sábado, 19 de abril de 2014

PRIMICIAS: Resucitados en Cristo


En la Fiesta de Primicias celebramos la resurrección de Jesús.  Él murió en la Pascua (14 Nisán), fue sepultado al caer la tarde (15 Nisán, al inicio de Panes Sin Levadura), y tres días después Él resucitó, en la Fiesta de Primicias (domingo). 
(Lucas 24:1-9)  Pero el primer día de la semana, al rayar el alba, las mujeres vinieron al sepulcro trayendo las especias aromáticas que habían preparado.  (2)  Y encontraron que la piedra había sido removida del sepulcro,  (3)  y cuando entraron, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.  (4)  Y aconteció que estando ellas perplejas por esto, de pronto se pusieron junto a ellas dos varones en vestiduras resplandecientes;  (5)  y estando ellas aterrorizadas e inclinados sus rostros a tierra, ellos les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?  (6)  No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos cómo os habló cuando estaba aún en Galilea,  (7)  diciendo que el Hijo del Hombre debía ser entregado en manos de hombres pecadores, y ser crucificado, y al tercer día resucitar.  (8)  Entonces ellas se acordaron de sus palabras,  (9)  y regresando del sepulcro, anunciaron todas estas cosas a los once y a todos los demás.

Jesús venció a la muerte.  Al hacerlo, nos abrió la oportunidad para que nosotros también podamos disfrutar de la vida eterna y la resurrección.
(Juan 11:25-26)  Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá,  (26)  y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás.



RESUCITADOS EN CRISTO
En la fiesta de Primicias, celebramos la resurrección de Jesús; de forma derivada, también celebramos la promesa de resurrección que es dada a los creyentes.
(1 Corintios 15:20-23)  Mas ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos, primicias de los que durmieron.  (21)  Porque ya que la muerte entró por un hombre, también por un hombre vino la resurrección de los muertos.  (22)  Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.  (23)  Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo en su venida.

Este versículo habla de la muerte física en esta vida y la resurrección para vida eterna.  Pero también hay una muerte y resurrección espiritual que se da en esta vida.  De ello también habla Pablo…
Gal 2:20  Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.

Si alguien les preguntara: ¿Quién quiere disfrutar del privilegio de la resurrección?   Seguramente todos responderían que sí.  Lo que debemos entender es que para poder “resucitar espiritualmente”, primero debemos morir.  Dicho en otras palabras, para “vivir en Cristo” primero uno debe “morir a sí mismo”.
(Romanos 6:3-4)  ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?  (4)  Por tanto, hemos sido sepultados con El por medio del bautismo para muerte, a fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida. 

La forma en que se expresa Pablo podría sonar extraña a simple vista.  Nosotros relacionamos el bautismo con vida, pero aquí dice: “bautizados en su muerte”.  Pablo ve el bautismo como un acto de sepultura, y lo que se está enterrando en las aguas es el hombre viejo.  Ya habiendo muerto a la carne, uno puede resucitar a una nueva vida en Cristo.    Pablo sigue explicando…
(Romanos 6:5-7)  Porque si hemos sido unidos a El en la semejanza de su muerte, ciertamente lo seremos también en la semejanza de su resurrección,  (6)  sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con El, para que nuestro cuerpo de pecado fuera destruido, a fin de que ya no seamos esclavos del pecado;  (7)  porque el que ha muerto, ha sido libertado del pecado. 

El Señor espera que sigamos su ejemplo.  Así como Jesús murió en la cruz, nosotros debemos crucificar al viejo hombre.  Aunque duela, esa muerte será para bien, porque así como Cristo resucitó, también nosotros resucitaremos para una mejor vida.
(Romanos 6:8-13)  Y si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con El,  (9)  sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de entre los muertos, no volverá a morir; ya la muerte no tiene dominio sobre El.  (10)  Porque en cuanto El murió, murió al pecado de una vez para siempre; pero en cuanto vive, vive para Dios.  (11)  Así también vosotros, consideraos muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús.  (12)  Por tanto, no reine el pecado en vuestro cuerpo mortal para que no obedezcáis sus lujurias;  (13)  ni presentéis los miembros de vuestro cuerpo al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.

Como explica Pablo, ya no seremos esclavos del pecado sino siervos de justicia, para hacer lo que Dios manda. 
(1 Juan 3:5-9)  Y vosotros sabéis que El se manifestó a fin de quitar los pecados, y en El no hay pecado.  (6)  Todo el que permanece en El, no peca; todo el que peca, ni le ha visto ni le ha conocido.  (7)  Hijos míos, que nadie os engañe; el que practica la justicia es justo, así como El es justo.  (8)  El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha pecado desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó con este propósito: para destruir las obras del diablo.  (9)  Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.

PRIMEROS FRUTOS
En la Fiesta de Primicias, no sólo celebramos la resurrección de Jesucristo hace dos mil años, sino también nuestra resurrección. 

En Primicias se ofrecen los primeros frutos de la cosecha al Señor.  En este día celebramos los frutos que damos en nuestra vida como resultado de creer en Jesús y morir a nosotros mismos.  



EL PODER DE LA RESURRECCIÓN
Luego de morir a un mismo, viene nuestra resurrección en Cristo…
(Filipenses 3:7-11)  Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida por amor de Cristo.  (8)  Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por quien lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo,  (9)  y ser hallado en El, no teniendo mi propia justicia derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe,  (10)  y conocerle a El, el poder de su resurrección y la participación en sus padecimientos, llegando a ser como El en su muerte,  (11)  a fin de llegar a la resurrección de entre los muertos.

El “poder de la resurrección” es el poder que viene cuando dejamos que Dios obre a través de nosotros, en lugar de que nosotros actuemos en nuestras propias fuerzas.   Cada uno tiene cierto poder para actuar, pero es humano y limitado; pero el poder de Dios es ilimitado.  A ese poder podemos tener acceso—pero primero debemos morir a nosotros mismos para dejar que Dios actúe a través de nosotros.   Ese es el poder de la resurrección: "Cristo vive en mí"...

(Gálatas 2:20)  Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.


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Para más información sobre la Fiesta de Primicias, visiten los siguientes enlaces:

PRIMICIAS o PRIMEROS FRUTOS (Heb. Bikurim)
*  Primicias: la Sombra (I)
*  Primicias: el Cumplimiento (II)
*  Resucitó de los Muertos 




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