En la
Fiesta de Primicias celebramos la resurrección de Jesús. Él murió en la Pascua (14 Nisán), fue
sepultado al caer la tarde (15 Nisán, al inicio de Panes Sin Levadura), y tres
días después Él resucitó, en la Fiesta de Primicias (domingo).
(Lucas 24:1-9) Pero el primer día de la semana, al rayar el alba, las
mujeres vinieron al sepulcro trayendo las especias aromáticas que habían
preparado. (2) Y encontraron que la piedra había sido
removida del sepulcro, (3) y cuando entraron, no hallaron
el cuerpo del Señor Jesús. (4) Y aconteció que estando
ellas perplejas por esto, de pronto se pusieron junto a ellas dos varones en
vestiduras resplandecientes; (5) y estando ellas
aterrorizadas e inclinados sus rostros a tierra, ellos les dijeron: ¿Por qué
buscáis entre los muertos al que vive? (6) No está aquí,
sino que ha resucitado. Acordaos cómo os habló cuando estaba aún en
Galilea, (7) diciendo que el Hijo del Hombre debía ser
entregado en manos de hombres pecadores, y ser crucificado, y al tercer día
resucitar. (8) Entonces ellas se acordaron de sus
palabras, (9) y regresando del sepulcro, anunciaron todas
estas cosas a los once y a todos los demás.
Jesús
venció a la muerte. Al hacerlo, nos
abrió la oportunidad para que nosotros también podamos disfrutar de la vida
eterna y la resurrección.
(Juan 11:25-26) Jesús le dijo: Yo soy la
resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá, (26) y
todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás.
RESUCITADOS
EN CRISTO
En la
fiesta de Primicias, celebramos la resurrección de Jesús; de forma derivada,
también celebramos la promesa de resurrección que es dada a los creyentes.
(1 Corintios 15:20-23)
Mas ahora Cristo ha
resucitado de entre los muertos, primicias de los que durmieron. (21)
Porque ya que la muerte entró por un hombre, también por un hombre vino
la resurrección de los muertos.
(22) Porque así como en Adán
todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. (23) Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las
primicias; luego los que son de Cristo en su venida.
Este versículo habla de la muerte física en esta vida y la
resurrección para vida eterna. Pero
también hay una muerte y resurrección espiritual que se da en esta vida. De ello también habla Pablo…
Gal 2:20 Con Cristo he sido crucificado, y ya
no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en
la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí
mismo por mí.
Si alguien
les preguntara: ¿Quién quiere disfrutar del privilegio de la resurrección? Seguramente todos responderían que sí. Lo que debemos entender es que para poder
“resucitar espiritualmente”, primero debemos morir. Dicho en otras palabras, para “vivir en
Cristo” primero uno debe “morir a sí mismo”.
(Romanos 6:3-4) ¿O no sabéis que todos los que hemos
sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? (4)
Por tanto, hemos sido sepultados con El por medio del bautismo para
muerte, a fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria
del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida.
La forma en
que se expresa Pablo podría sonar extraña a simple vista. Nosotros relacionamos el bautismo con vida,
pero aquí dice: “bautizados en su muerte”.
Pablo ve el bautismo como un acto de sepultura, y lo que se está
enterrando en las aguas es el hombre viejo.
Ya habiendo muerto a la carne, uno puede resucitar a una nueva vida en
Cristo. Pablo
sigue explicando…
(Romanos
6:5-7)
Porque si hemos sido unidos a El en la semejanza de su muerte,
ciertamente lo seremos también en la semejanza de su resurrección, (6) sabiendo
esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con El, para que nuestro cuerpo
de pecado fuera destruido, a fin de que ya no seamos esclavos del pecado; (7)
porque el que ha muerto, ha sido libertado del pecado.
El Señor
espera que sigamos su ejemplo. Así como
Jesús murió en la cruz, nosotros debemos crucificar al viejo hombre. Aunque duela, esa muerte será para bien,
porque así como Cristo resucitó, también nosotros resucitaremos para una mejor
vida.
(Romanos
6:8-13) Y si hemos muerto con Cristo, creemos que también
viviremos con El, (9) sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de
entre los muertos, no volverá a morir; ya la muerte no tiene dominio sobre
El. (10)
Porque en cuanto El murió, murió al pecado de una vez para siempre; pero
en cuanto vive, vive para Dios.
(11) Así también vosotros,
consideraos muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús. (12)
Por tanto, no reine el pecado en vuestro cuerpo mortal para que no
obedezcáis sus lujurias; (13) ni presentéis los miembros de vuestro cuerpo
al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a
Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como
instrumentos de justicia.
Como
explica Pablo, ya no seremos esclavos del pecado sino siervos de justicia, para
hacer lo que Dios manda.
(1 Juan
3:5-9) Y vosotros sabéis que El se manifestó a fin de quitar los
pecados, y en El no hay pecado. (6) Todo el que permanece en El, no peca; todo el
que peca, ni le ha visto ni le ha conocido.
(7) Hijos míos, que nadie os
engañe; el que practica la justicia es justo, así como El es justo. (8) El
que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha pecado desde el
principio. El Hijo de Dios se manifestó con este propósito: para destruir las
obras del diablo. (9) Ninguno que es nacido de Dios practica el
pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es
nacido de Dios.
PRIMEROS FRUTOS
En la Fiesta de Primicias, no sólo celebramos la resurrección
de Jesucristo hace dos mil años, sino también nuestra resurrección.
En Primicias se ofrecen los primeros frutos de la cosecha al
Señor. En este día celebramos los frutos
que damos en nuestra vida como resultado de creer en Jesús y morir a nosotros
mismos.
EL PODER
DE LA RESURRECCIÓN
Luego de morir a un mismo, viene nuestra resurrección en
Cristo…
(Filipenses 3:7-11) Pero todo lo que para mí era
ganancia, lo he estimado como pérdida por amor de Cristo. (8) Y
aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor
de conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por quien lo he perdido todo, y lo
considero como basura a fin de ganar a Cristo,
(9) y ser hallado en El, no
teniendo mi propia justicia derivada de la ley, sino la que es por la fe en
Cristo, la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe, (10) y
conocerle a El, el poder de su resurrección y la participación en sus padecimientos,
llegando a ser como El en su muerte,
(11) a fin de llegar a la
resurrección de entre los muertos.
El “poder de la resurrección” es el poder que viene cuando
dejamos que Dios obre a través de nosotros, en lugar de que nosotros actuemos
en nuestras propias fuerzas. Cada uno tiene cierto poder para
actuar, pero es humano y limitado; pero el poder de Dios es ilimitado. A
ese poder podemos tener acceso—pero primero debemos morir a nosotros mismos
para dejar que Dios actúe a través de nosotros. Ese es el poder de la
resurrección: "Cristo vive en mí"...
(Gálatas 2:20) Con Cristo he sido crucificado, y ya
no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en
la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí
mismo por mí.
* * *
Para más información sobre la Fiesta de Primicias, visiten los siguientes enlaces:
PRIMICIAS o
PRIMEROS FRUTOS (Heb. Bikurim)
* Primicias: la Sombra (I)
* Primicias: el Cumplimiento (II)
* Resucitó de los Muertos
* Primicias: la Sombra (I)
* Primicias: el Cumplimiento (II)
* Resucitó de los Muertos
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