los extranjeros no pasarán más por ella.

“Aquel Día” es el Día del Señor; será el día más temible, pero también el más maravilloso…

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